Reacciones de los miembros de Bangtan a diferentes situaciones o momentos.
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No +18
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La angustia te carcomía el alma. Los sentimientos negativos te han hecho soltar demasiadas lágrimas, que rodaban por tus mejillas para estallar contra el frío suelo de la habitación que compartías con Namjoon, el jefe de la mafia Kim. Nunca te ha gustado tu cuerpo, al no encajar en los estándares de belleza de Corea del Sur, dónde proviene tú esposo. Te quebraba tanto el alma de sólo observar a las muchachas, tan delgadas y hermosas, con un rostro perfecto y una mirada tan dulce, que pensabas que tú esposo se merecía una mujer mucho mejor, quién lo tentara con su belleza y lo endulzara con su preciado cuerpo.
Abrazabas a tu osito de peluche que tú esposo te ha regalado hace algunas horas, justo antes de irse a trabajar. Mientras lo extrañabas demasiado, sólo quedaba pensar en qué pronto volvería a casa de sus misiones, para descansar y consolarte. Tus sollozos aumentaron al escuchar cómo se abría la puerta y rebelaba la presencia del nombrado, que se acercó extrañado hacia tu cuerpo acostado sobre el suelo, plagado de errores, inseguridades, junto con la presencia de marcas de golpes que te causaste hace apenas segundos, deseando ser la mujer que tanto deseabas para él.
"Tesoro, ¿Que tienes?", te preguntó el, tomándote de los hombros para levantarte del suelo, para luego sentarte en su regazo.
"Nada, no te preocupes, estoy bien", respondiste, intentando no preocuparlo, pero te hizo mirarlo a los ojos. Eso fue suficiente para que notara en el hundido pozo de angustia en el qué te encontrabas cuando estuvo ausente.
"Tesoro, tus ojitos están hinchados. ¿Estuviste llorando, cierto?", preguntó nuevamente él, mientras te acariciaba la mejilla y te secaba las lágrimas.
"Lo siento mucho. No quería decepcionarte, pero lo hice", contestaste, cansada y abrazando su cintura, sintiendo como acariciaba tu cabello.
"No te disculpes, tesoro. Todo se encuentra bien", te dijo él, logrando calmar tus sollozos con sus caricias, que traían consigo la mayor ternura y el mayor amor que encontraba para demostrarte.
"Me siento muy mal. No estoy conforme con mi cuerpo. Es espantoso, Joonie. No soporto cargar con este sentimiento. No me gusta. He aumentado de peso, mi cabello perdió su color, mis pómulos han engordado, mis piernas dan asco a la vista. No lo aguanto", declaraste, cegada por el dolor que el contrario encontraba como algo absurdo.
"No quiero que vuelvas a repetir eso. Tu cuerpo es hermoso tal como se encuentra. No debes cambiar nada de tu cuerpo para que alguien te ame. El amor y el afecto van mucho más allá de la estética. Eres preciosa y la mujer indicada para amar hasta mi último suspiro". "Te amo mucho, tesorito de mi corazón", te respondió, para luego darte besitos en las manos, en tus mejillas, en tu frente, para terminar en tu cabello, acariciándolo para marcarlo con sus besos.
