Capitulo V: "Aprendiendo a estar juntos"

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—Kannao Miyamoto... Te estaban buscando en la dirección, parece algo muy serio. —la delegada habla seriamente y ajusta sus lentes, acomodando uno de sus mechones rosas, detrás de su oreja.

La pelimorada toma un sorbo de su jugo de manzana y se levanta, la silla donde estaba, chilló contra el piso de la cafetería.

—¿Miya-chan estarás bien? —pregunta preocupada otra de las chicas sentadas en la misma mesa, era una pelinaranja, con un característico broche de mariposa, sujetando una pequeña porción de su cabello.

—Tomoe, no ha de ser nada, debe de ser un error— dice tranquila Miyamoto, saliendo del lugar.

Las dos chicas caminaban por los pasillos. En todo el lugar, solo se escuchaban sus pisadas hacer eco. Debes en cuando la delegada veía de reojo a la chica de los caireles. Para la pelirosa, su compañera nueva, era todo un misterio, para empezar, se sabía que era huérfana, pero actuaba de una manera tan alegre y burbujeante, todo lo contrario, a lo que cualquiera esperaría, transmitía tanta tranquilidad, era demasiado, casi como si fuera falso.

—Te ves demasiado seria, delegada.

—Tú también deberías estarlo, vi policías.

—No creo que tengan que ver conmigo. Habla despreocupada, coloca sus manos detrás de su espalda, dando pasos despreocupada.

—¿Tienes algo que ver con ese chico de Yuei?

—¿Qué dijiste? —desvaneciendo las vibras de tranquilidad, Kannao voltea alterada, a la delegada.

—Bakugo Katsuki ¿No te enteraste?... Otra vez es polémica, el año pasado fue el centro de atención gracias a su secuestro, orquestado por las sobras de la liga de villanos, al parecer algo le pasó. —contesta neutra la pelirosa.

Ya habían llegado a la dirección, el peso en las palabras de la delegada, se sintió, estando frente a las puertas, la pelirosa, señaló con su mano, para que la pelimorada entrara. Kannao tomó aire, en cuanto la delegada se fue, no quería verse sospechosa, ella no había tenido nada que ver con lo ocurrido.

Abre las puertas de madera, la luz del lugar le hizo querer cerrar los ojos, el enorme ventanal de la oficina, dejaba pasar toda la luz de afuera. La delegada tenía razón, ahí estaban dos policías, además el director de la U.A, por si fuera poco, con el ceño fruncido, estaba la madre de Bakugo, no cabía duda, el cenizo era una copia exacta de esa mujer. En el otro asiento, estaba un hombre castaño, suponía que era el padre de Bakugo.

—Señorita Miyamoto, es bueno tenerla aquí, adelante pase, pase. —dice el director de la institución amable.

—... Sí.

—¡Tu maldita niña, lo volviste a hacer! — la mujer rubia se levantó de manera brusca, tiró la silla donde estaba sentada, sobre saltando a todos los presentes.

Sí, definitivamente ella era la madre de Katsuki, esos ojos rojos, viéndola despectiva, los reconoció perfectamente, la vio así tantas veces.

—No sé de qué está hablando señora. —la chica parecía estar asustada por la actitud de la mujer, si lo estaba, pero no decía la verdad, tal vez le reclamaría del vídeo.

—Mi hijo ¿Dónde está mi hijo? ¡Tú ya le habías hecho daño antes!

—¿Eh? —la pelimorada quedó sorprendida, no era el reclamo que esperaba. —No, en serio ¿De qué me está hablando?

—Mi hijo ¡¿Dónde está?! ¡Contesta! —gritó la rubio enfurecida, casi se le lanzaba a la niña, su esposo la tuvo que tomar de los dos brazos para frenarla.

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⏰ Última actualización: Dec 30, 2022 ⏰

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