Pequeñas Candidatas Reales

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Previamente:

Las candidatas reales tuvieron una reunión cooperativa entre ellas cuando el infame Culto de la Bruja dirigido por Capella atacó la Mansión Karsten. El arzobispo del pecado de la lujuria arrojó un fluido misterioso hacia la mesa, que desencadenó un gas nocivo rosa, lo que provocó que las candidatas reales se desmayaran. Sus respectivos caballeros, después de someter a las otras fuerzas del mal, irrumpieron en la sala de reuniones y quedaron horrorizados cuando sus ojos vieron...

La situación actual:

"Qué difícil predicamento estamos enfrentando en este momento". La peliverde evaluó la situación, con su sombrero resbalándose de vez en cuando de su cabeza. Está sentada en su escritorio, pero no podía alcanzar su mesa, lo que provocó que Félix apilara libros en su silla para nivelarla con su escritorio.

"Eso parece. Esto causará una protesta si sale a la luz pública". La comerciante de cabello malva se lamentó, ligeramente irritada con su sombrero y bufanda que casi le cubrían la cara . "Nunca pensé que odiaría mi atuendo por una vez". Ella internalizó esto ya que se via como una nube esponjosa.

"Yo misma estoy un poco irritada por ser atrapada en una trampa tan tonta y trivial. Cuando yo misma tenga mis manos sobre esa desdichada arzobispo, la desollaré viva lentamente". La pelinaranja declaró mientras sus ojos rojo sangre se llenaban de rabia, sus diminutas manos agarraban el abanico tan fuerte como podía, deseando que se rompiera.

"¿Qué vamos a hacer ahora? ¡No quiero quedarme así para siempre! Es muy difícil moverse y no quiero que me traten como a una niña...", se enfurruñó la semielfo de cabello plateado. mientras pateaba suavemente su bota en el suelo mientras las lágrimas amenazan con caer en la esquina de sus ojos color amatista. Sus mejillas hinchadas crispadas por la anterior sesión de llanto que hizo antes.

"Antes de eso, ¿QUIEREN DEJAR DE CHILLAR?! ¡Podemos oirlos, saben! ¡Tú también, Rein! ¡Este es un asunto serio, así que cállate y concéntrate!" la princesa rubia de ojos rojos miró a los caballeros, haciendo pucheros y llorando de ira y frustración.


Dichos caballeros estaban hechos un lío, pero por diferentes razones:

Subaru estaba apoyado en el marco de la puerta, con las manos cubriendo su rostro, obligándose a no chillar ante la ternura que tenía delante. "Cálmate Subaru, Beako nunca te perdonará si se entera". Murmuró por lo bajo.

El caballero manco temblaba ligeramente, apoyándose también en una de las sillas vacías. Por una vez, se alegro de que su rostro estuviera cubierto con su casco, ya que su boca amenaza con romper la formación de una sonrisa. También quiso que su voz se apagara, ya que resonaría y recibiría un "severo" castigo de su señora.

A Julius y Reinhard tampoco les iba mejor, ya que ambos se tapaban la boca con una mano. El Caballero Espiritual agarraba con fuerza su vaina para salvar su vida, mientras que la mente del Santo de la Espada comenzaba a vagar atuendo tras atuendo que planificar, comprar y dárselo a su respectiva dama. "Como Caballero Real, esta puede ser la misión más difícil y extraña a la que me he enfrentado". ambos caballeros compartían el sentimiento.

Por último, el mejor sanador de Lugunica está de pie junto al escritorio de su dama, tratando desesperadamente de recuperar la compostura pero fallando: mordiéndose el labio, respirando lenta y profundamente, y resistiendo el impulso de levantar la "mini-Crusch" que actualmente estaba sentado a su lado. Para evitar ceder a sus impulsos, colocó sus manos en la espalda, una sobre la otra, con las uñas clavadas en la otra muñeca. "Resiste, debes resistir...", musitó mientras intentaba mirar directamente a la pared y evitar mirar a las otras versiones "mini" de las Candidatas Reales.

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