ICELAND [L.S]

Capítulo 4: Amenazas

Con las manos atadas y una tela que envolvía mi boca, el sujeto casi me arrastró hasta la puerta de aquella gran casa.

Entre gritos y lágrimas, intenté retrasar mi destino, pero él, harto de mi resistencia, pateó mis tobillos y caí al suelo. Entonces tiró de mi pelo y me obligó a mirarlo.

—¡Josh! —gritó Louis mientras se acercaba a nosotros a toda velocidad.

El sujeto que estaba a punto de golpearme respondió al llamado y volteó.

—No soy adivino, pero puedo suponer quién es este chico —habló. El tono condescendiente y esperanzador había desaparecido.

—Llévenlo adentro —ordenó Louis.

Dos de sus hombres se acercaron a mí y me levantaron de cada brazo. Mis piernas ya no respondían.

—Ya veo por qué tanta locura hermanito, está realmente bueno —agregó él.

~Recuerdos de Harry~
—Y tus otros hermanos, ¿Qué hacen?

—Trabajan para Josh, mi hermano —respondió.

—Y ahora que cediste una parte, ¿estás fuera del negocio?

—No por completo, pero quiere decir que puedo irme y dejar todo en sus manos.

—¿Estará de acuerdo? —pregunté.

—No será un problema si no sabe dónde estoy —respondió

~Fin de recuerdos~

Josh era el hermano de Louis, aquel que había visitado cuando hicimos el viaje en yate; cuando me propuso escapar con él. Cuando descubrí que Zee estaba muerto...

Entonces pensé, aquella vez habíamos llegado a una isla llamada Bunter, ¿era allí donde me encontraba ahora? ¿Por eso no había salido alguna de este infierno?

Nuevamente, caí de bruces en el suelo de mi habitación y la sangre volvió a brotar de mis rodillas. Los dos sujetos me abandonaron allí y salieron inmediatamente, como si tuvieran un asunto urgente por atender.

Yo miré mi alrededor y volví a llorar. No había escapatoria, estaba destinado a morir en esta habitación y en manos de estos sujetos. Nadie haría absolutamente nada por mí.

Tal vez, si hubiese advertido a Louis acerca de los planes de Liam, no estuviera aquí. Tal vez estuviera en aquella casa pequeña con un clima frío que Louis me había prometido. Tal vez sí lo hubiese convertido en un hombre distinto y no en esto que era ahora.

Entonces escuché gritos fuera de mi habitación y retrocedí. Era Louis, quien gritaba desesperado y Josh, quien le respondía. No sabía lo que ocurría, pero aquello no podía ser bueno.

Unos minutos después, Louis entró a la habitación exaltado. Estaba despeinado y su traje se veía desordenado. Su respiración acelerada me hizo creer que venía exclusivamente a gritarme, pero cuando me vio, me dio la espalda para restregar su cara con ambas manos.

—No sabes lo que acabas de hacer, Harry —dijo al fin, caminando de un lado a otro. Estaba furioso. Yo callé, no me atreví a decir ni una sola palabra —¡Debías quedarte acá hasta que yo regresará! ¡Tanto te cuesta cumplir con las órdenes! —gritó.

No sabía qué le molestaba más, si el haber escapado, o el que me haya encontrado su hermano.

—¿Estás herido? —preguntó, casi rompiendo sus dientes de tanto apretarlos. Yo negué con la cabeza, pero entonces miró al suelo y vio la sangre de mis rodillas frente a mí.

Se acercó y no pude evitar asustarme, él lo notó.

—Están a la ducha —dijo antes de salir de la habitación, detestando la idea de temerle.

Cuando me encontré solo, miré mis rodillas y comprobé la gravedad de mis heridas. Tenía que entrar a la ducha, pero entonces me di cuenta de que no me había bañado desde que llegué a este lugar.

Temeroso y consciente de no poder cerrar la puerta, deslicé mi ropa y encendí la regadera.

En cuanto el agua chocó con mi cuerpo, se formó una poza oscura bajo mis pies. Era una mezcla tibia cayeran contra mi cara y se sintió agradable. Se sintió como un segundo de intimidad y relajación que se vio pronto interrumpido por el sonido de la puerta.

—Tienes ropa en la habitación —dijo Louis.

Yo no respondí, no sabía qué decir.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Si —respondí, sin más.

¿Qué tan bien podía estar?

"Él fue honesto contigo. Te dejó entrar y te demostró cariño, pero eso no ocurrió porque se haya enamorado de ti, ocurrió porque desarrollaste un instinto de supervivencia muy común en estas situaciones. Eras complaciente, obedecía en todo, e intentabas no causar problemas por dos razones: por el plan que tenías con Liam y porque en el fondo, sabías que, si no obedecías, tu vida corría peligro", explicó Mon en mis recuerdos.

Tal vez tenía que aplicar el mismo plan para encontrar una salida a todo esto.

Llevaba dos semanas luchando, pero aquello no me había llevado a ninguna parte. Ni siquiera tenía a donde llevarme; estábamos en una maldita isla. Tal vez ser complaciente me ayudaría a ganar la confianza de Louis nuevamente.

Sin salir de la ducha, tomé la toalla que estaba en la esquina y la envolví en mi cuerpo. No se escuchaba ruido alguno, por lo que creí que estaba solo. Entonces salí del baño y vi a Louis en el sofá de la habitación. Estaba cabizbajo, apoyando su frente en sus dos manos, hasta que me escuchó llegar.

Miré a mi alrededor y descubrí que mi cambio de ropa estaba en la esquina de la cama, pero no sabía si caminar para buscarla o volver a refugiarme en el baño.

—Siéntate, voy a limpiar las heridas —ordenó, estaba cansado. Yo, intentando seguir con el plan, obedecí.

Caminé con cautela hasta la cama y me senté, asegurando mi toalla. Él se agachó frente a mí y aquello me recordó a las pocas veces que lo tuve así; sumiso, entregado, dispuesto. Solo que esas escenas, eran completamente opuestas a lo que vivíamos ahora.

Louis tomó una gasa y la mojó con un líquido oscuro. Sin mirarme, acercó su mano a mi pierna y la sostuvo. Involuntariamente, mi piel se erizó, pero él parecía demasiado concentrado como para notarlo.

Con suma delicadeza, pasó la gasa por mi rodilla izquierda y se detuvo cuando mi pierna reaccionó ante el dolor. Su mano apretaba la parte de atrás de ella, intentando calmar las contracciones. El roce de su mano era suave, y me hacía recordar a aquellas veces que me acarició a altas horas de la noche. Sin importarnos lo que nos esperaba al día siguiente. Cuando todo lo que importaba, era nosotros.

La mandíbula de Louis estaba apretada a mas no poder. Estaba tenso, y podía verlo con claridad. En cuanto terminó con la primera rodilla, se levantó. Dejó los materiales sobre la mesa y se alejó de mí.

—Haz lo mismo con la otra rodilla —ordenó antes de retirarse.

Cuando estuve solo en la habitación, busqué la ropa y me vestí antes de que alguien más decidiera entrar. Entonces continúe con la siguiente rodilla, aunque no sintiera tanto alivio como con la anterior.

La mañana siguiente, sentí las consecuencias de no poder pegar un ojo en toda la noche. Intentaba repasar lo ocurrido en mi cabeza, una y otra vez, pensando que tal vez así, se me ocurría algo distinto para intentar esta vez, pero, aunque no quisiera aceptarlo, ¿sabía que difícilmente podría escapar de una isla privada rodeada de hombres corruptos?

Tuve miedo de volver a considerar mi plan anterior. Sentía que, así como una vez creí estar enamorado de Louis, se me ocurría nuevamente; caería en sus mentiras y está vez no había un Liam que me llevara a la realidad. Esta vez estaba sola.

Si decidía cooperar y restablecer mi relacióncon Louis, debía tener sumamente claro cuál era mi objetivo: salir de acá.