14 de enero.
7:00 p.m.
30 Queensbury Street, Londres.
Hailey estaba sola en su departamento. El lugar se había llenado de humo, pues estaba fumando hierba usando su vaporizador.
Siempre se aseguraba de que el piso donde vivía estuviese completamente desalojado para drogarse, pues no le parecía apropiado incomodar a los vecinos cuando era un vicio de ella y sólo de ella. Cuando no estaba sola, se iba al sucio, viciado e inmundo callejón lleno de grafitis y basura en Hackney donde compraba lo que inhalaba y llenaba sus pulmones no sólo con lo suyo, sino con lo que los otros que estaban allí, como ella, exhalaban. No le importaba, en realidad. Incluso ya era conocida en ese sitio.
Recordó un día, hace unos cuantos meses, en el que un grupo de hípsters que iban pasando por la zona notaron que ella estaba allí, y reconocieron quién era.
–¡Mira! La hija del imperio Miller. La prueba en vida de que cualquiera puede acabar jodido, pudriéndose en un barrio londinense lleno de gente mierda. ¿Lo ves? Tenemos el estilo de vida de una adinerada de Beverly Hills– Dijo uno de ellos con tono de burla, causando que los otros que lo acompañaban estallaran en risas. El volumen con el que habló fue lo suficientemente alto como para que ella escuchara ese comentario.
En ese momento, Hailey sintió cómo la furia se cultivaba en su interior, no obstante, lo ocultó, luciendo serena aun cuando la sangre hervía por sus venas. Despegó la mirada del suelo para ver a los seis jóvenes, y expulsando con suavidad el humo; tiró el cigarro (que, por fortuna, era de tabaco) y lo apagó con la punta de su tenis.
Se despegó de la pared en la que estaba recargada y caminó con lentitud hacia ellos. No sabía quién de ellos había hecho el comentario, por lo que se aproximó al uno de ellos al azar, lo sujetó por el cuello de la chaqueta que vestía y acercó su rostro al suyo.
–Mírate, imbécil de más de 25 años, fracasado, merodeando mientras te metes una mierda cuyo origen ni siquiera sabes. Incluso para esto se notan las clases. Jamás, en tu puta, jodida, y miserable vida podrás compararte conmigo. Incluso si estuviéramos en un basurero lleno de mierda, yo seguiría estando varios niveles por encima de ti–. Le espetó Hailey con aversión y desdén.
Los demás jóvenes no habían podido escuchar nada de su conversación, pues ella habló en un susurro. El tipo sólo dibujó una sonrisa de lado y la sujetó por la parte baja de su espalda para atraerla a su cuerpo.
–¡Miren! Miller no sólo es adicta, sino también una puta. No ves algo así todos los días– Gritó otro de sus acompañantes mientras aspiraba una sustancia dentro de una bolsa de papel–. ¡Oye, Huxley! Más te vale aprovechar cada segundo con esa chica. Muchos pagarían miles con tal de poder sostenerla en brazos. Tú puedes hacer más que eso con ella– Concluyó guiñándole el ojo a Hailey, y sonriéndole de manera mezquina mientras ella intentaba zafarse del agarre del chico, quien la retenía con firmeza, pero sin aplicar una fuerza que pudiera lastimarla. Incluso su agarre se sentía delicado y cortés.
–Sí, luego los alcanzo. Ustedes sigan sin mí– Musitó Huxley con una voz apagada y ronca. Hailey supuso que se debía al cigarro.
Cuando los dejaron a ellos solos, él la soltó y le dio la espalda. Tras una breve carcajada, volteó a verla de nuevo.
Hailey se encontraba frenética. Se abalanzó con violencia sobre el muchacho, acción que sólo hizo que él se riera aún más.
–Chica, ¡vaya! Creí que lo que querías era que te soltara, pero ya veo que no.
Hailey se apartó de él tras darse cuenta de que, sin importar el esfuerzo que invirtiera en intentarlo, no le haría ni el más mínimo rasguño, por lo que prefirió apartarse para mirarlo con contrariedad y disgusto.
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Rompiendo la Sinfonía.
Random¿Es posible ir de nada a todo o de todo a nada en un abrir y cerrar de ojos? ¿Existe acaso el amor a primera vista? ¿Puede alguien reemplazar al vicio que te ha consumido desde el instante en el que te atrapó? ¿Qué tan lejos puede llegar un sueño, o...