You're my special night.

160 14 1
                                        

El sonido del tren urbano se mezclaba con el bullicio de estudiantes apurados y trabajadores adormilados. Daki caminaba por la acera con su mochila colgando de un solo hombro, la mirada algo perdida, y una sonrisa flotante que no podía esconder, aunque lo intentara.

El cielo, ahora completamente azul, tenía nubes dispersas que parecían decoradas a mano. El aire era fresco, pero no frío; olía a ciudad despierta, a panaderías abriendo y hojas moviéndose con el viento.

—Ayer fue perfecto —murmuró para sí, sin importarle que alguien pudiera oírla.

El desayuno que Tanjiro le dejó todavía le sabía en la boca. No por el sabor del pan tostado ni el jugo de naranja... sino por el gesto. Por la ternura. Por lo mucho que decía con tan poco.

Llegó a la escuela con paso firme, pero tranquila. Al cruzar la puerta, las voces y gritos comunes de sus compañeros retumbaron en los pasillos.

Una voz suave pero cargada de intención la detuvo a medio camino:

—Te vi salir anoche, Daki.

Giró lentamente. En una esquina del salón, sentada con una pierna cruzada y un libro de poesía japonesa en mano, estaba Shiori Akegiri.

—¿Y qué si sí? —respondió Daki, cruzándose de brazos.

Shiori cerró su libro con un suave clack, se levantó, y caminó hacia ella con la gracia de una bailarina.

—No suelo interesarme en los asuntos románticos... —dijo, deteniéndose a medio metro—. Pero tú estás brillando. Como si hubieras tocado el sol. O algo parecido.

Daki bajó la mirada, ligeramente sonrojada.

—Fue una noche bonita, eso es todo.

Shiori sonrió, sin burla.

—Lo fue, entonces. Me alegra. Es raro ver algo auténtico en este lugar.

Daki la miró por un momento. Nunca sabías cuándo Shiori hablaba en serio o solo jugaba con palabras. Pero esta vez... parecía real.

—Gracias.

—Dile a tu cantinero que sea digno de esa luz que estás cargando. Si no... —Shiori afiló la mirada, aunque su sonrisa no desapareció— bueno, ya veremos.

Y con eso, volvió a su lugar, dejando a Daki un poco confundida, un poco divertida... y mucho más decidida.

Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, Tanjiro limpiaba la barra con movimientos metódicos. El bar aún estaba vacío, como siempre por la mañana. Pero había paz en ese silencio.

Zenitsu hojeaba el periódico, y de vez en cuando lanzaba miradas furtivas hacia su amigo.

—¿La quieres, verdad?

Tanjiro no respondió al instante. Solo siguió limpiando una copa, como si pudiera borrar cualquier duda dentro del cristal.

—Es una chica interesante —respondió con calma—. Me hace sentir... ligero, extraño jaja.

—Eso es amor, idiota —dijo Zenitsu sonriendo de lado—. O algo muy cerca.

Inosuke, que estaba comiendo ramen frío en la parte trasera del bar, alzó la voz con la boca llena.

—¡Yo digo que, si te gusta, te la robas! ¡Como un jabalí! ¡Directo al corazón! ¡Sin miedo!

Tanjiro rió suavemente.

—No se trata de robar... se trata de compartir el camino. Si es que ella también quiere...

Un silencio suave se formó. No incómodo, solo reflexivo. Un silencio de esos que solo se forman entre amigos que han vivido cosas juntos, incluso sin decirlas todas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 31 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Latidos en la barraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora