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La manada del ala oeste y el ala este del bosque eran de las pocas manadas que mejor se llevaban, los alfas jefes fueron grandes amigos cuando apenas eran unos cachorros que correteaban los límites de ambos sectores, haciéndose los más sinceros compañeros de aventuras.

Claro que esos tiempos cambiaron cuando a Namjoon le delegaron ciertas cantidades de tareas por ser el próximo alfa, supuso que al tiempo las mismas tareas embargaron a Yoongi ya que ambos eran los alfas descendientes del líder. No volvieron a verse en varios años, pero Namjoon prometió ir a visitarlo en cuanto hubiera más estabilidad en su manada.

Sin embargo, la llegada de Seokjin lo descontroló todo. Aún no había conseguido pareja para ese entonces, tampoco le preocupaba el hecho, era muy selectivo en cuanto a ese tipo de cosas y su lobo lo era mucho más. Nadie en su manada le llamaba la atención, si era sincero.

De manera que un día, revisando los límites del sureste, un olor exquisito llegó a su fosas nasales, enloqueciéndolo al instante, sus orejas castañas se agitaron emocionadas tratando de captar algún sonido que lo llevara hacia el intruso. El aroma era dulce, como granos de café, miel y sabia fresca, sin embargo y a pesar de lo excitado que su lobo se encontraba, también estaba muy preocupado pues las feromonas que expulsaba el omega reflejaban miedo y tristeza. Se apresuró, junto con sus otros dos compañeros, al lugar donde provenía el olor.

Hasta que lo halló.

Un delicado omega lleno de sudor y tierra escondido en uno de los arbustos cercanos a un río. El pequeño levantó su mirada y bajó sus orejas negras igual que su cabello.

Namjoon supo inmediatamente que era su omega, su pareja, su perfecto amor. Se agachó sujetando sus manos a las del contrario para retirarlas de su rostro, el pelinegro lo miró con lágrimas en los ojos sin decir nada. Namjoon sonrió.

— Jefe, hay que llevarlo como rehén —dijo una voz a su espalda pero este al ver que no le respondía volvió a intentar—. Namjoon vamos a llevar...

Calló asustado por el gruñido tan inhumano que lanzó Namjoon. Se dio cuenta de lo que estaba pasando y decidió alejarlo junto a su compañero para dejar un momento a solas al alfa y su ahora descubierta pareja.

— ¿Estás bien? —el chico negó—. ¿Qué edad tienes? ¿Cómo te llamas?

— Tengo diecisiete, me llamo Kim Seokjin.

Y básicamente a partir de ahí su historia creció. Namjoon se enteró que se escapó de su manada, una muy pequeña por cierto, en la que su padre quería ofrecerle como objeto sexual. Namjoon sentía su sangre hervir cada vez que tocaban el tema, pero Seokjin siempre sabía cómo restregarse al cuerpo de su alfa para hacerlo calmar. Agradecía que nunca llegaron a lastimarlo porque como buena pareja iría a vengarlo.

Poco tiempo después lo marcó, dejándole una fina mordida en su cuello. Seokjin la presumía con altivez y estaba súper contento con ella, nada lo hacía más feliz que estar en una manada que le quería y más ser el omega del alfa jefe.

Había pasado año y medio cuando el pelinegro le dijo a Namjoon que llevaba en su interior un cachorro. Fue el momento más feliz del alfa, después de su boda. El castaño levantó a su chico por los aires al tiempo que sus lágrimas se escurrían por sus mejillas. Seokjin reía con ojos cristalizados por las vueltas que su esposo le daba. Finalmente cuando lo bajó, Namjoon estaba tan contento que aulló de felicidad, cosa que se oyó por toda la manada, estaba seguro. Se besaron por una eternidad entre sonrisas pícaras, mordidas de labios y vagas promesas.

Aunque, no tan vagas. Namjoon le prometió que no movería ni una oreja pues debía guardar mucho reposo. Seokjin no le prestó atención en aquel momento debido a la inmensa emoción, pero cuando este no lo dejó pararse de la cama las veces que quería, le molestaba y se quejaba haciendo pucheros, berrinches, mohines y gruñidos.

Tuvieron un hijo. Un hermoso omega al que llamaron Taehyung, un cachorro muy parecido a su omega, castaño y muy pálido.

Ambos lobos adultos lo cuidaban con su vida, eran algo sobre protectores con él debido a que la condición omega en él era muy sensible. Taehyung no era travieso ni escandaloso, sino todo lo contrario; era tranquilo, callado y muy sumiso. Se la pasaba escondido, olfateando las flores del jardín; no tenía muchos amigos y tampoco le importaba, prefería su soledad o en dado caso con sus padres y con un cachorro beta de su edad, Hoseok.

Así pues, con todo eso, a Namjoon se le olvidó por completo su compañero de la manada oeste. Ni siquiera le comentó a Seokjin, cosa de la que se arrepiente pues, poco después que Taehyung cumpliera los cuatro años, Yoongi y Namjoon se reencontraron por equivocación, las feromonas de celos se desprendieron de Seokjin como fuentes cuando regresó a casa con el olor del otro alfa. Y a pesar que los alfas solo se acoplaban con un omega, sus celos eran inevitables. No lo culpaba, era su falta por no prevenirlo. Sin embargo, su omega aceptó al amigo de infancia, aclarándole que se verían de nuevo en un tiempo no muy lejano.

Volvieron a ser buenos amigos, Namjoon y Yoongi hablaban frecuentemente acerca de tratados y acuerdos políticos, asuntos que solo ellos entendían. Yoongi le contó de su omega, Jimin y de su hijo Jungkook, quien era dos años mayor que Taehyung. Namjoon también platicó sobre su familia y acordaron un día presentarlos a todos.

Finalmente, pasaron dos años más para que por fin se fijara la reunión de ambas familias, no era una fiesta ni mucho menos, solo iban a aprovechar que debían reunirse para discutir un tema de importancia, como lo era la escasez de alimentos del arroyo cerca a sus manadas.

Y ese día era hoy.

cachorros ꗃ kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora