All the pretty little horses

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[ They won't take you away ]

El mismo sueño. La misma pesadilla.

Minghao se despertó con un dolor en el pecho muy grande, cavando a fondo en su corazón.

No se movió abruptamente, sino que clavó sus ojos en ninguna parte de la habitación que estaba en oscuridad, incapaz de moverse, incapaz de hacer nada más que sentir las lágrimas bajando por sus mejillas y la respiración que salía como sollozos callados.

Sus manos se aferraban con fuerza a la almohada e intentó comprender lo que sucedía, pero las memorias de la pesadilla estaban frescas y Minghao no podía discernir entre el sueño y la realidad.

Le dolía mucho, y eso sí era real.

Le dolía mucho contemplar esa posibilidad, la de perder a su hijo sin siquiera verlo nacer, sin cargarlo en sus brazos al menos una vez.

Y fue ahí que se rompió. La pesadilla le arrebató todo y Minghao se sentó en la cama, buscando por Mingyu a su lado, pues necesitaba a su alfa para consolarlo.

Sin embargo, al palmear en el lugar designado por su esposo, lo encontró vacío. Sólo estaba el calor que Mingyu había dejado, pero ninguna señal de él.

La angustia aumentó, cómo si fuera posible tener más de la que ya sentía. En la pesadilla, Minghao perdió a su hijo, le sacó lágrimas, le destrozó el alma, y eso se lo había llevado a la vida real.

Y ahora el amor de su vida no estaba a su lado.

Minghao entró en pánico y desesperación, sin saber qué hacer.

Así que gritó.

—¡Mingyu! —llamó sollozando, con la respiración entrecortada, con las manos en el pecho que sentía una opresión que le arrebataba el aire.

No fue un grito común, sino, un llamado de omega. Minghao sólo lo había utilizado una vez, porque sabía los efectos que tenía en el alfa.

El grito de un omega sólo era liberado cuando estaba en una situación de peligro o en mucho estrés. Tenía un tono que sólo apelaba al alfa con el cuál estaba unido.

En el piso de abajo, seguramente desde la cocina, se escuchó el vidrio romperse. Un vaso que cayó apenas Minghao gritó el nombre de Mingyu.

Después unos pasos pesados y rápidos corriendo desde abajo, subiendo por las escaleras con prisa. La puerta se abrió de golpe y un cuerpo se abalanzó hacia la cama, encendiendo una de las lámparas sobre la mesa de noche.

—¡Hao! ¡¿Estás bien?! ¿Qué pasa, mi amor?

Mingyu llegó muy rápido y todas sus feromonas de alfa estaban al borde, preparado para cualquier cosa. Pero Minghao lloraba y sus feromonas de estrés y angustia inundaban la habitación.

—Gyu... —El omega sollozó y Mingyu entonces se dió cuenta de lo que sucedía. No había peligro cercano, de eso se aseguró, y Minghao no parecía herido, sólo alterado emocionalmente.

Mingyu lo conocía tan bien que Minghao no tenía que explicarle lo que pasaba. Lo abrazó, atrayéndolo a su pecho, envolviendo el cuerpo tembloroso del omega, que se aferró a él con desesperación.

El alfa hizo círculos en la espalda de Minghao, colocando su mejilla en la coronilla castaña, liberando sus feromonas de protección para calmar al omega y su aroma para darle un poco de consuelo.

—Aquí estoy, miel, no pasa nada, sólo fue un sueño —dijo con voz baja y suave, tratando de consolar a su esposo.

Minghao no había dejado de temblar, pero tener el aroma de Mingyu envolviéndolo lo tranquilizó poco a poco, liberando su propio aroma para que se uniera al de su alma gemela.

Animal Instinct (GyuHao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora