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Mar del Plata, 2008
Era el partido del año, o eso me había dicho mí papa.
Durante todo el mes de Noviembre los cinco clubes de barrio habían armado un campeonato y el Club N°3 quería la copa.
Yo estaba en las gradas, viendo el partido y mordiendome las uñas. Un empate de último momento le había sacado la tranquilidad al equipo y el club del barrio Linares podía quedarse con la copa.
Emi estaba en el arco y yo apenas podía sacarle la vista. A sus casi 17 años era todo un bombón. Y el equipo de fútbol color blanco y rojo le quedaba pintado.
Nuestra relación estaba rara...
Hacia un año nos habíamos besado y bueno yo pensé que después de eso el se abriría conmigo. Me diría que gustaba de mí y que quería ser mí novio.
Sorpresa. No paso nada.
Es más casi que ignoro por completo la cuestión entonces decidí enfrentarlo yo y las cosas no salieron muy bien.
Me dijo que tenía miedo de arruinar nuestra amistad y le di la razón. El problema es que parece que se arruinó de todas formas porque ya casi no hablamos.
Un chico del otro club le saco la pelota a Matías, Lucas mí hermano trato de frenarlo pero no puedo. Quedo solo. Pateaba y era gol.
Pateo, con buen ángulo, con mucha fuerza. Parecía ser gol. Pero no fue gol. Emi atajo la pelota en seco, salto hacia el travesaño y la agarró con las dos manos.
Se me aprelizo el corazón. Cómo siempre que lo veía atajar. Podía creer en la magia cuando el entraba en un arco.

Tres minutos después sonó el silbato. El partido había terminado y nuestro club ganó la compra interbarrial. Los once chicos se juntaron me un abrazo, yo corrí hasta la cancha a saludar mí hermano. Todo era felicidad.
Pero antes de llegar a ver a Lucas vi a Emi. No me importo que hace tres meses que nos venimos evitando, corrí a abrazarlo. Después de todo fue la figura del partido.
—Felicitaciones Emi—le dije al oído
—gracias enana— hablo en mí oído.
Pero rápido me bajo porque mí hermano se apareció atrás mío. Me fui con el pero antes de salir busque a Emi con la mirada.
Me sorprendió verlo hablar con su papá y otro señor, viejo y con traje.

Emiliano
—Este es el señor Sosa—hablo papá. Apenas le estaba prestando atención. Buscaba a Vani entre la gente.—Emi viene desde Independiente.
Ahí le preste atención. Un señor mayor, con traje estaba parado al lado mío, me fije que en la solapa tenía un pin con el escudo de independiente.
Yo sabía que iba a venir. Papa había estado moviendo cielo y tierra para que me venga a ver jugar, si le gustaba, si creía que tenía talento, era mí primera oportunidad en el fútbol.
Me temblaba hasta el orto.
—como le va señor Sosa—me saque el guante para darle la mano—espero que haya disfrutado el partido.
—mira que educado que es el pibe. Me gustó esa última pelota era gol pero la salvaste. Llamen la semana que viene. Voy a hablar con alguien ahí en la inferiores de independiente.
Sonreí y le di la mano de nuevo. Después se quedó hablando con papá, pero yo sobraba.

Corrí hasta la puerta y ahí estaba Vani. Están riéndose con sus amigas, el pelo largo y negro callendo hasta el final de su espalda brillaba con el sol. Hasta acá se olía el perfume de su shampoo, rosas, que me encantaba. Le toque el hombro y se di vuelta.
Había sido difícil hablar con ella desde que nos besamos hace un año. Principalmente porque siempre que hablábamos solo pensaba en volverla a besar. Y tenía miedo. Miedo de lo que sentía, y miedo de lo que iba a pasar.
—que paso Emi— no le iba a contar nada todavía sobre lo de independiente, pero si me iba quería dejar todo claro con ella.
—juntemonos—le pedí —esta semana para charlar. Porfa
Me sonrió, esa sonrisa cálida y dulce, me hacía sentir que cualquier cosa que le dijera ella lo iba a entender.
Siempre sonreía así. Incluso después de la muerte de su mamá, que fue horriblemente triste, ella sonreía. Lloró, si, pero volvía a sonreír siempre.
Una semana tuve que esperar para saber la respuesta. Pero se me dio. Me iba, después de las fiestas a Buenos Aires. Me iba a jugar a las inferiores de un club. No lo podía creer.
—dale, podemos ir a la playa
—te paso a buscar mañana.

Pase a buscarla exactamente a las 10 de la mañana. Ella llevaba un bolso con los sanguchuitos, yo llevaba la manta para sentarnos. Unos a la playa bastante seguido, pero nos gustaba buscar un lugar sin tanta gente para poder restar tranquilos. Vani era muy tímida asique prefería no encontrarse con nadie.
Extendemos la manta y ella se sacó la remera, quedándose en malla. Puta madre, que buena que está.
No me anime a mirarla mucho, pero ya me sentí la cara caliente.

—¿juguemos a las cartas?— me preguntó

—sisi dale.

Ya me había ganado como tres aveces al chinchón. Para mí que resta había trampa.

—Daleee—me quejé—estas haciendo trampa.

—nada que ver. Nada — pero entonces empezó a reírse, asique si estaba haciendo trampa. Vani era una pésima mentirosa. —bueno puede que en las últimas dos partidas ...

—mira vos—le dije acercándome —las trampas tienen castigo.
La alce y la lleve hasta el mar. Ella pataleaba y me pedía que no lo hiciera que iba a estar fría, pero como entre medio de sus súplicas había risas, no le di mucha importancia.
Terminamos los dos mojados, y ella tiritando de frío.

—sos un pelotudo

—vos una tramposa

—te odio

—yo también.

Y si nos fuimos hasta donde estaban nuestras cosas, y como ya era tarde y el agua nos había dado hambre nos sentamos a comer. Estuvimos toda la tarde entrando y saliendo del mar, persiguiendonos y jugando. La extrañaba.
Cuando el sol pero a caer y el frío la obligó a cubrirse con mí remera me di cuenta que se acababa el día. Era el momento de hablar.

—Vani. Perdón por no hablarte y alejarme de vos este año —Ella me miró. No digo nada quería que continuara explícandome— tenía que entrenar el doble y entre eso y la escuela... No tenía tiempo de distracciónes.

Era una gran mentira.

—Emi, está bien. Pienso que el beso no fue buena idea.

—si lo fue.

Me dolió, y a ella pareció que también pero no se arripintio de sus palabras y yo tampoco.

—tql vez estamos destinados a ser solo amigos.

Asentí. Incluso aunque yo no quería ser solo su amigo. 

— ¿pero y si yo no quiero se rsolo tu amigo? —se me escapó yo no quería decirle eso. Era peor.pero soy un impulsivo de mierda y su mirada triste y su cuerpo bronceado, la playa. la tarde hermosa que habíamos pasado y mí posible partida me estaban volviendo loco. Yo solo quería está con ella.

—yo tampoco lo quiero— contesto tímida— Pero ya nos besamos y no salió bien. Un año sin hablar y enojos y charlas y peleas de por medio. Es mejor quedarse easi. Amigos que juegan a las cartas y se ríen y...

No la deja seguir hablando. Cuando empezaba a darle vueltas a algo en su cabeza no paraba. Me pareció mejor comerle la boca de un beso.
Y así fue, en la playa nos besamos una y otra vez. Y nos dijimos lo que guardamis por tres años. Que estábamos enamorados uno del otro.

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