¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
30 JULIO, 2022
MOGYORÓD, HUNGRÍA
CIRCUITO DE HUNGARORING
Cualquier persona pensaría que Luna Wagner estaba loca. No solo por el hecho de que todos los fines de semana se subía a manejar un monoplaza que iba a más de cien kilómetros por hora y realmente lo disfrutaba, sino porque también le parecía placentero sentarse en el asfalto maltratado de cual sea el circuito al que debía enfrentarse. Aunque también era sabido por millones de personas que era una tradición solamente digna de la argentina, porque nadie se daría el lujo de relajarse cuando todos los demás trabajaban arduamente.
Celeste no se sorprendió cuando la vio en la línea de salida, sentada en forma de indio y tomando un mate que iba preparando con su termo turquesa al lado. Se encontraba mirando a la nada misma, mientras el viento volaba sus cabellos sueltos como si se tratara de una danza alegre. Parecía completamente aislada de lo que pasaba a su alrededor, aunque estaba atenta a cada pequeño sonido por lo que terminó girándose al sentir los pasos de la muchacha detrás suyo.
—Chelu, hola. ¿Querés mate? —ofreció la piloto con sus ojos entrecerrados por el sol que le daba de lleno. Alzó su mate hacia ella, la cual negó rápidamente y se agachó a su altura.
—Están por ser las cinco, tenés que ir a cambiarte —comentó Celeste en un tono cálido, mientras largaba una risita gracias al rostro confundido que mantenía la chica.
—¿Posta? —cuestionó, agarrando su celular. Cuando este se prendió, mostraba claramente que las palabras de su amiga eran verdad—. Perdón, perdón, no me di cuenta.
—No pasa nada, boba —respondió la representante ante su preocupación, mientras Luna se levantaba del piso, limpiando su ropa y agarrando el termo junto al mate—. Christian quería hablar con vos.
—¿Sí? Qué raro —frunció el ceño la argentina, levemente extrañada por el aviso de Celeste, la cual asintió rápidamente.
Christian Horner era el jefe hacía bastante tiempo y Luna lo consideraba casi un mentor para ella, porque el británico la hizo llegar a la Fórmula Uno y confió en el talento que sus manos poseían. Claramente escaló muchísimos escalones que cualquier piloto y fue una de las cosas más difíciles que Luna habia hecho, pues ser mujer en un ámbito dominado por hombres era un problema que debía ser abordado con una serenidad insoportable. Horner observó de cerca sus carreras en la Formula Dos, maravillándose de la solidez que mantenía la joven promesa, pero hasta que se disputó una carrera en Monza no fue el momento decisivo. Aquella ciudad italiana la vio renacer de una manera espectacular, dejando una de las mejores carreras de la historia para Wagner: había comenzado en el último puesto, con muchas averías en su monoplaza y un equipo poco eficiente, pero logró armase de valor y culminar la tarde con el premio mayor, el del primer puesto.
