Mas de un problema

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La noche me atacaba. Hacía que me sintiese libre pero a la vez me hacía retroceder hasta toparme con lo que sentía. En ese momento sentía rabia. Ganas de alejar todo de mí.

-No sabes lo que dices

-¿Acaso crees que me importa? ¿Crees que me importa lo que me pueda pasar? ¡¡Estoy harta de ti!! ¡Estoy harta de todo! ¡¡¡Ojalá te mueras!!!

-¿Ya no importa nada entonces?

-¡¡Exactamente!!¡¡Ya no importa!!

-Si...ojala me muera...-pensé al ya haberse ido ella.

Por poco rompió los cristales de la puerta al entrar a lo que se hacía llamar "hogar" pero que no era mas que otro edificio de esta sucia ciudad.

Me olvidé pronto de aquello cuando mire hacia las estrellas,tan libres,tan pequeñas. Mi cuerpo se estremecía cada vez que las miraba. Es como mirar a los ojos de los dioses.

Dí las últimas caladas al cigarrillo algo extrañado de que a pesar del tiempo transcurrido no se hubiese apagado -cuánto puede durar el mal- pensé. Los edificios se abalanzaban al frente de mi vista,como queriendo atraparme,queriendo engullirme. Cada uno con sus luces encendidas,guardandolas para sí con un toque egoista. Mirándolo a uno solo se veria como un simple edicifio pero al juntarse todos es cuando una imagen cobra vida e,independientemente de si quieren o no,se les ve como un grupo,como a una ciudad.

Una chispa basta para que la caja de cerillas estalle. Y precisamente mi chispa no la encendió el mechero. Volví la vista hacia los edificios que,a pesar de lo rápido que llegue a ir,se acercaban poco a poco,como con miedo a que les invada esta mente rota.

Los parpados se cerraron,no para ocultar la vista,sino para agudizar la sensación de calma que me daba mi ajetreado corazón.

El aire tiraba de mí,como queriendo impedir que esto sucediese y con una mano me empujaba de nuevo al balcón. El cielo,cuya voz se oía incluso desde tan abajo,gritaba que no lo hiciese. Pero ya era tarde.

No había sonido alguno mas que el viento que chocaba contra mis oidos y me dañaba como castigo. Los edificios crecían mas y mas,todos escondiendo sus ventanas,las hacían pasar rápidamente para que yo no las pudiese cojer. Algunas abrían sus parpados para mirarme,otras los cerraban para dejarme de ver. Mi cuerpo,cuya angustia no había sido sufrida antes a tan gran escala, se debatía entre mantenerse firme o caer de rodillas. De pronto mi cuello quedo al desnudo,librandose del verde pañuelo que lo cubría,permitiendo que el frío me tapase con su manta helada mientras el verde se perdia entre la obscuridad ennegreciendose a medida que se alejaba.

-¡¡SKY!!

Oí cual lanza atravesando mi espalda. Logré dar media vuelta a duras penas y poco pude divisar que no fuese el difuminar de mis lágrimas. Supe que era ella solo por el sentimiento que envenenaba aquella punta.

-¡¡NO!! ¡TE QUIERO!

Le oí chillar. Pero ya era tarde.

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