11- No lo pienses demasiado

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La alarma de uno de los telefonos empezaba a sonar, eran las 6:30 de la mañana, evidentemente, era la alarma de Donnie, y parecía que él era el unico que la podía escuchar, pues Leonardo seguia perdido en su quinto sueño.

Comparado con Leo, él era más una persona de mañanas en lugar de un búho nocturno, pero a pesar de eso, despertar a veces era una tarea complicada, era tan acogedor el calor de las cobijas de vez en cuando que le dificultaban empezar con su rutina.

Y casualmente hoy era uno de esos días, sentía un calor tan acogedor en su cama, y gracias al cansancio, sus párpados aún con la pereza de abrirse, le complicaban clarificar la situación en la que se encontraba.

Aún era demasiado temprano para estar en todos sus sentidos, pero el primero de ellos en despertar fue su olfato.

Podía reconocer esas notas de pomelo y mandarina a primer instancia, que eran acompañadas de un olor a fresia y cardamomo.

Era el olor de Leonardo, desde que se conocen siempre ha usado lociones con básicamente la misma composición pomposa en sus notas, que para Donnie ya era bastante reconocible en su memoria olfativa.

Además no olvidaba el momento en el que una vez Leonardo le prestó uno de sus hoodies, pues por culpa de un chico cangrejo en uno de los pasillos de la cafetería, dejó caer sobre él un bowl completo de sopa de tomate.

Para fortuna o desgracia de la tortuga de caparazón blando, Leo se encontraba en la entrada de la cafetería, presenciando en primer plano aquel momento.

Su compañero se acercó a auxiliarlo en aquella situación embarazosa, para ofrecerle el hoodie que llevaba puesto en ese momento.

Bajo otras circunstancias, su respuesta hubiera sido un rotundo no, sin embargo, no tenía tiempo suficiente como para volver a su habitación y tomar un cambio de ropa; ese día tenía un examen de Análisis de circuitos en C. A. Y el laboratorio estaba del otro lado del campus, tiempo era lo que menos tenía  a su favor en ese momento.

Lo cuál lo obligó a aceptar y llevar por el resto del día la ropa de Leonardo, su aroma era lo suficientemente embriagador que desde ese día terminó por quedar grabado en la memoria del chico de bandana morada.

Después de reaccionar y dejando de divagar en su memoria, su cabeza hizo cortó circuito al darse cuenta de la situación.

Estaba despertando con Leonardo en su cama y lo tenía aún abrazado por la piernas.

El darse cuenta de la situación lo hizo dar un salto del susto y pánico que eso le causaba, además de un pequeño grito de pánico que instintivamente salió de sus entrañas.

Y ni siquiera el grito, el movimiento y la alarma fueron suficientes para despertar a su compañero no sólo de habitación, sino ahora compañero de cama.

"¿Cómo terminó Nardo en mi cama?" Fue lo primero que pensó, y recordó lo que pasó anoche.

Se movió un poco por el espacio que tenía libre de su lado de la cama, para sentir la envoltura de las galletas y el cartón de jugo vacío, además de unas cuantas migajas a la altura de los pies.

-carajo- susurro, le molestaba pensar en que ahora debía cambiar su juego de sabanas por culpa de esas migajas.

Estaba absorto en sus pensamientos nuevamente que se olvidó de la alarma, esta seguía sonando, hasta que por fin el ruido constante a la altura de los oídos de la tortuga de orejas rojas empezaba a surgir efecto.

Malhumorado y cansado pues él y su cuerpo sabían que no habían dormido la cantidad de horas habituales, Leonardo iba despertando.

-Carajo Don, apaga esa maldita cosa de una vez- Si había algo que Leo no podía ocultar, era que detestaba ser despertado, dormir era algo completamente sagrado para el chico.

Habits [Leotello]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora