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—¿Qué? ¿Estás borracho? — Blaise le puso la mano en la frente a Draco para comprobar si tenía fiebre, al ver que no era así su cara de confusión se acentuó aún más.
—Piénsalo Blaise. Por parte de Theo no vamos a obtener información así que tenemos que conseguirla de alguno de los leones, ¿y quien mejor que de El Salvador del mundo mágico? Tengo las guardias con él, y es cierto que va mal en pociones así que no es sospechoso que le ayude, "por petición de Snape", ya sabes—. Malfoy hizo comillas en el aire con los dedos dándole más énfasis a su explicación, mientras que Zabini le miraba un poco boquiabierto y adormilado.
—Claro, tiene sentido. Ya veo que se te ha ido la cabeza del todo, buenas noches rubia—. Y con eso Blaise se volvió a tumbar para seguir durmiendo. Draco seguía pensando que era la mejor idea del mundo y se fue a la cama ilusionado, ya que mañana sería miércoles y podría comenzar por fin su plan tan bien elaborado.

En la mañana el rubio le explicó su plan a su mejor amiga y al contrario que Zabini la chica le apoyó, perdida por las ganas de enterarse del cotilleo. Por supuesto volvieron a preguntar a Theo sobre ellos pero el chico solo les contestaba que no era asunto suyo. Las clases pasaron despacio pero sin ningún inconveniente durante ellas, y después de la última hora del día el trío de oro se encaminó a las afueras del castillo para aprovechar la brisa que traía septiembre mientras hablaban—. Y me dijo que me ayudaría con pociones, que se lo había pedido Snape. De echo tengo que ir con el a la biblioteca en 2 horas.
—Vaya Harry, eso es muy amable por su parte—. Hermione estaba incrédula ante lo que les estaba contando Harry.
—Si, quizá demasiado amable... ¿Seguro que no quiere algo de ti? ¿O se estaba burlando?
—No lo creo Ron, no lo parecía, ¿y que puede querer Malfoy de mi?— Harry de verdad quería pensar que los actos de Malfoy eran sinceros y aunque si que le parecía extraño quería darle el beneficio de la duda al chico. Durante el resto del tiempo el trío de oro siguió hablando sobre el verano y las clases, hasta que Harry tuvo que irse.

Potter llegaba tarde, como no. Draco se estaba impacientando ya que no le gustaba que le hicieran esperar, hasta ahora Harry había llegado a la hora a las guardias pero no quería que se acostumbrara a retrasarse con él. Por fin, vio al chico aparecer por el pasillo, así que se recargó en la pared esperando.
—Hasta que llegas Potter—. Harry miro el reloj y funcio el ceño.
—No llego ni cinco minutos tarde.
—No, pero llegas tarde. La puntualidad dice mucho de una persona sabes Potter.
—Pues que tal si comenzamos ya y dejas de darme la la lata—. El niño que vivió le dedicó una sonrisa de oreja a oreja a la serpiente y se metió en la biblioteca, dejando al rubio con la palabra en la boca. Ya en la mesa, Draco le dio a Harry unos ejercicios básicos, el de gafas le hacía alguna pregunta aquí y allá pero se las arreglaba bastante bien solo. Cuando terminó, Harry le entregó los ejercicios a Draco, que les dio un pequeño vistazo y asintió satisfecho.
— Bien Potter, parece que no eres tan tonto como pensaba.
—Ya claro, ¿te crees que no sé qué esos ejercicios son del curso pasado?
—Bueno gafotas, no pasaste el curso por tu cara bonita, sólo quería ver en qué nivel te quedaste, y parece que el del curso pasado lo llevas bastante bien, así que el miércoles que viene comenzaremos con ejercicios de este año.
—¿Cara bonita? Vaya Malfoy, estoy halagado pero no eres mi tipo, gracias por el cumplido de todas formas, de verdad—. Potter estaba con una enorme sonrisa un tanto traviesa en el rostro mientras que Draco se ponía rojo como un tomate.
—¿Qué? No te hagas ilusiones maldito cararrajada, no estoy interesado en ti. Y para tu información yo soy el tipo de todo el mundo, soy Draco Malfoy después de todo.
—Claro, lo que te deje dormir por las noches. Te veo después de la cena, a la hora de siempre. Adiós hermoso—. En este punto Draco pensaba que la cara le iba a explotar del enfado y la vergüenza que sentía.
—¡POTTER!—. Solo se escucho una gran risa por parte de Harry desde el pasillo, y aunque el rubio jamás lo admitiría delante de nadie también salió una pequeña carcajada por su parte.

Ya más calmado Draco se dirigió al gran comedor junto con Theo y Pansy. Cenaron haciendo bromas y hablando del día, hasta que Pansy le pregunto por la clase que había tenido.
—Oh, bien ha ido bien. El chico no es tan incompetente como parece.
—¿Que clase?
—Ah Nott no te lo había dicho, Draco le está dando clase a Po- —. Draco le tapó la boca a Pansy para que no dijera nada que pudiera delatarle.
—A un chico de segundo, si. Snape me lo pidió como un favor.
—Uhm, claro, eso iba a decir.
—Ah vaya, me alegro. Bueno, me voy, he quedado. Hasta luego chicos—. Los dos chicos se quedaron mirando como Theodore se iba del gran comedor, y tan pronto como el chico desapareció por la puerta Draco se giró hacia su amiga.
—Pansy, Nott no puede enterarse de mi plan.
—¿Qué, porqué?
—¿Eres tonta a caso? Si Theo se entera sospechará de mi y lo hablará con Potter y la sangre sucia y mi plan se irá a la basura.
—Habérmelo dicho antes maldito cabeza hueca. No le diré nada, y no le digas así a Granger, ya se que no piensas de esa forma, y tu padre ya no puede castigarte por ello.

Poco después de la cena llegó la hora de su guardia con Potter. Cuando llegó al punto de encuentro Harry ya estaba allí esperando.
—Vaya Potter, llegas puntual. Incluso antes que yo, estoy sorprendido.
—Hoy no paras de hacerme cumplidos, vas a conseguir que me sonroje Malfoy—. El rubio le miró entrecerrando los ojos, y Harry rio. Inmediatamente se pusieron en marcha en silencio. Harry miraba los alrededores como la noche anterior y al chico de ojos plata le pareció curioso la mirada asombrada en los ojos del chico.
—¿Porqué miras todo como si fuera la primera vez que lo vieras?
—Porque siempre tengo esa sensación—. Contestó simplemente.
—¿A qué te refieres?
—Pues que de donde yo vengo, de donde me he criado, nunca pude tener unas vistas como estas. Ya sean las paredes del castillo, los cuadros, las clases... No creo que llegue a acostumbrarme a esa vista. Pero sobretodo me gusta mirar el cielo, las estrellas se ven increíbles desde aquí.
—¿No puedes verlas desde donde vives?
—Si bueno, se ven algunas pero hay mucha luz de las farolas en la calle y apenas son visibles. Además no salgo por la noche, no se me permite—. Draco estaba sorprendido ante cómo Harry se abrió con el sobre donde y como vivía. A él también le encantaba admirar las estrellas, el firmamento le parecía la cosa más mágica de todas.
—Quiero enseñarte algo Potter, acompáñame.
—¿Y la guardia?
—Luego volvemos a hacer nuestra ronda, tan solo sígueme—. Malfoy los guió por los pasillos del castillo hasta unas escaleras en espiral. Harry seguía mirando en todas direcciones, aunque esta vez con cierta desconfianza. Cuando llegaron a una puerta Draco se paró y sacó una llave del bolsillo de su túnica. Cuando entraron a la habitación Harry la reconoció.
—La torre de astronomía ¿Como tienes la llave para este sitio?
—A mi también me gusta mirar las estrellas, Severus me hizo una copia por mi cumpleaños hace un par de años.
—Vaya — Harry se acercó al borde y miró hacia el cielo—, es precioso, se ven perfectas desde aquí.
—Lo se, es increíble—. Ambos chicos se sentaron en la ventana a admirar el firmamento. Después de un rato, no sabían exactamente cuánto tiempo, Harry habló.
—Malfoy, ¿porqué me enseñas este sitio? —Draco se quedó callado durante unos segundos pensando en qué decir.
—Porque creo que todo el que es capaz de admirar la belleza de las estrellas debería poder disfrutar de esta vista, incluso tú.
—Ya veo.
—Eso no significa que me caigas bien Potter.
—Claro que no, pero gracias por enseñármelo.
—No es nada—. Después de eso, ambos chicos continuaron con la tarea mental que se habían propuesto cada uno, reconociendo y clasificando todas las estrellas y constelaciones que conocían.

Perfectos PrefectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora