Mᴇssɪ Usᴀɪɴ

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Normalmente mí día se divide siempre en cuatro etapas; la primera la llamo 'Alma perdida' sucede todas las madrugadas, solo despierto con mi corazón acelerado y no vuelvo a dormir en lo que queda de horas. En esta etapa es normal sentirme incompleta, como si estuviera viviendo en una realidad que no fuera mía, tal como un alma perdida vagando en pena. Olvido por completo mis metas, y suspiro al saber lo lejos que se encuentran aún. Sin motivación, sin sonreír, sin pensar, sin sentir... un absoluto lapso muerto.

La segunda etapa la nombré 'Recodar', y es cuando me obligo a salir de la simulación que crea mi cerebro e inmediatamente recuerdo la razón por la cual rendirse no está en mi diccionario, es la respuesta a mi persistente duda diaria de: '¿Por qué sigo en pie?'.

La tercera etapa la describo como el 'Despertar'. Es cuando me convenso finalmente que lo que estoy viviendo no es un mal sueño, es mi simple vida. Así que saco fuerza del trasero y me levanto para mirar mi reflejo en el espejo de mi baño. -Genial, aun no estoy muerta.

Sean todos bienvenidos a las cuarta etapa y la más larga del día, el 'Desarrollo del personaje'. Ni puta idea de porqué la llamé así, pero básicamente se trata de mi rutina diaria para convertirme en la mejor iceskater del mundo. Durante este periodo del día, la cosas se ponen raras:

A veces caen tormentas de horas y me empapó, luego me caigo en algún hueco de alcantarillado levemente abierto, después de ser rescatada me dirigo a mi pista de entrenamiento con dolor hasta en los piojos, mi excusa diaria por llegar tarde es decir que me rompí el culo en un tropiezo 'la merita verdad' pero, de tantas veces ya planteada no me creen. Por lo que suspenden mis prácticas como castigo. Naturalmente quedo adolorida, resfriada y... ¡OH, ESPEREN! No puede ser peor. ¿O sí?

Tal vez allá sido el desear que todas las personas de mi alrededor las partieran un rayo, pero el karma de seguro existe solo por mí. Aun quedaban 50 minutos para llegar a mí casa cuando un perro reconoció el olor impregnado de alcantarilla y mientras estaba parada mirando lejos deseándole el mal a la sociedad, meo mi pata izquierda.

¡Suficiente!

Lo traté de espantar sin ser brusca, a mis espaldas escuché numerables carcajadas juntas, un grupos de chicos de mi edad no paraban de reír y señarlarme.

- ¿El perro es tuyo?- Me acerqué irritada, observando al animal responsable de que mi pie nadara en orines, montandole las patas encima.

- Sí, ¿algún problema?- Dijo con una cínica sonrisa, los demás a su alrededor hacían todo lo posible por quedarsen callados y no explotar a risas.

- Precisamente, tu mascota se hizo pis dentro de mi bota.

- Disculpa, de seguro te confundio con un inútil poste de luz.- Aseguró sarcástico. Los presentes no se pudieron contener más y vulgarisaron sus carcajadas al aire.

Esa era la gota que derramaria el agua del vaso, mi conciencia se volvió borrosa. - ¿Ah sí?- las venas brotaban de mi frente, y mi siguiente acción fue quitarme la bota, levantarla a la altura de la cabeza del chico y vaciarla en su cabello. Cuando los meaos ya se escurrían por su rostro ensanche un sonrisa retorcida.

El chico seguía sin reaccionar, fue inesperado. No es como sí todos los días te derramaran orines contenidos en un bota en la cabeza.

"Re casual".

El leal perro fué el primero en llamar la atención de todos comenzando a ladrar, ahí fue cuando el chico salió de su trance y me miró con total furia.

- ¡Tu!- Me señaló fulminante. - ¡Messi atacaaa!

¡¿Messi?! ¿Donde? Reclamé mentalmente mirando a mi alrededor confundida, en ese instante entendí que 'Messi' era el feroz animal que se dirigía hacía mi a toda velocidad con el hocico lo suficientemente abierto como para comerme de un solo bocado.

Wɪɴ Hɪs Hᴇᴀʀᴛ ♡︎ Iᴛᴏsʜɪ RɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora