🍂; Capítulo tres.

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「03: Ayúdala」

Pov' Astrid.
—¿𝕬ceptas que tienes un problema? —arqueó una ceja.

—Jamás —negué.

Ella puso sus manos en forma de jarra y me miró fijamente. Su actitud altanera y ropajes elegantes no me engañaban.

—¿Entonces por qué viniste a Ztorm a visitarme? —se sentó a mi lado, rindiéndose completamente del reto que ella misma se había puesto: descubrir a fondo qué me pasaba.

Y por supuesto que lo sabría, pero no por su cuenta.

—Vine porque necesito un favor, prima —puse ambas manos encima de la mesa.

—Ok, te escucho —tomó de su taza de té de manzanilla.

—Bien, Taleyah. El caso es que desde hace semanas he estado escuchando ruidos —hizo una mueca de confusión—, son más como latidos, pum pum, pum pum —soné mis manos contra la mesa acompañando el ritmo de mis palabras—, me atormentan demasiado, desde que comenzaron no se van, ayer dejé de escucharlos por unas horas y creí que por fin había terminado, pero no. Comenzé a escucharlos de nuevo y son insoportables, es como si una persona estuviera viviendo en mi mente y yo pudiera escuchar sus latidos, siempre. Incluso ahora los estoy oyendo, son tenues, pero los oigo —mi prima alzó las cejas y entreabrió los ojos, con asombro—. A veces he llegado a marearme y desmayarme, como ayer, cuando deje de oírlos.

—Creo... —suspiró— creo que he leído sobre eso en algún lugar —se levantó de repente—. Sígueme.

Había decidido visitar a mi prima Taleyah, una echizera poco mayor que yo que iba en Ztorm. Seguro que con algún conjuro o algo podría ayudarme. Tan siquiera que me hiciera sorda.

Y a pesar de haberme saltado las clases de la mañana tenía que regresar para la tarde por la pesquisa diaria a las siete.

—Lo siento —se detuvo delante de una pared un poco extraña cubierta de musgo—, no puedes entrar —dijo aquello con una mueca de disgusto—. Espera aquí un momento.

Asentí para luego quedar arrecostada en una columna de granito. Ella zapateó con sus altos tacones varias veces encima de una losa en específico y la pared se desvaneció. No pude ver lo que había detrás, simplemente estaba borroso. Malditos echizos.

Luego de un rato de búsqueda dentro de... esa cosa ella asomó su cabeza.

—Y... ¿hace cuánto es que tú oyes...? ya sabes, eso.

—Hace como dos semanas o quizás tres.

Sin contestarme volvió a meter la cabeza. Resoplé con fuerza.

No sé cuánto tiempo había pasado ahí pero pareció una eternidad. Hasta que Taleyah salió.

«Por fin»

Me miró con expresión asustada.

—No se de que va esto, pero averigüemoslo —se encogió de hombros.

...

Me crucé de brazos. Bastante confundida con su pobre explicación.

—¿Me explicas que es eso de él libro me escogió a mí y no al revés? Y deja de adornar las cosas, por favor.

Ella se tiró a la cama, frustrada, frotándose la cara con las manos toscamente. Murmuró un par de cosas que no entendí, parecía un hechizo, lo confirmé cuando delante suyo apareció entre humo azul un libro bastante viejo.

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