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No +18
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Te encantaba matar. Sentir como los cuerpos se desintegraban en tan pocos segundos, o enterrar cualquier tipo de arma sobre el cuerpo de mujeres, hombres, niños, niñas, quien sea. Necesitabas saciar tu alma de dolor con la muerte, la sangre, el dolor, los chillidos, los gritos, los rezos y los ruegos, cosas que amabas sentir y escuchar.
El conocido mafioso, Kim Namjoon, te tuvo en su mira durante mucho tiempo, desde el principio de tu masacre, junto con tus interesantes métodos de matanza que utilizabas para con tus víctimas o victimarios. Ver cómo se oscurecía tu mirada al sentir como sus huesos se estrujaban de dolor, o como tus oídos se endulzaban al sentir el sufrimiento de aquellos que nunca merecieron vivir.
"Esa chica. La quiero para mi", pensaba Kim, mirando como matabas a tu madre, en medio de la oscuridad, para escapar de tu casa, de la prensa y del propio Infierno que creaste en unos pocos segundos, para despedirte temporalmente de él y prestar tiempo a tu sueño.
En aquel instante, luego de haber lavado tu ropa ensangrentada y estar preparada para dormir sin el más mínimo sentimiento de culpa por tus fuertes e intensas atrocidades, sentiste como dos brazos te tomaron fuertemente de la cintura. Se trataba del joven Kim Namjoon, abrazando tu cuerpo con sus fuertes brazos para llevarte hasta la casa que se convertiría en tu casa también.
"¿Quién eres tú?", dijiste, al despertar y preparada para lo peor, imaginando como sería escuchar sus gritos de dolor.
"Oh, pequeña. ¡Al fin despiertas! He pensando que dormirias por siempre", te dijo, acariciando tu cabello, pero en el momento en el que intentaste propinarle un golpe, lo esquivó conveniente, hasta acorralarte contra el respaldo de su cama y darte un tendido beso en el cuello.
"Oh, mi pequeña. Cuánto adoro tenerte solo para mí, tesoro", te dijo, besando tus labios con cierta violencia que viste en sus oscuros ojos.
