Una Hyunjin para Navidad

Amor

- ¿Hyunjin? - bajó las escaleras lentamente, asomando su cabeza en busca de su novia.

La madera del piso rechinaba, y el escandaloso silencio le puso las emociones al borde del acantilado.

Luego de su impulsivo deseo, entró a la habitación pero su novia había desaparecido. Fue al baño, al cuarto de huéspedes ¡Buscó en toda la planta alta! Pero no había nadie ahí.

Una vez en el primer piso, visitó la cocina, que por supuesto estaba sola y en cada paso que daba, una lágrima resbalaba por su mejilla.

¿De verdad había sido tan tonta para desear algo así?

¿De verdad Hyunjin se había ido para siempre?

Apretó sus labios intentando controlar el llanto y ante el fracaso de su búsqueda, corrió de nuevo hasta su habitación para echarse a llorar.

La cama estaba empapada, ahogando sus gemidos en la almohada. En un intento por mejor su ánimo, se dijo que era buena idea abrazar una camisa de su novia, porque, ya saben, cuando estas triste solo buscas más motivos para sentirte miserable.

Pero miserable era una palabra minúscula cuando abrió el armario y se dió cuenta que el lado que pertenecia a Kim Hyunjin estaba vacío.

- Mierda.

Tomó su teléfono y marcó su número con la esperanza de que sonara en cualquier esquina del lugar, pero no fue así, y nadie contestó.

- No, no, no.

Necesitaba pensar y tratar de tranquilizarse. ¿Hyunjin se fue de su vida? O ¿Hyunjin nunca estuvo en ésta? Quizás las cosas eran aún peor y la vida de Kim Hyunjin ya no existía.

Fue entonces que el temor de la anterior versión de su novia la golpeó. El sentimiento de despertar y no volver a ver al amor de tu vida era real, y jodidamente espantoso.

- ¡Ya se! - tomó de nuevo su celular, mercado el segundo número que conocía de memoria - Contesta, contesta.

- ¿Sí?

- ¡Kim Jungeun!

- La misma - escuchó su voz y soltó una bocanada de aire. Lippie era su fiel confidente y era torpemente astuta, ella le ayudaría a encontrar a su novia - Es nochebuena Heekkie ¿Necesitas algo?

- Mierda, necesito más que tu ayuda.

- Será después, la abuela ya se puso sus zapatitos de baile y nadie sale con vida.

- No, no, es una emergencia - la escuchó suspirar y asistir - ¿Recuerdas lo que te conté? ¿Sobre el hada y los deseos mágicos?

- Am ¿Eso creo? - respondió no muy convent, pero no le importó, Jungeun no tenía buena memoria - ¿Qué con eso?

- Pedí el tercer deseo, el último y definitivamente el más estúpido de todos.

- Por favor que haya sido dinero.

- No. Yo... - guardó silencio - Deseé que Hyunjin desapareciera - una lágrima cayó, probablemente no la última que correría esa noche - Entré en crisis y sabes que la paciencia no es mi fuerte. Así que le grité y ella solo se esfumó. Ahora no sé qué hacer, necesito que me ayudes con -

- ¿Quién? - su mejor amiga interrumpió, terminando de destrozado su corazón.

No podía ser cierto.

No.

Hyunjin no existía.

No en su vida.

No para ella.