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El cuerpo le dolía. El frío en sus venas era tal, que la sangre le hervía. Ardía, pero no por la helada invernal. Lo peor de todo, era que no había razón para que su cuerpo se encontrase en ese estado. Estaba cubierto por sábanas, las ventanas cerradas, y la calefacción de la habitación encendida. Pero aún sentía frío. El solo hecho de respirar conyebaba a una punzada aguda de dolor. Ya no podía pensar con claridad. Los mareos eran insoportables.

Odiaba el frío. Le afectaba más horriblemente que a los otros mortales y no mortales. Todo debido a ella.

Ella le arruinó la vida.

Sus dolorosos pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta abriéndose. Un demonio de tez azul y de aspecto joven entró a la habitación con una bandeja de comida caliente.

—¿Como te encuentras Macaque?
—preguntó el demonio de cuernos al macaco sentado en la cama.

—Perfectamente listo para pudrirme en una tumba Yin, gracias por- !GGRr..!

El demonio sombra se llevó la mano a las costillas, adolorido. El demonio en la puerta se acercó lentamente, con el seño fruncido.

—Ten —dijo el mencionado colocando la bandeja en una mesa de noche

—Jin y yo preparamos caldo.

—No lo quiero —Macaque le ordenó a su compañero que se retirase junto a la bandeja. —No lo haré —le respondió él.

—Comer algo caliente te ayudará. O si no nunca-

El macaco dió un golpe a la bandeja, arrojando toda la comida al suelo.

—¡DIJE QUE TE LARGUES! —gritó.¡Nunca pedí su ayuda!

El joven demonio de cuernos se vió atónito, pero retuvo su deseo de protestar, y comenzó a recoger los pedazos de vidrio roto del suelo. También se llevó la alfombra sucia con él. Y con eso, salió de la habitación sin decir una palabra.

Macaque soltó un quejido, volvió a arroparse con sus sábanas, y sintió de pronto un profundo arrepentimiento.
Él sabía que necesitaba ayuda, pero su ego no le permitiría aceptarla. No quería verse débil, aun cuando mechones blancos resultaban ser increíblemente notorios, y su cicatriz no reflejaba más que dolor.
Macaque duró otros 10 minutos tratando de permanecer estable, aún sin nadie con quien liberarse.

De pronto, una familiar voz se escuchó desde el otro lado de la puerta.

—¿Macaque? Soy yo, Yin, ¿Puedo pasar?

El susodicho se la pensó mucho. La vergüenza no le permitió abrir la boca, hasta que estuvo totalmente decidido.

—Pasa —dijo. Yin entreabrió la puerta, con una expresión inquietantemente serena. —Bueno.. en vista de que no quisite aceptar nuestra comida..

—No Yin.. tranquilo —Macaque lo interrumpió.

—No es eso.. solo.. estaba algo atontado.
Después de una breve pausa, Macaque bajó un poco la cabeza y exclamó.
—Lo siento Yin.

—Esta bien —respondió él. —No tienes porque disculparte. De igual forma lo aprecio..

Macaque no elevó la cabeza hasta que Yin continuó.

—Bueno.. la razón por la que vine es porque alguien quería verte. Decidimos pedir una orden de fideos para ti y..
Él se ofreció a entregarlos.

 ▪︎ NIEVE ▪︎ LMK Especial Navideño ▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora