VI

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Dib para este día había hecho bien su tarea por así decirlo, busco cientos de páginas en internet y entre miles de opciones eligió las cosas correctas que seguro harían que en el corazón de Cynthia solo estuviera él, ya no más aliens verdes, está vez su misión era salvar a la chica de las garras de Zim.

Se bañó, se cambió a su mejor gabardina y su playera más nueva además de usar sus botas que le brindarían más altura, ahora no buscaría a Zim si hacía algo malo por lo que no tenía que llevar sus típicas botas o tenis. Lavo sus dientes, tomo su cartera y salió de su casa a toda prisa y con entusiasmo al 100%.

Al llegar a la parada Cyntia ya estaba ahí como si hubiera estado hace más de una hora ahí.

—Perdóname ¿Me tardé mucho?

—Para nada, acabo de llegar. — la chica le sonrió jugando con su cabello desviando la mirada más de una vez. — ¿A dónde iremos?

Dib no pudo evitar ruborizarse por ver a esa linda chica de esa forma, al parecer Diana no era a única que sacaba esa parte tan linda, eso le levanto la confianza perdida de hace un día.

—Será una sorpresa.

El autobús llegó en ese momento, pero como Cynthia se negó a subir Dib ofreció usar un taxi, como todo un caballero le abrió la puerta y entro con ella dándole la dirección al conductor.

(...)

—¡Llegamos! Espero te guste.

Cynthia no dijo nada, sin embargo, parecía preocupada logrando preocupar a el de anteojos. Tomo su hombro y la miro juntando sus cejas mirándola comprensivo, pero analítico porque no sabía el porque no le había gustado el primer lugar que se había esforzado en buscar.

— ¿No te gusto? Perdón debí preguntar primero.

Cyntia que no paraba de sudar pequeñas gotas de los nervios negó bruscamente con la cabeza y entre voz entrecortada levanto la mano corriendo a el interior.

—Solo me sorprendió, ¡corre o te dejaré atrás!

Un espectáculo de acuario... Donde había agua, todo estaba lleno de agua la chica sabía que estar aquí era un suicidio que aún si no la mataba le iba a doler mucho, a pesar de haberse preparado dándose un baño de pegamento antes de salir de su base no podía dejar de sentirse incómodo.

—¡Mira! Vamos por aquí, hay unos lindos pingüinos.

—Vamos entonces.

Dib sin dudar tomo la mano de la chica a su lado y la guío hasta la sección de los pingüinos, sonrió con un ligero rubor en sus mejillas y la contraria tenía su pulso hasta más no poder, tuvo que tocar su pecho intentando no verse obvio con esa acción.

Mientras ambos miraban a los pingüinos jugar en su pequeño estanque Dib intento su primer cortejo. Daría su primer movimiento esperando ser correspondido. De su gabardina saco una pequeña caja.

—Cyntia, ¿sabes qué hacen los pingüinos cuando eligen una pareja?

—Mmm... No lo sé, ¿Qué hacen? —Alzo una ceja sin dejar de ver cómo los pingüinos jugaban entre sí, al menos eso parecía. Ni siquiera lo había volteado a ver.

—Lo que hacen es darle un regalo a la hembra, una piedra, pero no cualquiera piedra claro, la más linda que encuentran.

—¿A si? ¿Qué tiene de especial una tonta piedra?

—Pues... Emm —Dib dudo en ese instante dar su regalo— más que nada es la intensión con la que se le da.

—Sigo sin saber ¿por qué no darle algo más?

Me enamore de una mentira (ZaDr)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora