Cuando la vida te da el primer golpe tú tienes que darle uno mucho más fuerte, y cuando una persona te rechaza tú tienes que hacer frente a ese hecho de la mejor manera.
Vengarte de la persona que te rechazo por otro y del joven que enamoró a tu alm...
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Siente su cara roja, su corazón palpitando y sus típicas manos sudorosas desde hace unos minutos.
Todo solo por una persona, Libra. Quién le dirige sus bellos ojos verdes en sus ojos cafés, está mucho más nervioso con los segundos que pasan y se arrepiente solo un poquito.
—Aries, estás seguro de esto.
Y Aries está más que seguro, no hay nadie más en aquella puerta, sólo Libra y Aries bajo el muérdago navideño.
Ellos sin nadie a la vista y por lo mismo, Libra duda en besarlo. Pero Aries realmente quiere ser besado.
—Estoy seguro, es una tradición o no— intenta sonar seguro y hacer pasar todo por una competencia tradicional.
Algo que se debe hacer por orden y no por decisión.
—Pues qué más se va a hacer— mira la sonrisa divertida de Libra haciendo emocionar más a su corazón —Pero no te arrepientas después.
Porque lo haría, besara a su crush. Aries no se arrepiente de poner ese muérdago en la puerta.
Así que cuando nota como Libra coloca sus manos en sus mejillas y las empieza a acariciar tan despacio que le hace cosquillas acelerando su corazón a un punto en qué puede oírlo.
Cierra los ojos sintiendo como el aliento de Libra choca con sus labios hasta que sigue el impacto. Y es como en todas las veces, mariposas revoloteando en su estómago.
Tan chicle que puede ser una novela romántica y no niega que su explicación es porque es un romántico empedernido.
De esos que quieren hacer de todo con la persona que les gusta, y a Aries le gusta Libra.
Así que cuando los labios de Libra se separan de los suyos, se siente un poco triste porque ya no hay excusas para besar al rubio.
O eso cree.
Porque inicia un segundo impacto qué le habré los ojos de la sorpresa, la ternura de un inició se acaba y evoluciona a una imponente fuerza que lo impacta contra el marco de la puerta.
Ya no hay suavidad, solo ímpetu. Las manos de Libra agarran con fuerza mis caderas mientras me aprieta con todo su cuerpo, mis manos aprietan sus hombros sin saber dónde o qué más hacer, ya que todo eso es algo nuevo para mí.
Mi instinto hace corresponder las acciones de Libra y dejarle el completo control, así como la manera en que su lengua acaricia la mía mientras sus ojos me miran curiosos y cautelosos.
Pero deja de besarme después de unos minutos. Se aleja un poco de mi desviando la mirada hacia otro lugar de la habitación.
