CAPÍTULO 3 - TODO ESTÁ... ¿BIEN...?

33 5 0
                                    

Luego de aquel grito, mi mente quedó en blanco. No recuerdo más que haber sentido un par de golpes a mis costados antes de reaccionar por la fría brisa que rozó mi rostro. Bastó paradear un par de veces para darme cuenta de que había terminado a las afueras del gimnasio, justo frente a las puertas traseras.

—What?—. Me tomó unos pocos segundos comenzar a buscar con la mirada por los alrededores, las personas con las que había venido, notando a Alex tras un pequeño grupo de personas algo alejado de la entrada. Su ceño se veía fruncido, posando la vista sobre las paredes laterales del edificio.

—¡Hey! ¡Alex, por aquí!—. Grité lo mas fuerte que podía mientras alzaba y agitaba los brazos para que me notara, lo que pareció funcionar, ya que lo vi voltear la vista hacia mi dirección, comenzando a caminar pasando entre la multitud al momento en que cruzamos miradas.

—¡Rubius! Joder macho, creí que se habían quedado dentro—. Mencionó nada más estuvo frente a mí, viéndose aliviado de verme.

—Espera, ¿qué fue lo que pasó...?—. La tranquilidad en su rostro desapareció casi al instante.

—No... ¿recuerdas qué ACABA de pasar?—. Me preguntó a lo que me limité a negar con la cabeza.

—Recuerdo haber escuchado un grito y, luego, estar aquí afuera, pero nada más—. Su semblante se vio aún más confundido.

—Bueno, en pocas palabras, fuimos arrastrados por toda esta gente hacia afuera luego de que esa chica dijo que alguien había sido asesinado...—. Hablaba mientras su mirada se tornaba mucho más seria antes de retirarla hacía mi costado justo tras de mí. Volví la vista en búsqueda del objeto que atraía su atención, pero no veía más que la puerta del gimnasio.

—Hey, Rubius—. Le escuché hablar de nuevo, a lo que volteé nuevamente. —¿Viste dónde terminaron Frank y Willy?—.

Oh, fuck. Ahora que lo pienso, no he visto a ninguno de los dos...

—No... Ahora que lo pienso, no los ví entre quienes salieron conmigo—. Su rostro comenzó a tornarse más serio, recuperando el ceño fruncido de hace rato junto a un poco de preocupación camuflada en sus ojos.

—Rayos... Tenemos que encontrarlos, sobretodo a Willy—. Mencionó. Su voz sonaba firme, pero tenía un deje de pánico que intentaba esconder.

Aquella última frase y ese tono terminaron por despejar mi mente de inmediato, haciendo que la preocupación me golpeara como primera reacción. Sin embargo, no podía dejar que me controlara en estos momentos.

El problema de Willy, es más importante.

—Tienes razón. Está bien, los encontraremos. No deben haber ido muy lejos—. Coloqué una mano sobre su hombro izquierdo buscando algún tipo de confort para ambos, notando como sus músculos iban relajándose poco a poco bajo mi tacto. Su rostro pareció hacer lo mismo poco después, a lo que terminé por retirar el contacto para disponerme a buscar caminando por el lugar. Sin embargo, un ligero suspiro proveniente de sus labios me detuvo. Decidí esperar en silencio al notar sus intenciones por decir algo más.

—Rubius solo... Me alegra que estés bien—. Terminó por decir mucho más relajado con una pequeña sonrisa de labios.
—Je, lo mismo digo, amigo—. Respondí, correspondiendo a su sonrisa.

Luego de aquello, comenzamos a caminar por entre la gente viendo cada rostro en búsqueda de aquellos pertenecientes a nuestros amigos sin tener mucha suerte. Cada paso que dábamos agotaba nuestras opciones, energías y tiempo, dejándonos sin resultados. Ni un solo rastro o pista sobre dónde pudieron haber ido. Francamente, consideraba simplemente parar para sugerirle a Alex la posibilidad de que Willy y Frank ya estuvieran en casa. Segundos antes de poder hacer algo, escuché una voz conocida a nuestras espaldas.

—¿Chicos?—. Ambos volteamos casi de inmediato.

—¡Frank!—. Gritamos al mismo tiempo, realmente alegres de ver a nuestro amigo caminando hacia nosotros sano y salvo. Bastaron solo un par de pasos para que lo tuviéramos enfrente. Se le veía algo cansado, con la respiración agitada y la tensión reflejada en su rostro.

—Hombre. ¿Todo bien, Frank?—. Le pregunté, ya que verlo así era extraño. Parecía haber corrido cuando solo tuvimos que caminar hacía la salida... Le tomó un par de segundos tranquilizarse antes de volvernos a ver.

—Si, si. Estoy bien. ¿Y ustedes?—. Habló mientras intercalaba su mirada sobre cada uno de nosotros, de arriba hacía abajo y viceversa.

—Estamos bien, Frank. De hecho, estábamos buscándote al igual que a Willy—. Mencionó Alex a mi lado, lo que atrajo la mirada del otro hacia él. 

—Espera. ¿Willy no está con ustedes?—. Preguntó confundido, a lo que el más bajo negó. Volví la vista hacía Frank en cuánto lo escuché suspirar. Su cabeza reposaba sobre una de sus manos, cubriendo la mitad de su rostro con su palma y dejando la mirada fija sobre la hierba bajo sus pies.

—Justo ahora...—. Susurró realmente bajo antes de retirar la mano y encararnos. —Será mejor encontrarlo pronto. Chicos, ustedes quédense aquí por si regresa al gimnasio o al estacionamiento. Su coche está allí. Yo iré a buscarlo entre el bosque—. Mencionó a lo que asentí volteando a ver hacía Alex.

—Puedes contar con nosotros, Frank. ¿Verdad, Alex?—. Le pregunté al más bajo mientras posaba una de mis manos sobre su hombro- Sin embargo, su rostro continúo posado sobre el de Frank con una expresión que no supe descifrar.

—Frank... no creo que sea buena idea que vayas solo, en especial con lo que acaba de pasar—. Dijo seriamente.

Ahora tiene un poco de sentido el que me haya ignorado olímpicamente.

—Estaré bien, no tienen que preocuparse por mí. Encontrémonos frente al coche de Willy en treinta minutos, ¿está bien?—. Terminó por decir, a lo que Alex asintió.

Ambos nos despedimos rápidamente de Frank pidiéndole, en silencio, que tuviese cuidado dentro de aquel lugar.

ESCUELA SOBRENATURALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora