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Harry y Draco no hablaron durante unos minutos, en los que había un muy ruidoso silencio excepto por el sonido de sus zapatos chocar contra el suelo. Draco tenia la intención de mantenerse en silencio, pero entonces Potter comenzó a suspirar cada vez más alto, cosa que exasperó al rubio— ¿Se puede saber que demonios te pasa Potter?— Harry lo miró sorprendido, pero le contestó.
—Me aburro.
—Que te- ¡¿Que te aburres?! Yo no tengo la culpa de que te aburras como para que me estés molestando con tus suspiros, déjalo ya.
—Oye Malfoy yo tampoco quiero estar aquí contigo, pero ya que tenemos que hacerlo podrías intentar al menos no ser tan sumamente idiota y hacérnoslo más fácil a ambos maldita sea.
—Bien—. Espera, ¿bien? Harry se frotó los oídos, como si no hubiera escuchado correctamente al rubio. Draco parecía conforme con la propuesta de Harry, aunque había un atisbo de molestia en su rostro que, por lo que el moreno dedujo, era por haberlo llamado idiota.

Así, la noche transcurrió tranquila, ninguno de los dos chicos habló, por lo que no pelearon, y a eso de la 1 cada uno se despidió con un silencioso "Hasta mañana", y acordaron verse al día siguiente a la misma hora en el mismo lugar. Cuando Harry llegó al cuarto que compartía con Neville, Seamus y Ron se tumbó en la cama, aún dándole vueltas a la simple respuesta que Draco le había dado. Al final se durmió, soñando que Buckbeak perseguía a cierta serpiente por todos los terrenos de la escuela por haberle llamado sucio pollo.

Ron despertó a Harry a eso de las 8:00 de la mañana, apresurándolo para bajar a desayunar ya que habían quedado con Hermione a y 10 en el Gran Comedor. Llegaron unos minutos tarde y tras una pequeña regañina por parte de la castaña se sentaron a desayunar. Harry tenia un codo apoyado en la mesa sujetando su cabeza y una tostada con mermelada de calabaza en la otra, aunque no se la estaba comiendo ya que estaba medio dormido. De pronto, el codo de Harry se escurrió, sobresaltando al chico y haciendo que la tostada volase por los aires hasta la cabeza de Seamus. Hermione comenzó a regañar a Harry (otra vez) diciéndole que debería irse a dormir más pronto, el castaño se defendió diciendo que estuvo haciendo su guardia, pero la castaña le dijo que simplemente las hiciera más cortas, y que no tenía excusa. Al final, un refunfuñado Harry terminó de desayunar con un puchero en la cara, sin saber que estaba siendo observado por un Slytherin de cabello platino con media sonrisa en la cara.

—Malfoy, ¿que narices miras tanto?— Zabini chasqueó los dedos delante de la cara del chico, y este por fin reaccionó.
—El tonto de Potter se ha quedado medio dormido y le ha lanzado una tostada a la cabeza a Finnigan—. Obviamente Draco omitió el detalle de que le había parecido adorable la forma en la que Potter intentaba mantenerse despierto. Espera, ¿qué? No. Estaba cansado, eso era. Potter y adorable no podían ir en la misma frase. Jamás.
—Ya bueno, Potter haciendo tonterías, nada nuevo. En fin, cuéntanos, ¿qué tal la guardia con el gafotas? La mía con Granger fue bastante aburrida la verdad.
—Si, aburrida tan bien. No hablamos en los absoluto, aunque—el chico frunció un poco el ceño— me llamó idiota—. Pansy rio ante la repentina molestia de tan solo recordar el insulto que Potter le dedicó a su rubio amigo, y le dio unas palmaditas en el hombro.
—¿Quieres que llamemos a tu mamá para decirle que un niño te ha llamado idiota?— Se burlo la chica, haciendo una voz de bebé y haciendo un falso puchero.
—Vete al cuerno perra—. Contraatacó Draco.
—La que más—. Sonrió Pansy, mientras se comía el último trozo de su tarta de calabaza.

La primera clase que tenía Draco era pociones, que compartía con los leones. Después de un par de años compartiéndola con estos, el chico aprendió a simplemente tolerarlos y ya no le parecía una forma de tortura el echo de compartirla con ellos. Se sentó en su sitio de siempre con Blaise, y comenzó a sacar los utensilios que necesitaría durante la clase como una preciosa pluma negra que su padrino le regaló por su 13 cumpleaños, un pergamino y el libro de pociones. Snape estaba al frente de la clase, sin embargo no hablaba, parecía estar esperando algo, o a alguien. Sus dudas se disiparon cuando vio entrar a la directora por la puerta—. Buenos días señoras y señores, espero que el comienzo del curso esté yendo bien. Me temo que he de interrumpir un momento la clase de pociones—. La mujer se cayó durante unos instantes, analizando la clase—. Bien, como podréis observar no hay ni una sola pareja sentada que esté compuesta por dos miembros de casas distintas. Los que habéis sido elegidos prefectos ya sabréis sobre este tema, pero lo explicaré para el resto—. Draco se congeló, la profesora pasando a un segundo plano en su mente ¿También iba a estar acompañado de un Gryffindor en clase? ¿No podía tener ni un segundo de paz para él solo?— ¿Señor Malfoy? ¿Se encuentra bien?
—¿Eh? Si, ¿porqué?
—Le decía que le cambiara el sitio al señor Weasley, y que se sentara con Potter, ya que son prefectos les vendrá bien estar en compañía para conocerse mejor entre ustedes—. Por supuesto, el rubio ya ni se sorprendía de que le hubiese tocado con el gafotas.
—Uh... Si, voy—. Draco recogió sus cosas, dejando a Weasley sentarse en su sitio y colocándose al lado de Harry.
—Hola—. El moreno saludó a Malfoy. Draco se quedó un tanto aturdido ante el saludo, pero se lo devolvió sin más.
—Hola.
—Me preguntaba si... no te importaría que hoy nos fuéramos a la habitaciones un poco antes. Esta mañana casi me duermo en el desayuno y Hermione me ha regañado—. El moreno rio un poco ante el recuerdo, atento a la estupefacta mirada del rubio ante su repentina amabilidad.
—Umm, si, claro—. Draco entrecerró un poco los ojos—. Potter, ¿a que juegas?
—¿Perdón?
—¿Porqué esa amabilidad?
—Oh, bueno yo... anoche estuve pensando en ti, bueno no en ti sino en nosotros, o sea no nosotros juntos si no que ya sabes como somos prefectos pues pensé que el no discutir contigo anoche fue medianamente agradable, y preferiría mantenerlo de esa manera, no se si me entiendes. Entonces pensé en simplemente ser más amables el uno con el otro para no estar constantemente discutiendo y que las guardias sean más... soportables—. Draco soltó el aire que no sabía que estaba reteniendo. Lo pensó por un momento. Desde luego no discutir con el cararrajada cada noche haría las cosas más llevaderas, además, recordó que Harry había testificado a favor de su madre en el juicio que hubo tras la guerra. Le debía cierta amabilidad después de todo, sacudió la cabeza en forma de asentimiento y fijó la mirada al frente, dándole una respuesta positiva pero finalizando la conversación. Eso debió ser suficiente para Potter porque él también miro hacia el frente, atento a la explicación que por lo visto Snape había empezado hace un rato.

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