Un día perfecto en la ciudad de Lenvacia, el tiempo invitaba a ir a la playa y las suaves brisas hacían que las olas fueran las mejores en mucho tiempo y enfrente de esas olas estaba Johan un joven surfero con el cabello rubio, la piel bronceada por el sol y un cuerpo entrenado por la resistencia del agua.
—El verano empieza con unas olas estupendas – Johan cogió su tabla y se levantó de la arena listo para sumergirse en el agua
Johan se dirigió directo al agua decidió a surfear todas las olas que pudiera hasta que el viento dejará de soplar. Lanzó la tabla de surf al agua y de un salto se tumbó encima de ella, una imponente ola se empezaba a formar delante suya, era la ola más grande que había visto nunca, comenzó a nadar con todas sus fuerzas hasta llegar a la base de la ola, se colocó en posición listo para montarla.
—¡Johan espérame! – Gritó una chica a lo lejos — ¡Johan!
Johan perdió el equilibro y terminó en el agua arrastrado por la ola. Salió del agua con una cara de pocos amigos.
—Ana, ¿Qué haces aquí? – Johan lanzó la tabla a la arena molesto
—Quería surfear contigo, como no tengo escuela hoy – Ana estaba algo nerviosa al ver la expresión de Johan, sabia que la había liado un poco
— Justo hoy... cuando las olas miden mas de 20 metros, decides venir a surfear – Johan se quedó mirando al horizonte viendo como la enorme ola desaparecida ante sus ojos
—Pero no me pasará nada he estado practicando mucho, además de que no es la primera vez – comentó Ana sonriendo
—Está bien, además, el viento está parando y las olas ya no son muy grandes – Johan agarró su tabla y la de Ana, y comenzaron a andar hacia el mar
—Gracias hermanito – Ana se colocó el pelo mientras avanzaban
La hermana de Johan era más pequeña que él tendría unos catorce años y no eran hermanos de verdad, su madre se separó de un surfero obsesionado con las olas que no hacia mas que viajar buscando la ola perfecta y terminó encontrando al padre de Ana, el cual odia el mar y trabaja en una aburrida oficina. Johan siempre ha cuidado de Ana, no quería tampoco sustituir a su padre o ser más, ya que cuando se conocieron ella estaba muy recelosa ante la situación, había dejado de ser la niña de su papa, para ser solo una parte de la familia. Con el tiempo Johan se hizo un hueco en el corazón de Ana.
Johan levaba surfeando desde los cinco años y cuando Ana llego a su vida, la empezó a enseñar a surfear para compartir esos momentos como hermanos. Aunque su padre odiaba el mar, vio como Johan sabia lo que hacia y confiaba en dejar a su hija con él, por lo que mientras vinieran enteros no pasaba nada.
De vez en cuando Johan se giraba para ver si su hermana estaba bien o se cansaba mucho, ya que la corriente era más fuerte debido a las olas. Podía ver como aquella niña palida, que apenas le ha dado el sol en su vida, nadaba con todas sus fuerzas, mientras su cabello castaño se mecía con el viento.
—Prepárate viene una ola grande – Johan se giró para ver si Ana estaba colocada — ¿Lista Ana?
—Sí – asintió con la cabeza mientas se subía en la tabla
Johan se acercó al lado de Ana para vigilar que no le pasara nada. Y ayudarla a subir a la cresta de la ola. La ola creció más de lo que Johan había pensando y su corazón empezó a palpitar con fuerza, la cara de Ana era de asombró y de terror, Johan cogió a Ana y la subió a su tabla, comenzó a nadar con todas sus fuerzas y en un abrir y cerrar de ojos estaban surfeando en la cresta de la ola
—¡Que divertido! – gritó Ana mientras se dejaba llevar por la tabla de su hermano
—Enséñame lo que has aprendido – Johan saltó al agua y dejó a Ana sola en su tabla
Ana cambió la expresión de diversión por una muy seria y comenzó a bajar por la ola y a meterse dentro de ella surfeando como una profesional y sin que Johan se diera cuenta Ana dio un salto en la ola y terminó en el agua al lado de su hermano. Johan se quedó sorprendido por cómo se manejaba su hermana en la tabla, además de que hacia tiempo que no le enseñaba nada.
— Lo has hecho muy bien, ¿alguien más te ha dado clases?
—¡No! – gritó Ana enfadada, he venido a practicar sola
— vale vale, venga te invito a un helado
Johan y Ana llegaron sin problema a la costa y dejaron las tablas clavadas en la arena y fueron hacía el chiringuito a comprarse un helado y comerlo mientras tomaban el sol.
—En una semana vamos de vacaciones, ¿tienes ganas? – Ana se había pringado entera de helado
—Claro, siempre he estado en sitios con playa, y me gustaría ir al centro a ver como es y ver la gente que hay allí, aunque estar días sin agua va a ser duro – Johan le limpió la cara con la mano, empeorando mas la situación
Tenían planeado desde hace mucho tiempo un viaje al centro del país a la capital, para ver la diferencia entre ciudades costeras y lugares céntricos. Su madre les prometió el viaje si aprobaban todas y tanto Ana como Johan terminaron aprobando todo con grandes notas, por lo que no quedaba más remedio que ir de vacaciones al centro. Aunque iban a ir igualmente, ya que el padre de Ana, le había salido un nuevo trabajo y posiblemente tendrían que mudarse al centro, quieran o no.
—Voy a ir a nadar un rato más, que hace muy bien tiempo hoy– Ana se levantó de la arena y limpiándose un poco la arena que se le había pegado en el culo del bañador, fue directa al agua
—Ten cuidado, aunque ahora está el mar más tranquilo – Johan se quedó mirando el movimiento hipnotizarte de las olas
Johan era experto en saber cómo estaba el agua con solo mirarla, sabía a qué hora habría las mejores olas y en qué lugares podría surfear más tiempo. Siempre se le ha dado muy bien el mundo acuático, se quedó sentando sin quitarle el ojo de encima a su hermana, ya que aunque ella nadaba muy bien no podía evitar preocuparse por ella. Ana iba de un lado a otro de la orilla jugando con los pequeños peces que se atrevían a acercarse a la orilla y con las olitas que acompañaban a la pequeña brisa marina. Pero Johan comenzó a notar un escalofrió en el cuerpo, y enseguida miró al cielo, vio como poco a poco se iba oscureció más y el viento empezaba a soplar con fuerza. Johan se levantó de la arena corriendo y fue al agua a buscar a Ana, pero no la conseguía ver por ningún sitio, hasta que se fijo en una figura que estaba a lo lejos, demasiado lejos para ir adrede hasta allí.
—¡Ana! – gritó Johan mientras nadaba con todas sus fuerzas
En ese momento era como si no hubiera nadie más en el agua, solo Ana y Johan intentando acercarse el uno al otro. Pero el oleaje no le dejaba acercarse, le mandaba siempre de vuelta a la orilla, Ana apenas se movía en el agua. Las olas se hacían más grandes y no dejaban de golpear a Johan en la cara hundiéndolo una y otra vez en el fondo del mar, salió rápido a la superficie y cogió una bocanada de aire y fue por debajo del agua, la corriente era fuerte, pero por lo menos las olas no le golpearían todo el rato. Poco a poco iba consiguiendo acercarse a Ana, pero tuvo que salir a coger aire y una ola lo envió de nuevo al fondo haciendo que Johan tragase una gran cantidad de agua y quedó en el fondo del mar mirando al cielo que se dejaba ver entre la horrible tormenta. De reojo Johan podía ver lo cerca que estaba de Ana, solo tenía que estirar un poco más el brazo y la alcanzaría, pese a la cantidad de agua que tragó Johan emitió un grito apagado por el agua y enseguida todo volvió a la calma, Ana volvió a la orilla por su propio pie y él se encontraba flotando detrás de su hermana.
—¿Qué ha pasado? – se levantó del agua algo confundido
Johan sacó un brazo del agua y vio como su cuerpo se fundía con el agua y volvía a su forma natural al sacarlo.
—¿Qué es esto? – murmuró Johan algo asustado
—¡Johan ¿vienes?! – Gritó Ana desde la orilla
—Si voy – salió del agua confundido y sin saber si lo había soñado o que había ocurrido en ese breve instante
Una sonrisa apareció en su rostro al ver a su hermana sana y salva caminando por la arena, aunque no podía evitar la sensación de que su brazo se había quedado fundido con el agua sin saber como y porque.

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Los 4 Elementos ( remake )
Teen FictionLa historia comenzó hace 400 años o quizás más, en mi memoria no hay espacio para fechas sino para hechos. Y este hecho trató sobre cuatro jóvenes con dones especiales. Una maestra del fuego, un espirito del agua, una guardiana del bosque y el señor...