Dacrifilia | ChangLix

01

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Felix se sentó sobre el suelo de madera mientras intentaba regular su respiración.

Las prácticas de baile siempre eran largas y agotadoras, cuando alguien se equivocaba la pista era reiniciada y repetían los pasos desde el principio.

Las presentaciones tenían que ser perfectas, por lo tanto los ensayos eran persistentes.

Con su mano peinaba las hebras que caían sobre su frente mojada. Sus ojos se cristalizaban mientras intentaba relajar su cuerpo tiritante. Se sentía agotado.

Los demás miembros que se quejaban del cansancio, dejaban sus cuerpos caer sobre los sillones de piel y el suelo frío. Algunos otros seguían practicando los pasos de baile.

Changbin observaba al rubio desde el sillón.

Mientras el pelinegro regulaba su propia respiración con facilidad, observaba las piernas de Felix que temblaban involuntariamente y su pecho que subía y bajaba con fuerza. Su camisa holgada blanca se veía grande en el.

El sudor que bajaba desde su cuello lo guió hasta sus clavículas marcadas debido a su complexión delgada.

Subió su mirada hasta su rostro.

El rubio lucía agitado, intentando acomodar su pelo que caía cada vez que este lo movía y su rostro rojizo que lo hacía lucir adorable. Sus labios entreabiertos jalando aire de forma menos desesperada que antes. Y sus ojos que brillaban por las lágrimas que se acuñaban dentro de estos.

Felix limpiaba con su dedo el borde de sus ojitos cada vez que alguna de estas amenazaba con salir.

Felix es demasiado lindo.

Era todo lo que el mayor podía pensar mientras apreciaba la hermosa imagen frente a sus ojos.

Changbin comenzó a pensar las cosas demasiado. Siempre lo hacía, no sabía si era algo que odiaba de si mismo o algo que le gustaba, después de todo le generaba placer hacerlo.

Félix se veía precioso así, agitado, con el rostro completamente rojo y suplicando por aire mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Las lágrimas.

Mentiría si dijera que no es algo que le genera excitación. Los ojos rojos y cansados que destilan lágrimas de placer o simplemente de dolor.
Es algo delirante, algo que lo hace sentirse fuera de sí.

Changbin tomó una botella de agua y le dio un trago corto. El ya se sentía bien, en realidad, aguanta peores rutinas y ejercicios en el gimnasio, pensó.

No le resultaba difícil recomponerse después de un ejercicio tan rítmico como el baile.

Se levantó de su asiento con la botella en mano y se dirigió hacia el rubio.

-¿estás bien?-. Preguntó el pelinegro mientras pasaba la botella de agua sobre el cuello del menor.

El rubio se sobresaltó y miró desde abajo al mayor que lo miraba de forma amable.
Changbin estaba parado a su lado y se inclinaba un poco para acercarle la botella.

Su mayor lucía imponente desde ese ángulo, pensó Felix.
Y Changbin, de alguna forma, quería lucir imponente para Felix.

Tal vez estaba acomplejado a la idea de ser más bajo de estatura, o simplemente esperaba una reacción por parte del menor. Había algo, no sabía que, pero había algo que lo hacía querer demostrarle que eran diferentes de alguna u otra forma.

-Gracias hyung...-. Dijo el rubio casi inaudible por la resequedad de su garganta.
-De nada-. Dijo el mayor mientras acariciaba y despeinaba las hebras mojadas del rubio.

Changbin se alejó sin decir más y salió de la sala avisando que se dirigía al baño.

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