-Escúcheme bien, Ricardo. Haremos esto: Cuando lleguemos a la vivienda de Mckarly, nos quitaremos las identificaciones de P.E.A.P.I. Nos pondremos trajes similares a algún magnate multimillonario, y fingiremos competir una especie de "subasta" para comprarle la copia que tanto incordia al sr. Presidente. Cuando estemos llegando a los ocho millones de dólares, ahí usted se detiene y dice: " Me encuentro incapacitado para seguir. En mano solo tengo ocho millones y (recuerde mirar a Lion Mckarly) este mentecato (diríjase a Mckarly pero señalándome) es capaz de pagar un dolar más con la intención de hacerme pasar un mal rato.
Ahí yo miro a Lion y le digo "por mi el precio no importa. Pero guardo tanto odio contra el maldito Rosal, que , si me da las copias, haré algo tan genial que el presidente habrá de renunciar." (recuerde Chevy, tenemos que simular que odiamos al presidente)
- En ese momento, Ricardo, tenes que empujarme y decirle a Lion que vos sos capaz de cosas peores si quedas en posesión de las copias. Luego de eso, la situación se irá acomodando sola.
- Lo he comprendido. ¡es perfecto! -Exclamé.
-Pues, le haré una llamada al sr. Mckarly y le diré que deseo hacer un negocio. Su papel, amigo mio, empieza tres minutos después de que yo entre. ¡Haga un escándalo! ¡ sacuda la casa!, con tal de obtener las copias antes que yo. ¿Entendió todo?
- Así es. -Repuse.
El analista hizo la llamada y coincidió con Lion en juntarse a las 21 horas.
Fuimos juntos por la noche a la casa del jefe empresario Lion Mckarly pero yo me escondí detrás de un seto; mientras que mi amigo llevaba a cabo la primera parte del simulacro. Me alisté para ingresar, y luego de los correspondientes tres minutos, empujé la puerta.
-¡deténgase, estimado Lion! -Irrumpí bruscamente en la habitación. ¡Estoy dispuesto a ofrecerle más que el indeseable a mi lado! ¡Por favor, le doy tres millones por esa información!
- ¡Yo cuatro, estimado! ¡Le aseguro que soy de confianza! -Dijo mi amigo.
-¡¡¡CALLEN!!! -Gritó Lion Mckarly- ¿Quien es usted? -Me preguntó.
- Soy un simple opositor del presidente, y deseo comprarle la copia de privatización que tiene. Estoy dispuesto a ofrecerle cinco millones por ella.
- ¡Yo también quiero esa copia! ¡Le doy ocho millones! -Repuso mi amigo.
- Me encuentro incapacitado para seguir, amigo Lion, tengo solo ocho millones y el descarado que tengo al lado es capaz de ofrecer un dólar mas para incordiarme. Se lo suplico, véndame la copia a ocho millones, por favor, le aseguro que le haré mucho daño al presidente.
-¡Les daría la copia a ambos, con tal de que se callen!- Soltó Lion.
- ¡A mí! -Respondimos simultáneamente Sebastián y yo.
- ¿Ustedes son idiotas? ¿Piensan que les daría la "fórmula" que tengo para hacer sufrir al presidente? ¿Quieren que les regale mi boleto de ingreso de mi fortuna? ¡No estafo al presidente y luego regalo mis trucos!
- Pues, le recomiendo que nos lo de a ambos, y gratis. -Dijo mi amigo esbozando una sonrisa y sacando del bolsillo un grabador- Tengo toda su confesión grabada. Y si no me entrega el documento que le solicitamos, la prensa se enterará y de inmediato le juzgarán.
-¡Cálmense!, Se las daré, lárguense de mi vista y deme el grabador.-Dijo Mckarly dándome un papel.
- El grabador me lo quedaré, gracias. -Dijo mi amigo, al tiempo que me indicó que era tiempo de retirarnos.
Obviamente a Lion Mckarly le quedó la cara por el piso, ya que no solo perdió su negocio, sino que quedó en evidencia.
Rápidamente nos dirigimos al hotel y pasamos la noche. Para al día siguiente visitar a Carlos Rosal y darle la buena nueva.
-¡Mis investigadores!- Nos recibió el presidente- ¿Como se encuentran?
-Bien, aunque su hija no aparece, pero le tenemos una buena noticia; aquí tiene el documento responsable de que le hayan estado estafando. -Mi amigo se lo entregó junto al grabador.
-¡Y un grabador con su confesión!- Agregué yo.
- ¡Eso es estupendo! ¡Los felicito! , ahora, por favor dediquémonos al asunto principal: La desaparición de Jimena. ¿Cómo van con eso?
- Pues, aún no hemos visto a Norman, y eso es lo que pensamos hacer ahora. ¡Vamos Ricardo! -Me dijo Sebastián.
- Pero antes, -Repuse- Tome estos diecisiete millones cien mil dólares, sr. Presidente. -Señalé.
-Son ustedes increíbles, -Dijo el presidente tomando la suma de dinero y separando una octava parte. -Esto es para ustedes, como agradecimiento.
-Es muy amable. Ahora, nos vamos. -Repuso el analista.
Al llegar a la vivienda de Norman, nos recibió una chica desaliñada, parecía ser la hija del borracho. Vestía un joggin violeta con una remera manga corta color naranja. A pesar de lo llamativo del color, asemejaba tristeza.
-Disculpe, señorita, buscamos a Norman. -Dijimos con Sebastián.
- Está en la habitación; ¡¡Por favor ayúdenme!!-. La chica se arrojó a llorar, y mientras la intentaba calmar el analista fue al dormitorio que había señalado la mujer.
-¡VENGA, RODRIGO, ENSEGUIDA! - Me gritó el sr. Peculiar.
Me acerqué a la habitación, y , sorprendido, comencé a arrimarme a la cama, sobre la cual estaba tendido el cuerpo inerte, de Norman. -¿Como ha podido pasar esto?
-¿Como murió señorita? - Sebastián se dirigió a la chica.
La mujer volvió a llorar, mientras entrecortadamente nos dijo " yo, yo lo maté"