Capítulo 23

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ㅡTodos los estudios te han dado bien, Jennie.

La omega permaneció con la cabeza gacha mientras su madrastra revisaba todos los papeles de los resultados.

No sabía muy bien el porqué, tampoco le importaba, le parecía muy innecesario todas las visitas al médico, exámenes y estudios que le habían hecho en ese dia y medio, sin contar con las declaraciones juradas dónde había mentido descaradamente, a los policías  no sabía dónde estaba, que no conocía a sus captores, pero que no le habían hecho nada, que la habían tratado bien, cosa que se respaldaba por los médicos.

ㅡNada de signos de ayuno, ni deshidratación, ni heridas, torturas psicológicas ..ㅡla mujer se paseaba en tacos, el ruido le taladraba los oidos a Jennieㅡ.  Todo está  correcto.

ㅡ¿Entonces vas a dejar de joderme? ㅡRespondió, ganándose una mirada de su madrastra que no le intimidado ni un poco.

ㅡPero veo que tu actitud de mierda sigue ahí ㅡla mujer juntó los papeles con brusquedadㅡ Ya veo porqué te dejaron ir, siempre tan insoportable.

Jennie no se contenía en contestarle mal a nadie, muchos de sus pretendientes habian sido testigos de lo grosera que era la omega, algunos lo tomaban con más gracia, como Hyunjin, y otros no hacian comentarios al respecto, como Soyeon.

Pero esos últimos días, en los que habia vuelto al mundo real estaba de peor humor que antes.

Sentía frío todo el tiempo, salvo su cabeza, que parecía arder del dolor, aun andando con ropa de abrigo y con calefacción se sentía congelarse a morir, además que sentía su cuerpo cansado, y pasaba casi todo el día en cama.

Nadie se había dado cuenta aún, pero no tenía energías ni para comer, aunque se esforzaba por al menos tragar unos bocados, comenzaba a sentirse mal al poco rato, a veces terminando en náuseas, lo que la obligaba a parar, y terminaba dejando el  resto de la comida.

La ultima comida que había podido digerir bien fue la poca que había recibido el mismo momento en que llego a casa de Soyeon, desde entonces, se había mantenido casi exclusivamente con liquidos.

Hasta Soyeon le había comentado que estaba pálida, aunque ella había respondido que era su tono de piel normal, mintiendo descaradamente.

Además de sentirse tan enferma físicamente, su loba no la ayudaba.

Quería volver al lado de su alfa, sentir su calor y aroma, que volviera a tocarla, a besarla o sólo a escuchar su voz. Intentaba no pensar en ello mucho, porque sólo la hacía sentir mal.

Su olor dulce se había apaciguado demasiado, dejando paso a un fuerte olor a tristeza que tenía preocupados a todos en la mansión de la joven Jeon.

Jennie pensaba que su madrastra también estaba preocupada por ella, sólo que lo demostraba con todas las visitas al médico que le hacian hacer, creyendo que le "habían hecho algo" en los días que había desaparecido.

Acostada sobre su cama, en su propio cuarto privado, del cual no salia ni para comer (ya que le traían la comida), ni para ir al bafio (ya que contaba con el propio), Jennie ni para habia comenzar a cerrar los ojos por el sueño.

Dormir era lo que más hacia allí.

Escuchó los tacos de su madrastra acercarse, pero no se inmutó.

Frunció el ceño al sentir los finos y frios dedos de la mujer tocar cerca de su cuello, en su collar.

Escuchó un pitido y sintió como si le quitarán un peso de encima.

Jennie abrió los ojos para ver a su madrastra, que ahora sostenía su collar entre sus manos.

La omega llevó sus manos hacia su cuello, tocando su piel, su loba comenzó a mover el rabo, contenta, una leve sonrisa estiró sus labios agrietados.

Delta | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora