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El delicioso aroma a comida llegó rápidamente a sus fosas nasales una vez entró a su departamento

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El delicioso aroma a comida llegó rápidamente a sus fosas nasales una vez entró a su departamento. Pudo suponer que Jeongin ya había llegado y se había decidido a cocinar, lo cual pasaba más los días en donde este estaba estresado, relajándose al empezar a preparar alguna comida que le guste demasiado.

Chan dejó sus llaves colgadas en la cuelga llaves a un lado de la puerta. Por otro lado, su chaqueta la dejó en el respaldo de la silla donde solía sentarse para comer.

—Amor, llegué —anunció sin recibir respuesta alguna. Suspiró rendido, sabiendo que su novio seguía molesto.

Sin hacer mucho ruido y con calma, se posicionó en el umbral de la puerta, mirando desde ahí como Jeongin revolvía la comida en la olla, pronto apagando la llama al estar listo.

—¿Coloco los cubiertos? —preguntó Chan, mirando expectante a su pareja. Jeongin solo asintió y lo máximo que dijo fue un "Ujum". El rubio no dijo más y solo empezó a tomar un par de cucharas y palillos, ordenándolo todo en la mesa central del comedor, terminando por colocar un par de vasos con agua y unos hielos.

Jeongin en completo silencio colocó los platos con el Tteokbokki en la mesa, sentándose en su silla dispuesto a empezar a comer.

El almuerzo fue en completo silencio, sin las típicas preguntas de "¿Cómo te fue en el trabajo?" "¿Qué tal tu día?" o algo similar. Y ese silencio solo reinaba luego de una discusión, claro que, sin una discusión total de por medio esta vez.

Discutir en sí aun no lo hacían, pero ahí estaba, latente la mentira del otro día. Y, aunque siempre en las discusiones no tenían problemas en hablarlas, ahora mismo Chan no sabía si él debía empezar a hablar de lo sucedido o esperar a que hable Jeongin.

—¿No tienes algo que decirme respecto a estos días? —empezó Jeongin, mirándolo directamente con una mirada seria que, si fueran armas, el ya estaría completamente desangrado. Tal vez ya no debía comerse la cabeza sobre si hablar o no.

—¿Del otro día? Uh... —¿Seguir mintiendo podría ser una opción? Por una parte, estaba que la pedida de matrimonio ya estaba casi lista, no había mucho más que hacer, pero claro, si quería que fuera sorpresa, debía ocultarlo de la mejor manera—. No... no creo —respondió, evitando hacer contacto visual en todo momento.

El sonido abrupto de la cuchara golpeándose al plato le hizo elevar la mirada. El pelinegro había soltado la cuchara de metal, y en su lugar, había juntado sus manos, apretándolas entre ellas con fuerza.

—¿Hasta cuándo me vas a seguir mintiendo? —Chan miró nervioso a Jeongin, siendo testigo de cómo su expresión era molesta, y más que todo, decepcionada.

Sabía cuánto su pareja odiaba las mentiras, y es que, ¿Quién en su sano juicio le gustaría que le mientan? Más si es alguien a quien amas. Definitivamente no era algo que muchos soportaran; todos tenemos un límite, el cual, en muchos casos, llegaba a sobrepasarse. Ese límite ya había llegado para el pelinegro.

—¿En serio no vas a decir nada? —preguntó incrédulo Jeongin—. Bang —llamó nuevamente, intentando conseguir una respuesta. Al no recibir ninguna respuesta, se rindió, levantándose de su lugar dispuesto a irse del lugar. Necesitaba un poco de aire.

—No te estoy engañando si es lo que piensas —respondió apenas vio a su pareja levantarse, mirándolo directamente sin una pizca de mentira.

—Ni siquiera se me había pasado por la cabeza eso —era verdad: En todos esos días, lo que menos pensó fue en la posibilidad de que Chan le estuviera siendo infiel. Sabía que le oculta algo, pero jamás algo como una infidelidad. Agotado ya de la situación, y como última esperanza, decidió volver a preguntar—. ¿Qué tratas de ocultar, Bang?

Al no recibir de nuevo una mísera respuesta sincera, se dirigió a la entrada del departamento, tomando su abrigo negro y llaves. Quizás caminar tranquilo por el parque escuchando música le ayudara con su molestia.

—Estaba planeando pedirte matrimonio —confesó rápido una vez se levantó, antes de que Jeongin saliera por la puerta. No podía ocultarlo más: Sabía perfectamente que, si decía que planeaba una sorpresa, su pareja le respondería de que sus aniversarios y cumpleaños ya habían pasado o estaban muy lejos todavía.

Al tener la mirada confusa de Jeongin, decidió proceder.

—Estos días me estuve juntando con los chicos para preparar todo, y como la mayoría tenemos libre por las tardes y casi noche, nos juntábamos por esas horas, también ese es el motivo por el que llegaba tarde. Tampoco dejaba que vieras mucho mi celular porque Félix se le ocurría una idea cada cinco minutos, y en vez de anotarlas y decírmelas luego, me mandaba mensaje tras mensaje, por lo que temía que leyeras alguna de las ideas. Y-

—¡Hasta ahí! —detuvo rápido Jeongin, no quería saber más—. Hagamos como que esto no hubiera pasado: Tú sigues planeando la pedida y yo no sé nada, ¿te parece? —Chan pestañó rápido, perplejo. Sin evitarlo, sonrió alegre al ver que su pedida de matrimonio quizás no estaba tan arruinada como pensó mientras confesaba.

—Oh, entonces, ¿ya no estás enojado por lo de estos días? —Jeongin solo frunció el ceño "confundido" ante la pregunta de su novio.

—¿Enojado? ¿Estos días? No recuerdo nada, solo el caso de una estudiante desaparecida. No sé de qué hablas —respondió haciéndose el desentendido.

Chan solo fue a abrazar por la cintura a Jeongin, siendo correspondido de inmediato, siendo abrazado por el cuello en un cálido y tranquilo abrazo. No todo estaba arruinado. 

 

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¿Qué tratas de ocultar, Bang? ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora