XI

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—Por la cara larga deduzco que algo no salió muy bien.—

____ caminaba tan distraída que se dió un buen susto apenas Zemo le habló. El hombre se encontraba sembrando alguna flores en el jardín central, aquel donde tiempo atrás rodaron cabezas.

—Estoy... Sumamente confundida y preocupada ahora.—se acercó al hombre, pues el tenerlo ahí le daba la excusa perfecta para descargarse.

—Veamos... Él se te confesó... Con solo verlo parece ser muy extremista... ¿Te pidió ser reina del mar o algo así?—

—Me regaló un caballo.—Zemo alzó las cejas, mientras continuaba arando la tierra.

—¿De mar?—

—No, de verdad. Esta pastando en la otra isla.—

—No puede ser...—

—¿Puedo contarte algo?—Zemo la miró—. Porque la verdad estoy comenzando a sentirme muy mal y realmente no tengo con quien hablar.—

—Dudo que la reina no tenga consejeros.—

—... Pero no tengo amigos.—

Aquello sorprendió al hombre, quien sonrió apenas.

—¿Me consideras amigo?—

—No eres un isleño, no eres de la guardia... No eres piltano. No estás obligado a "venerarme". Y necesito que alguien neutral escuche y me aconseje.—

—Eso no me hace amigo.—____ frunció el ceño—. Pero vamos, cuenta tu conflicto.—

Mientras Zemo seguía en su labor, ____ se sentó en un banquito lo suficiente cerca para charlar. El hombre era muy observador, no le fue difícil leer las actitudes de la matriarca. Estaba preocupada, ansiosa. Y le daba algo de pena pensar que se sentía tan sola que buscaba ayuda en un desconocido tal como él lo era.

—¿Sabías que... Antes teníamos navíos y aviones? ¿Y que las leyes sanguinarias de la guardia no eran válidas?—aquello hizo que Zemo la mirara sorprendido—. No hace mucho... 50 años.—

—Eso es mucho para mí, señorita.—____ sonrió de forma débil.

—Cierto... Un simple humano.—

—¿Y por qué ya no los tienen? ¿Qué tiene que ver eso con el rey pez?—

—Que me enamoré de un forastero antes, Zemo... Y por ello mi pueblo sufrió... No puedo cometer el mismo error.—

La verdad era que Zemo no creía prudente preguntar al respecto, pero no fue necesario.
____ llevaba mucho tiempo guardando aquello, y se lo contaría sin necesidad de pedirlo.

—Él me sedujo, me atrapó con su... Linda sonrisa. Le di demasiadas libertades en cuanto a accesos, convencí a mi gente de que podían confiar... Pero él solo nos estaba robando el silicium de a poco.—

—Dejame adivinar... Se escapó en un avión.—ella asintió.

—Antes de irse, mató a unos guardias y robó una buena cantidad de Silicium... Eso fue el detonante. Yo solo... Me perdí.—

—Lo mataste.—____ lo miró con seriedad.

—Los maté a todos, Zemo... El pueblito donde él se refugió entonces... La guardia aniquiló a todos.—

El barón detuvo su tarea, sosteniendo su rastrillo pensativo.

—No soy el más indicado para cuestionar eso pero... ¿Por qué?—

____ se puso de pie, observando las flores que Zemo había plantado anteriormente.

—Me sentí herida... Engañada. Así que me excusé con el robo y solo decidí que todos debían pagar.—tomó una pequeña flor—. Validé de nuevo las leyes bárbaras de la guardia y debido al robo, el asesinato era justo... Los incentivé a acabar con todo.—

Ninguno dijo nada hasta que Zemo se agachó y comenzó a acomodar unos plantines.

—Aniquilar a todo un pueblo es... Extremista. Si.—____ bajó la mirada—. Pero supiste aceptar y vivir con ello. Así que está bien.—

—¿Qué dices? Por supuesto que no está bien.—

—Bueno, no bien bien, pero... Tú entiendes.—la miró fugazmente—. Ahora tu pueblo es pacifista... Masomenos. Y a pesar de que la guardia es algo brusca, tú buscas un equilibrio. Te haces cargo de las decisiones que tomaste.—

—Como corresponde.—

—No todos se hacen cargo "como corresponde", querida. Soy prueba de ello. Pero tú, tú supiste sobrellevarlo. Tu pueblo es un paraíso ahora, todo gracias a ti... Así que deja de martirizarte.—

—... ¿tú crees?—

—Totalmente... Y en cuanto a Namor. Con solo verlo te das cuenta de que no está actuando o fingiendo. Diablos, trajo un caballo desde quien sabe dónde, y además llegó vivo. Si eso no es dedicación, no sé qué lo sea.—

____ sonrió, mirando aquella pulserita en su muñeca.

—Fue un lindo gesto, si.—

—Deberías intentarlo... Además se nota que a ti te gusta también.—palmeó la tierra, acomodando las flores—. No puedo competir con eso.—

—¿Acabas de aceptar que te gusto?—____ lo miró divertida.

—No, un poco tal vez.—le sonrió de forma falsa—. Gracias por reírte en mi cara.—

—Soy mayor que tú, corazón.—la mujer se acercó al hombre, agachándose para estar a su altura. Lo ayudó con las flores—. Y tú morirás antes que yo.—

—Ya entendí, sisi.—

—Pero aún así... Gracias por todo.—besó su mejilla—. Eres un buen tipo... No te escapes de Yakupiltoh.—

—O causaré un exterminio, lo sé.—

La mujer rió por lo bajo antes de levantarse y encaminarse a la salida.

—Ve a comer algo, jardinero. Ya casi es la hora de cenar.—

~•~

Cuando ____ se acercó al muelle, no creía que Namor realmente vendría como cada noche. Después de todo, ella lo había rechazado. Se sentía nerviosa.
A pesar de su longeva vida, el amor era algo que no había experimentado mucho, y la única vez que se había enamorado de alguien, solo le causó desgracias.
Pero ahora estaba ahí, esperando que una figura emergiera del agua.

Podría ir a buscarlo...

Pensó mientras movía sus pies sobre el agua, notando los restos de algas aún pegadas a los pilares del muelle. Sonrió.

—No pensé que vendrías.—al escuchar la voz de Namor, ____ miró de inmediato hacia el frente, encontrándose con el dios.

—al escuchar la voz de Namor, ____ miró de inmediato hacia el frente, encontrándose con el dios

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Aguas Divididas (Namor Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora