¿Qué?... ¿Acaso Xarc ya te aburrió con su testimonio?... Créeme, no eres el único que se aburre al oír sus complejas explicaciones, me atrofian el cerebro... Pero bueno, es mi turno de contarte como se desenvolvió esta pesadilla... ¿Eh?... ¿Quieres que me quede desde donde él estaba?, bueno... Supongo que está bien... ¿Me repites otra vez en que parte se quedó?... ¡¿La catarata?!... Bien... Pero justo aquí mi historia se tornó más confusa gracias a él.
El día de como los cono... Bueno... La noche de nuestro primer encuentro fue "curioso". Siendo más concretos, yo estaba dormida... Muy dormida. Casi me hacía recordar como entramos en aquel juego enfermizo, todos nos levantamos de un sueño profundo, que, vaya sorpresa... Tuvimos amnesia de como llegamos ahí. Pero afortunadamente para mí, está vez si sabía la razón por la que llegue a esa incómoda situación.
Abrí los ojos con pesadez mientras sentía mi cabeza dar vueltas todavía, al parecer mi condición no era la más estable en dicho momento. Mi cuerpo temblaba inconscientemente solo para percatarme como estaba cubierta por una manta desde mis pies hasta mi torso y otra manta idéntica funcionaba a modo de colchón, casi recordándome como suelo dormir en casa de la abuela. No tardé mucho tiempo en percatarme que una pequeña fogata me calentaba con su brillo, y que yo estaba muy cerca de ella. Aún con eso en mente giré mi cuerpo con tal de empezar a levantarme; pero con una ráfaga de viento que casualmente pasó, pude notar una leve sombra en la luz del fuego, una sombra que no me pertenecía.
Giré mi mirada a toda prisa mientras elevaba mi torso contra todo pronóstico, y ahí lo vi, la misma razón por la cual tuve un gran número de dolores de cabeza. Su cabello castaño oscuro se ondeaba con la brisa de la noche de la selva, contemplando a través de sus gafas sus propias manos con las cuales sujetaba un saco del instituto, no pude dar con el color azul de sus ojos hasta que este mismo volteo a verme sin mostrar alguna pizca de sorpresa; ese chico era Xarc Kuikuiltic.
Le vi con apuro mientras trataba de ponerme de pie; pero al elevar mi torso de manera rápida, pude sentir una corriente de aire recorrer mi pecho de una manera muy directa, a lo cual llevé mi mirada hacía mi pecho... El muy idiota me había quitado todo mi uniforme y me había dejado con mi ropa interior... Sigue siendo algo vergonzoso como para recordarlo. Fue así como con velocidad tomé la sabana y me cubrí el cuerpo entero, simulando una especie de capullo. Todo mientras un sudor frio bajaba por mi frente.
Y ahí estaba, completamente avergonzada y roja mientras aquel chico solo me miraba con ese mismo rostro inexpresivo. Mis labios temblaban a la par que mis piernas al percatarme que mis pantalones tampoco estaban. Las ideas llegaron a mi cabeza como un bombardeo, cada una con imágenes repugnantes que seguramente algún pervertido imaginaría al encontrarse a una chica en la misma posición en la que yo estaba... Y más le vale que usted tampoco.
Intenté hablar... Pero no tenía la fuerza mental como para hacerlo, en ese momento estaba... Realmente mal.
—Mojado— fueron las primeras palabras que recibí de su parte
—¿Qu~qué? — cuestioné de manera inmediata mientras intentaba forzar una mirada enojada
El chico suspiró y dejó de sujetar el saco al colocarlo a un lado de sí mismo. Solo para luego apuntar hacía la fogata y hacerme notar con detenimiento como mis ropas estaban extendidas casi a la misma altura en la que estaba yo con respecto al fuego de su fogata improvisada.
—Todo está mojado, he ahí la respuesta a tu situación. Era lo mínimo que podía hacer por ti, ya estaba oscureciendo— respondió a la par que pasaba un pañuelo blanco por sus manos —Te estaría dando hipotermia ahora mismo si te dejaba la ropa
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Vasallos: La guerra por las estrellas
FantasyReligión, Superioridad, Debilidad, Poder. En el mundo de Nuatlpak, esas son las cuatro palabras que desencadenaron un ritual sin precedentes que condenará las almas de muchos jóvenes a sacrificar las vidas de sus semejantes, convirtiéndolos en simpl...