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-¡Santa Jihoon! Santa Jihoon!

Jihoon se estremeció; el repentino grito casi le hizo rozar la parte equivocada del juguete del tren de madera. El Papá Noel chasqueó la lengua y fulminó con la mirada a los dos elfos, irrumpiendo por la puerta: -¡¿Qué pasa?! ¡Dejen de chillar, elfos! Estoy trabajando aquí.

Los elfos, azul y rojo, seguían tan alegres como siempre, rebotando por la habitación de Jihoon como si estuvieran en un trampolín.

-Santa Jihoon, ¿aún no has terminado?

-¡Hoy es Navidad! Navidad!

-Sí, sí, lo sé, sólo...sólo un poco más, ¿vale?- Jihoon frunció el ceño, sacudiendo su pincel, empapado de pintura amarilla, y volvió a concentrarse en su tarea.

Los elfos se callaron entonces, mirándose unos a otros antes de observar al único Papá Noel de la sala.

Jihoon estaba sentado en medio de la desordenada habitación; juguetes, cajas y cintas esparcidas por todas partes. La mayoría de los regalos estaban envueltos, pero algunos seguían descuidados, a la intemperie, a pesar de que ya han pasado dos minutos de la Navidad. Todos los Papá Noel ya habían cargado su bolsa mágica roja repleta de regalos en sus trineos, pero entonces, ahí estaba Jihoon, con el pelo rubio alborotado y desordenado, entrecerrando los ojos en el tren de madera mientras punteaba pequeñas estrellas amarillas en el vagón con mucho cuidado, ignorante de los cientos de juguetes desencajados a su alrededor.

Pasaron minutos cuando Santa Jihoon finalmente terminó su obra maestra.

-¡Ya está! Bonito, ¿verdad?- El orgulloso Papá Noel se alegró, mostrando el tren de madera, recubierto de pintura negra brillante con una detallada decoración de estrellas y planetas y cometas, como si el tren viajara entre la vía láctea.

Hermoso.

Demasiado bonito quizás para un niño de tres años, el niño designado para recibir el regalo, por lo que el elfo de pelo azul contestó a Santa Claus con una risita divertida.

-Sabes, los regalos de Santa Jihoon siempre parecen más bonitos que los del otro Santa.

El elfo rojo asintió, con una amplia sonrisa dibujada en su rostro: -¡Aw, eso es porque pasa mucho tiempo preparando cada uno! hihi!

-Ajá, por eso ningún elfo quiere ayudarle. Es demasiado meticuloso...

-Y malhumorado. Escuché que el año pasado, Santa Jihoon le ladró a un elfo porque el regalo que empacó no estaba completo según Santa Jihoon, aunque basado en la lista dada por el Jefe, lo estaba.

-¡Ooh, Santa malo! ¡Santa malo!

-¡Eh, los oigo, elfos!- Jihoon aulló a las pequeñas plagas, aunque el grupo se limitó a reír en un tono más alto que antes. El Santa estuvo realmente a punto de lanzar el tren de madera a esos pequeños bobos.

Pero se recompuso y respiró mientras recordaba lo que realmente había sucedido el año pasado. Jihoon se acordó de un gemelo caucásico, ambos nerviosos y llenos de sonrisas al llevar el mismo par de bolsas.

-Miren, el regalo eran mochilas escolares para los niños que iban a su primer año de primaria, ¿y saben cuántas veces los niños pierden su mochila? A menudo, les digo. O son descuidados o son matones, están al acecho en cada rincón de la escuela.

Los elfos detuvieron sus risas; inclinaron la cabeza hacia el Santa, aparentemente desconcertados. Santa Jihoon, que estaba abanicando la pintura a medio secar del tren, continuó.

-Así que es razonable añadir etiquetas con nombres y muñecos de punto para identificar las bolsas en caso de que se pierdan o algo así. Es lo mínimo que podía hacer como Santa. Es decir, si el Papá Noel no añade nada a los juguetes ya procesados de la Fábrica, ¿qué sentido tiene nuestra existencia? ¿Los envoltorios de los regalos? ¿El equipo de reparto?

late santaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora