No le di importancia al silencio cuando salí de la ducha del vestuario envuelta en mi toalla. No era la primera vez que era la última en salir, por lo que ya casi todos se habían marchado. Me sequé el pelo y me vestí con calma. Sin embargo, al irme, me extrañó que no hubiera nadie en la recepción.
Una vez estuve en la calle, la ausencia de gente y de ruido cobró sentido.
"Recuerda que te mantengo con vida". Niragi volvió a usar su frase estrella conmigo para asegurarse de que, en efecto, lo tuviera asimilado. No hacía falta que me lo repitiera una vez más, ni que me amenazara con el rifle, ya que mi cuerpo funcionaba a su voluntad porqué mi mente le pertenecía. Tenía memorizada la humedad de su aliento en mi oreja y la presión del arma, a veces aún ardiendo por haber sido disparada anteriormente, en mi cuello; y mi cuerpo podía notar, incluso en la lejanía, su presencia amenazadora. Entonces, sin vacilar, volví a hacer lo único que creía que podía hacer para sobrevivir.
"Bien hecho, gatita. Lo estás haciendo muy bien.". Niragi me besó mientras yo aún jadeaba por el esfuerzo y la chica yacía noqueada en el suelo, con la boca abierta y un charco de sangre proveniente de su nariz que le manchaba el pelo rubio. Mis brazos eran como dos pesos muertos que caían a mi lado mientras sus labios secos seguían sobre los míos, encarcelados por la presión que ejercía su cuerpo contra mi cuerpo. De mis manos envueltas en unas vendas hechas improvisadamente con jirones de ropa, goteaba la sangre. Cada gota que caía al suelo parecía formar parte de un conteo de todas las muertes en las que había participado aquella noche funesta en la playa. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete...
"Quédate aquí, no te muevas. De estos me encargo yo". Niragi apoyó la mano con la que sujetaba el rifle en mi mejilla. Un sonido amargo, parecido a la risa o a un gemido suave, salió de mi garganta producido por el contraste entre el frío de su mano y el calor del arma en mi piel. También por el contraste entre mi propia desesperación que me consumía y la apatía con la que me había acostumbrado a mirar el mundo que me rodeaba. Aunque, en ese entonces, la sensación no era muy diferente de la que sentía en la vida real. Él sonrió satisfecho y se dirigió corriendo hacia aquel dúo que no podría ser más diferente a lo que éramos él y yo. Unidos por la casualidad, o la causalidad, aún juntos por el poder.
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𝘝𝘦𝘯𝘨𝘢𝘯𝘻𝘢
Fanfiction"𝗧𝗼𝗱𝗼 𝗲𝘀𝗲 𝗱𝗼𝗹𝗼𝗿 𝘃𝘂𝗲𝗹𝘃𝗲 𝗺𝘂𝗹𝘁𝗶𝗽𝗹𝗶𝗰𝗮𝗱𝗼 𝗣𝗼𝗿 𝗰𝗮𝗱𝗮 𝗱í𝗮 𝘀𝘂𝗳𝗿𝗶𝗱𝗼, 𝗽𝗼𝗿 𝗰𝗮𝗱𝗮 𝗿𝗲𝗰𝘂𝗲𝗿𝗱𝗼, 𝗽𝗼𝗿 𝗰𝗮𝗱𝗮 𝗹𝗹𝗮𝗻𝘁𝗼. [...] 𝗘𝘀𝘁𝗼 𝗲𝘀 𝗽𝗼𝗿 𝗺í 𝘆 𝗽𝗼𝗿 𝘁𝗼𝗱𝗮𝘀". 𝗩𝗲𝗻𝗴𝗮𝗻𝘇𝗮, 𝗡𝗼 𝘁𝗲...