No puedo resistirme a ti

1.6K 96 6
                                    

Ella estaba corriendo.

A través del bosque oscuro, con los pies hundidos en la nieve, corría. Su respiración era un staccato rápido, el pánico una sensación brillante y repugnante en su pecho. No iba lo suficientemente rápido, y la estaban alcanzando.

Podía oírlos detrás de ella, sus abucheos, sus risas, las carcajadas de una voz aguda y femenina.

—¡Corre, niña Potter, corre!

Corrió, pero no fue suficiente.

Pronto hubo siluetas con túnicas y máscaras a su alrededor, acercándose a ella. Estaba atrapada en un círculo cada vez más pequeño, las varitas la apuntaban.

No había salida.

—Parece que te atrapamos, pequeña —dijo la voz de Bellatrix desde una de las figuras más cercanas—. Te atrapé, te atrapé.

Una risa fea y cruel ondeaba a su alrededor. Giró y giró, pero en todas partes vio figuras con túnicas, sus máscaras de metal brillando a la luz de la luna.

—Él viene, Potter —dijo Bellatrix—. Él viene por ti, y te va a reclamar, pequeña Omega.

—No —dijo ella, apretando los puños—. No, no puede. Ya tengo un Alfa.

—¿Tú? ¿Qué dices, Snape?

La figura con túnica junto a Bellatrix dio un paso adelante, se quitó la máscara y era Snape. Él la miró con frialdad, con una indiferencia que destrozó el corazón de Harrie.

—No tienes un Alfa, Potter —dijo—. Mi afirmación era falsa. Nada entre nosotros fue real.

—Estás mintiendo.

—No lo estoy. Todo fue falso. Todo lo que dije, todo lo que hice.

—¡Falso! —Bellatrix se rió.

—Nunca te quise —dijo Snape.

—Estás mintiendo —dijo Harrie.

Lo dijo una y otra vez, y luego despertó con esas palabras en sus labios.

Ella no estaba en un bosque.

Estaba en una cama, y ​​había alguien allí con ella, alguien sosteniéndola, alguien atrapándola. Se apartó, medio incorporándose, con la boca seca y el corazón desbocado. Hubo un gemido masculino detrás de ella. Ella tomó una respiración lenta, la dejó salir rápidamente.

—Snape —dijo ella.

—Estoy aquí.

Su tono era neutral, cercano al indiferente de su sueño. Ella resopló, se dejó caer contra él y apoyó la cabeza en su hombro.

—Tuve una pesadilla —dijo.

—Ven.

Él envolvió un brazo alrededor de ella, no hizo nada más. Quería que su mano le acariciara el pelo de nuevo. Quería besos suaves y palabras de consuelo. Pero ella tampoco quería pedirlo.

—Dime que puedo confiar en ti —dijo ella en su lugar.

—Claro que puedes.

—Dime que no me vas a traicionar.

Hizo un ruido de molestia que pareció atascarse a medias en su garganta.

—He dedicado casi la mitad de mi vida a protegerte. ¿De verdad crees que tiraré todo eso por la borda en el último momento?

—No lo sé. Eres muy bueno mintiendo.

—¿De eso se trataba tu pesadilla? —murmuró.

—Sí.

ℋ𝒶𝓇𝓇𝒾ℯ 𝒶𝓃𝒹 𝒽ℯ𝓇 𝒜𝓁𝓅𝒽𝒶 (𝒯𝓇𝒶𝒹𝓊𝒸𝒾𝒹ℴ) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora