Naces

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Que lo disfruten...

Creo su propio mundo de fantasía.

Sentando en su cama estaba Mientras acariciaba sus viejas cicatrices de sus brazos sus pensamientos estaban yendo por diferentes caminos, carcomiendolo por dentro... una vez más.

Había pasado un tiempo desde que tuvo algún pensamiento suicida.

Quizás seis.

Cinco.

O cuatro años atrás.

Quizás intencionalmente usaba camisas de manga larga para esconder su hambre. Y de vez en cuanto una chaqueta naranja que su mentor le regaló.

Se alimentaba del dolor ajeno, aún así se sentía tan delgado.

Ahora con casi veintiún años volvía a tenerlas.

Aunque las horribles pesadillas eran recurrentes, el alguna vez Uzumaki había dejado su medicación al sentirse mejor por el paso de los años sin la necesidad, ahora las deseaba. Su ansiedad volvió, su mente se estaba fraccionado, el Temblaba intentando no derrumbarse. La vida de los verdaderos soldados era diferente, jamás había gloria o heroísmo en las cosas que hacían en carne propia, eran visto como villanos por sus objetivos y sus conocidos pero visto de cierta manera por civiles y otros ingenuos ninjas como héroes por los rumores que podrían circulas a partir de la distorsión de la realidad.

luego de enterarse que sus padres estaban vivos y lo abandonaron no lo derrumbó. cuando hizo cosas horribles al ser miembro activo de anbu por años tampoco, El ser marginado mucho menos. Ahora era todo muy diferente, y la diferencia le llegó por sorpresa.

Giraba su cabeza hacia su ventana empañada la cual rara vez entraba luz solar al estar al costado del edificio y de frente con otro edificio más. La época de nieve estaba llegando en unos meses y la temperatura bajaba al paso de los días, Las campanas de la catedral a lo lejos sonaban con regularidad, desde su uso de razón esas campanas estaban ahí presentes acompañándolo en la soledad de su departamento, en su miseria, en su felicidad quizás ellas mismas presenciaron su nacimiento pero ahora las escuchaba diferente... lentas y pesadas, quizás debido al óxido del paso del padre tiempo.

Su mano se extendió detrás de su almohada sacando el kunai escondido que usaría si alguna vez era atacado en su propia casa, hace años que lo tenía, nuevo como la primera vez que lo compro, el color metálico brillante reflejante le mostró una vez más su rostro cansado, debajo de sus ojos azules profundos llenos de tristeza estaban unas bolsas de cansancio por las malas prácticas de sueño, su rubia cabellera estaba desorganizada aunque si lo intentara dar forma era imposible que estuviera en su sitio. Era horrible tener la constancia que en algún momento de la noche alguien podría hacerte daño.

Sus dos manos jugueteaban con la arma y se preguntó si realmente era necesario esto.

De defenderse en su propia casa, en su patria; Konoha.

Apretaba con su mano derecha la tela roja que envolvía el mango metálico del kunai con algo de temblores. Con el dedo medio de su otra mano lentamente la acercaba a la punta del arma hasta llegar a pincharse. El sonido de campanas y un nuevo sonido de tic de un reloj se combinaron.

la sangre pronto proto, Su fiel amiga.

Cada día ella estaba consigo, ella circulaba por todo su cuerpo dándole vitalidad.

Vitalidad que el quitaba, que quitaba a todo el mundo.

El llego a amar a todo el mundo.

Naruto: Una Cuna para HadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora