Capítulo 6 Final de fiesta salvaje.

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Aquel hombre me estuvo follando salvajemente durante por lo menos 20 minutos. Mientras, yo intentaba disfrutar de aquel momento, gozar de mi ano totalmente dilatado y penetrado de una manera violenta. Aún así, me costó relajarme, aquella tranca negra y descomunal me estaba destrozando. El resto de invitadas estaban todas a mi alrededor, algunas miraban, otras follaban entre ellas. Por momentos podía estirar mis manos y acariciar algún pecho, algún culo,... y volví a tener una polla en mi boca: la de Giselle, la anfitriona de la fiesta. Comenzó a follarme la boca. De vez en cuando la sacaba, me besaba y volvía a metérmela. Volví a sentir aquel sabor conocido ya, el de la polla de mi vecina, mi diosa, mi gurú de los nuevos placeres. Conocía aquel sabor, y quería disfrutarlo por mucho tiempo.

- Cariño, tienes un culo muy apetecible, todos mis invitados quieren probarlo - dijo.

Entonces el timbre sonó y Giselle se puso una bata se fue a abrir. Mientras, aquel hombre no cesaba de encularme y ahora me abofeteaba el trasero fuertemente.

A los dos minutos volvió Giselle con dos mujeres más. Enseguida pude ver como eran dos mujeres Cis, porque se desnudaron. Sentí una especie de vergüenza: tampoco estaba preparado para ser penetrado - y mucho menos por un hombre- mientras dos mujeres jóvenes y bellas me observaban. Entonces Giselle sacó del armario un par de arneses con unos dildos enormes y las ayudó a colocárselos.

- Amor, ahora vas a ser el objeto de estas dos hermanas, son muy viciosas.

El negro se salió de mi interior, y una de ellas, morena, con el pelo rizado y voluminoso y un cuerpo de escándalo se acercó a mi culo, embadurnó aquel falo de goma con lubricante, y me lo clavó sin compasión. Yo no sabía qué hacer. La vergüenza inicial dio paso a un unos gemidos descontrolados mientras aquella hembra me penetraba y me decía obscenidades del tipo" este culo va a ser mío toda la noche"," eres una perra en celo y te voy a montar". El hombre se comenzó a masturbar delante de mi cara e instantes después dejó caer una abundante corrida en mi cara. Giselle la recogió con su lengua y con un beso, me la introdujo en la boca.

- Trágatelo cielo.

Así lo hice.

Aquello que me debía haber producido asco, provocó en mí lo contrario, un deseo irrefrenable de más. Quería probarlo todo aquella noche, ya había sobrepasado todos los límites que me podía haber imaginado unas semanas antes.

Entonces la otra hermana pidió turno para follarme.

- Ahora te va a follar mi hermana, y ella es más bruta que yo.

Y así fue. Me penetró a los tres segundos de salirse la primera y comenzó a pegarme fuertemente en las nalgas y a llamarme "perra". Aquella empujaba con más fuerza. Yo ya había perdido toda sensibilidad y comencé a dejarme llevar y responder.

- Sí, cabrona, fóllame más fuerte. Quiero sentirla toda dentro. ¡Destrózame el culo, puta!

- Eres una perra muy follable, toma! Ahí la tienes toda!.Te gustan las pollas, ¿verdad? Hoy las vas a probar todas.

Entonces comencé a gritar. Tuve un orgasmo que parecía no acabar. Mientras gemía y decía "me corro" ella no dejaba de empujar aquel dildo en mi interior.

Me tumbé en la cama y supliqué una tregua, pero aquella mujer no hizo caso: siguió follándome. Yo estaba exhausto, vacío, dolorido,...sodomizado.

Me escapé como pude, y me dirigí al baño casi arrastrándome.

Giselle vino en mi ayuda, lo cual agradecí.

Nos metimos los dos en la ducha, y tras besarnos le dije:

- Guapa, yo no estoy preparado para esto, estoy destrozado. No podré sentarme en días.

Ella sonrió.

- Tranquilo, mañana estarás como nuevo, y esta noche no la olvidarás nunca.

Me dijo mientras me duchaba con agua templada, prestando especial atención a mi trasero. Me masajeaba mientras lo remojaba. Yo me dejé hacer. Aquello me alivió bastante. La dulzura con la que me acariciaba la zona dolorida fue muy reparadora.

- Me gustas mucho, ¿sabes?. Quiero que seamos muy amigos, y quiero enseñarte a disfrutar de tu cuerpo.

Yo me sentí alagado, contento de que ella quisiera seguir en contacto conmigo, pero a la vez intrigado: ¿era posible hacer más cosas?

La Vecina GiselleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora