𝟎𝟑. 𝐋𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐜𝐡𝐚𝐨𝐬 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧𝐠𝐞𝐥 𝐬𝐦𝐢𝐥𝐞

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                  Reneesne brillaba con su sola precencia, lo esperable al ser hija de un inmortal, uno de los seres mas bellos del mundo

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Reneesne brillaba con su sola precencia, lo esperable al ser hija de un inmortal, uno de los seres mas bellos del mundo. Coralena estaba escéptica, dudosa de quien decían era la niña. No podía ver mucho de la niña, ya que todos los presentes centraban su atención en su propia reacción y no en la de ella. Pero los recuerdos de Rosalie y la presencia de los demás inmortales, decía mucho más que mil palabras.

          Sin embargo, el fuerte corazón de la infante fue lo único que necesito para creer en lo que afirmaban.

           —Hola, señorita.

           —Es un placer para mí conocerte, Reneesme ¿Tu papá fue el que te hizo ese peinado tan lindo? —preguntó con sarcasmo.

           Hubo un espasmo general, ningún inmortal en la sala se esperaba que la desconocida pudiese ver siquiera algo, más que nada por ver que en su mano derecha aún portaba su bastón y que su cabeza nunca había reaccionado a las voces que oía, siempre  se quedaba tiesa, sin mover la cabeza.

            La risa de la hibrida, dulce y encantadora cómo está, fue lo que sacó del estupor a los vampiros. Reneesme estaba encantada con la atención que recibía de la invidente.

            —Tía Rose hace muy lindos peinados.

             Unos cortos pero seguros pasos le avisaron a la francesa la intención de algún vampiro de hacerse notar, de aportar algo a la conversación.

              —Reneesme es distinta a los demás niños —comenzó el patriarca —. Se alimenta tanto de comida como de sangre. Su crecimiento es tan rápido que a pesar de solo tener meses ya aparenta tener años. Y más importante aún, fue bendecida con un don.

               Antes de tener tiempo a preguntar, unas cálidas manos se juntaron con las suyas. Tan frágiles y pequeñas que pensó que las quebraría con solo moverse.

               —Confía en mi.

               Cuando quiso preguntar ya fue tarde. Carlisle, quien había sostenido a la niña en brazos y se había acercado a la invidente, dejaba a la pequeña acariciar las mejillas de Coralena.

                 Pudo observar todo recuerdo que la niña atesoraba, desde su estancia en el vientre hasta cinco minutos atrás cuando los habitantes de la casa la recibieron con sorpresa.

                —Eres espectacular ¿te lo han dicho tus tíos?

                —¿Nos crees? —preguntó Carslile aún con la Mila en brazos— ¿testificarías a nuestro favor?

El exponerse frente a los Vulturi nunca estuvo en sus planes, ni defender a inocentes. Coralena siempre había superpuesto su supervivencia sobre todo. Aunque esta podría llegar a ser la excepción.

𝐁𝐄𝐇𝐈𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐋𝐄𝐍𝐒𝐄𝐒 | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora