- Prólogo -

380 21 7
                                    

[...]

Las 7 en punto de la mañana , sonaba la campanita del despertador. Una mañana algo helada como de costumbre , la temperatura marcaba -1°.

Entre las grandes y suaves cobijas de terciopelo blanco , se removía un joven; El odiar levantarse cada mañana era de costumbre. Odiando las bajas temperaturas de su ciudad.

Apagando aquella ruidosa alarma que le habían regalado por su cumpleaños y dando un fuerte suspiró, se dispuso iniciar su día.

[...]

Luego de tomar una ducha fría y abrigarse bien, Bajó por aquella alfombra de color carmesí que decoraba la larga escalera de su hogar.

— Guten Morgen... — Habló con pesadez.

— Guten Morgen — dijieron varias personas al unisonido.

Tomó Asiento ala par de su familia , desayunando para salir a sus respectivos trabajos o vidas.

— ¿Trabajas hoy?

— Sí, cómo de costumbre.

— Pensé que llegarías a cenar con nosotros por hoy...

Sohn — La voz del mayor , áspera y cansada le causó un escalofrío al joven. Era un día importante para el menor del hogar, deseando pasar con su familia.

—Sabes que-

—No, está bien.

interrumpió el pelirrojo, Levantándose del comedor.

—Reich.

El mencionado le miro sin ganas, aquellos ojos cansados carmesí decían todo.

Ich tue es nicht mit der Absicht, zu schaden (No lo hago con la intención de perjudicar) — argumento.

— Sabes que es un día especial para él, por lógica, para nosotros.

El padre de familia acabo con la poca paciencia que le regala a sus hijos.

— ¡Carajo! ladras demaciado por un estúpido cumpleaños — enseñó aquellos afilados dientes — Tienen más, cada año tienen uno , no se van a morir si no celebran uno.

[...]

Tschuldigung, Reich.

— Deja de tenerme lastima.

— No puedo evitarlo — molestó.

El contrarió le contestó un simple "Tsk", maldiciendo a las bromas de su hermano.

— ¿Ya se levantó?

— No, le eh dejado estar un poco más, Se lo merece.

— Deja de malcriarlo.

— Eso hacen los tíos, malcriar.

«Desgraciado, cómo no es tu hijo», pensó reich.

¡Tap , tap! se escuchaba cada vez más cerca, el Joven del hogar había despertado sin previo aviso.

—Vati!

—¿No qué estaba durmiendo? ¡Eh!, tío malcriado.

—Lo siento bro, la cafeína.

El jóven abrazo el brazo del alemán, quien le levanto, dándole vueltas, accediendo a un cálido abrazo de cumpleaños. «Mein Deutschland».

—Herzlichen Glückwunsch zum Geburtstag, Liebling (Feliz cumpleaños, mi amor)— repartió unos cuantos besos en la frente contraria.

¡OH, NO OTRA VEZ!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora