2. Final Masquerade

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𝐰𝐚𝐧𝐝𝐚 𝐦𝐚𝐱𝐢𝐦𝐨𝐟𝐟

Estar sola en una habitación era, prácticamente, una rutina. La diferencia era que ahora estaba en una casa con una persona que no conocía del todo, que solo escuché lo que Clint sabía. Cuando Clint me dijo que me cuidaría otra persona, no me gustó al inicio, porque me daba miedo el que dirán y teniendo en cuenta que no se de lo que soy capaz, me da miedo hacer algo mal.

Decidí salir un momento de aquellas cuatro paredes. En la sala no había nadie, pero se escuchaba música en uno de los cuartos, supuse que Peter estaba ahí y no quise interrumpir.

Me paseé por la sala observando todo. No estaba muy decorado, era algo simple, pero dentro de la simpleza tenía su propio tono, su propio estilo. Habían muchos cuadros con pinturas abstractas colgadas por las paredes. Plantas artificiales posicionadas en los muebles y, curiosamente, todas las plantas tenían un nombre grabado en la maceta.

Seguí explorando hasta que al llegar a uno de los muebles, ví dos fotos. Una de ellas estaba conformada por tres personas, una señora, un señor y un niño. Era una foto festejando el cumpleaños número cinco del pequeño, pero no parecía muy feliz. Podía jurar que la sonrisa que tenía en sus labios era forzada, como si no estuviera disfrutando su festejo.

Y en la otra foto habían otras personas, estaba otra señora, una chica rubia y Peter. Estaban sentados en el sofá de una casa. Debido a que la chica no se parecía en nada a Peter y dado que él le estaba dando un beso en la mejilla, deduje que se trataba de su novia. Además, la señora los miraba con una sonrisa deslumbrante.

—¿Qué haces? —la voz atrás de mi, me hizo reaccionar rápidamente y con mis poderes alcé una de las macetas lanzandola a la persona que había hablado.

Fue ahí, cuando Peter tuvo que hacerse a un lado y escuché el crujir de la maceta. Se había quebrado.

—Esa era Martina —lo escuché decir y entendí que se refería al nombre de la planta.

—Lo siento... pensé que eras alguien más —me disculpé llevándome mis manos atrás de mi espalda.

—No, está bien. Es mi culpa, llegué de sorpresa —me regaló una sonrisa—. Pensé que estabas en tu habitación.

—Lo estaba, pero me he aburrido y me puse a explorar, espero no te moleste.

—Para nada. ¿Que veías?

Señalé con mi dedo las dos fotos y él se acercó poniéndose a mi lado.

—Oh... Es mi familia —me explicó señalando la foto donde estaba el niño—. Y ese soy yo.

—No te pareces en nada —bromeé.

—Me lo dicen a menudo —soltó una pequeña risa.

—¿Era tu cumpleaños? —pregunté.

—Sí, lo era. Mamá había preparado el festejo desde la mañana, ese día. Esperábamos a qué papá regresará del trabajo, cuando lo hizo, nos pusimos muy felices, era muy raro cuando convivíamos los tres. Cuando mamá intento traerlo hacia el festejo, él se negó. Dijo que tenía un asunto más importante que resolver. Ellos no se dieron cuenta, pero los escuché, me escondí detrás de la puerta. Mamá le rogó para que aunque sea se tomará la foto conmigo y accedió. Por eso no me veo feliz, porque no lo estaba, porque sabía que papá estaba en la foto por obligación y no porque lo deseará.

La tristeza en el tono de voz que utilizaba era evidente.

—¿Y está? —intenté cambiar un poco de tema señalando la otra foto.

—Ella es mi tía —señaló a la señora—. Te la presentaré algún día, te encantará.

—Ya lo creo —sonreí—. ¿Y ella? —señalé a la rubia.

Él tardó unos minutos en responder.

—Es Gwen, mi exnovia —contestó con un hilo de voz—. Murió por mi culpa.

—Yo... —me regañé a mi misma por ser tan curiosa—. Lo siento, no quería entrometerme...

—Está bien. A veces es bueno hablar las cosas con otra persona, suele ser una forma de aprender y superar —dijo, pero aún no me miraba, seguía mirando la foto.

—¿Cómo... cómo murió? —me atreví a preguntar.

—Cayó de una gran altura. El impacto que recibió contra el suelo fue lo que la mató. Intenté salvarla, pero llegué muy tarde. Cuando lancé una de mis telarañas a su cuerpo, traté de evitar que llegará al suelo, pero no lo conseguí... y siempre me culpare por ello...

—Hiciste lo que pudiste... —puse una de mis manos en su hombro.

—¡Pero no fue suficiente! —alzó la voz asustandome y quité mi mano de su hombro. Pareció darse cuenta de lo que pasó, porque se disculpó—. Lo lamento, Wanda. No... no tienes la culpa, perdóname.

Jugué con mis manos nerviosa y volví a ponerme a su lado. Aquel gesto le dió un poco más de seguridad.

—Han pasado dos años desde que murió —continuó contando—. Por ese tiempo, deje de ser Spider-Man. No quise saber nada más de eso, porque me recordaba a ella, pero... luego regresé a esta "vocación". Me he dado cuenta lo mucho que disfruto darle seguridad a los demás y es tan irónico, porque no pude darle esa misma seguridad a mi novia.

La forma en que relataba las cosas sonaba como un regaño hacia si mismo. Cómo si quisiera dejar claro lo mucho que se odiaba por ese incidente.

—La familia de Gwen no quiere verme ni en pintura y lo entiendo. Soy el causante de la muerte de su hija... —susurró lo último.

Volví a colocar una de mis manos en su hombro y mi tacto lo hizo reaccionar, porque en ese momento se giró para verme y me abrazó.

El gesto me sorprendió, pero lo acepté. Él era más alto que yo, pero su cabeza quedó oculta en mi hombro. Lo escuché sollozar, pero no eran sollozos leves, era como si todo este tiempo se hubiera abstraído de llorar, como si hubiera reprimido ese sentimiento.

Dejé que llorara y no dije nada. A veces no hace falta decir algo, solo con estar suele ser suficiente.

Ese día lo entendí más. Entendí su tristeza, entendí lo que quizá, otras personas no hacían.

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¡Hola! Bueno, he tardado un poquito en escribir el capítulo. ¡Feliz Año! Espero que tengan un bonito año, que sea mucho mejor que el anterior y mi regalo, es traerles actualización. Gracias por el apoyo, se los agradezco muchísimo<3

Hasta el siguiente capítulo.

Byeee.

I'm the problem it's me || WANDA Y PETERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora