Había una vez un pequeño niño que solía llorar mucho, las personas a su alrededor lo tachaban de molesto pues no podían entender el porque de tantas lágrimas, sus padres siempre le decían que debería dejar de llorar porque eso era de niñas, pero el pequeño solo seguía llorando a escondidas en su habitación mientras de sus lastimados labios salían un ligero
—Quiero un abrazo.
El pequeño niño se sentía solo, no quería que sus padres lo ignoran por su trabajo, no quería que sus compañeros siguieran molestandolo, solo quería tener un amigo con el que fuera capaz de jugar. Uno de esos tantos días en dónde estaba solo en casa, noto como alguien se estaba mudando a la casa de enfrente, con la poca fuerza que su pequeño cuerpo de cinco años tenía, movió una silla para asomarse por la ventana.
Sus pestañas parpadearon rápidamente al notar a un niño que parecía ser menor que él, tenía esperanza en poder hablar con ese castaño pero igual que siempre no sabía cómo, solo estaba en esa ventana mirando al chico que corría con un pequeño gatito en manos. Se sentía mal así que opto por alejarse de ahí, yendo a su habitación para colorear en aquellos libros que solía comprar afuera de su escuela.
Los días pasaron y ese niño termino ingresando a su salón de clases, e incluso sentándose a su lado, lo miro ligeramente mientras el contrario se concentraba en hacer la tarea que el profesor dejo. Observando cada pequeño rasgo del petiso se terminó perdiendo en su cabellera, era bastante larga y sedosa, quería tocarla, se contuvo y volvió a ver al frente, queriendo ignorar el nudo en su garganta por no saber la respuesta de lo que su profesor pregunto.
—¿No estás prestando atención? —dijo aquel hombre de forma brusca
—lo siento —susurro el pequeño
Tomando asiento una vez más, hizo su trabajo mientras secaba sus lágrimas. El chico a su lado lo vio y con esa simple mirada sintió que ya no quería ser su amigo, después de todo, las personas odian a los niños llorones, las personas no se preguntan el porque llora, solo los ignoran.
La hora del descanso llegó, aquellos cabellos azabache se movieron rápidamente pues había comenzado a correr para encerrarse en el baño, una vez más sus lágrimas se derramaron, se sentía inútil. Luego de varios minutos, se quedó estático cuando escucho como tocaban la puerta del cubículo
—Oye, no se cómo te llamas pero olvidaste el peluche de dinosaurio.
—gracias, solo déjalo en la mesa, por favor, más tarde lo voy a agarrar —su voz estaba débil y rota, dejando más que claro lo que había hecho
—¿Por qué lloras?.
Un silencio se coló entre ellos pues nunca nadie le pregunto aquello, nunca nadie se dio el tiempo de cuestionar.
—No se.
—¿Puedes salir?.
Dudando un poco en hacerlo, termino saliendo con su cabeza gacha, sintió como el contrario lo envolvió en sus brazos, jalando ligeramente por la diferencia de estaturas, era un tanto incómodo pero se sentía bien, muy en el fondo de Iván ese pequeño toque se sentía más cálido que cuando se envolvía en un fuerte de sábanas.
—No se porque lloras pero no es malo, mamá dice que si te sientes mal tienes que llorar —explico de forma tranquila —.¿Es porque el profesor te regaño?
—No se, mamá dice que soy un llorón.
Cuando se alejaron, los ojitos verdes se quedaron sorprendidos por las largas pestañas que rodeaban aquellos oscuros ojos, por el contrario el azabache se quedó viendo los brillantes ojitos verdes frente a él, pues era la primera vez que veía unos de ese tono.
—Son estrellitas —susurro el castaño
—¿Qué?.
—Tus ojos son lindos, se ven estrellitas en ellos, tus lágrimas salen porque las estrellitas quieren brillar —explico —Creo que es por eso.
—¿En serio?.
El mayor solo asintió antes de tender el pequeño dinosaurio, era un peluche pequeño que solía llevar a todos lados pues le tomo cariño desde que lo vio por primera vez, era de un color azul cielo con detalles amarillos.
—Me llamo Iván, él es rayo
—¿Por qué rayo? —dijo el más bajo. Su cabeza se movió ligeramente hacia un lado dejando que su cabello tapara un poco su rostro —yo soy Rodrigo.
—Por el rayo mcQueen, de Cars.
Y por primera vez aquel niño dejo de derramar aquellas lágrimas, dejando sus mejillas y nariz ligeramente rojas, sus ojos brillosos y una sonrisa que encantaría a cualquiera. Poco a poco aquel niño se sentía en compañía, todo gracias a un castaño de ojos verdes que se acercó, pues desde que se mudo lo miro en la ventana de la casa frente la suya, desde que lo miro a lo lejos noto aquellas estrellitas y desde que lo conoció se enamoro de ellas.
Originalmente sería un peluche diferente pero se quedó así. Perdón si hay errores ortográficos
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𝗜𝗻 𝗬𝗼𝘂𝗿 𝗘𝘆𝗲𝘀 ┃ 𝖱𝗈𝖽𝗋𝗂𝗏𝖺𝗇
Fanfiction┃In Your Eyes ; ┃ En donde Rodrigo ve pequeñas figuritas en los ojos de aquel pelinegro. ┃ En donde Iván se siente seguro en la presencia de aquel castaño.