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La relación entre ambos siempre fue buena; primero comenzó cómo una amistad, siguiendo los acercamientos en la cancha, los festejos, los pequeños cariños indiscretos hasta que el explosivo omega tuvo que abrirle los ojos con respecto a sus sentimi...

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La relación entre ambos siempre fue buena; primero comenzó cómo una amistad, siguiendo los acercamientos en la cancha, los festejos, los pequeños cariños indiscretos hasta que el explosivo omega tuvo que abrirle los ojos con respecto a sus sentimientos.
Solo que el momento exacto en donde su mente quiso aceptar lo que sucedía, fue al ayudar al joven omega en un periodo de celo. No podría considerarlo cómo un compañero de cama inestable, ya que resultaba ser dócil y atrevido, lo contrario que daba cómo impresión el medio campista con sus arrebatos.

Cuando Robert despertó el día después de la candente situación, se torturaba pensando en que aquello fue un accidente, algo que no debía ocurrir. Pero cuando paso la primer ola de calor en el omega, el alfa fue por la mochila del español para que pudiera ducharse y cambiar sus ropas, un frasco conocido cayó de este, y al leer la información, supo de qué se trataba: un inhibidor omega.

—Jodido mocoso...— maldijo el polaco regresando a la habitación en busca de una explicación por el omega.

Lewandowski colocó deliberadamente el inhibidor en la mesa de noche a un lado de la promesa española, y espero con paciencia a que despertara, lo cuál no fue demasiado ya que al comenzar con unos pequeños toques en su pierna, el bello omega abrió sus ojos adormilado.

—Buenos días, Lewy. — saludó el menor con una amplia sonrisa, una que fue desapareciendo lentamente al notar el frasco a su lado.

—Oh, ¿Acaso te comió la lengua el ratón?— murmuró el alfa presionando el agarre en la tonificada pierna del contrario.

—Me has dejado sin voz, alfa. ¿Quieres que te lo recuerde?— insinuó el más joven con coquetería, pero el pequeño quejido ante el apretón de advertencia del mayor le dejo claro que no era momento de jugar. —Y-Yo...Había olvidado que lo llevaba conmigo, en un momento así estuve cegado por mi instinto. — se defendió bajando el tono de su voz.

—Sí, por supuesto que sí, omega.

Al ver la evidente incredulidad de su destinado, Gavi bajó la cabeza mostrando arrepentimiento por sus acciones, comenzando a disculparse afirmando que no tenía intención de mentirle sobre ello, pero que fue una medida drástica tomada para definir si debía rendirse o no con él.
Pablo no era ingenuo cómo los demás omegas, él no creía en ese mundo de los adultos donde las mentiras piadosas y las excusas tan torpes fueran solo un coqueteo. Tenía claro que su alfa era diferente, y que no jugaba con él.

 Tenía claro que su alfa era diferente, y que no jugaba con él

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