PRÓLOGO🦚

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Un vacío se asentó en mi pecho desde el momento en que escuché la noticia. Mi cuerpo pasó a sudar frío y sentí que el tiempo se detenía. Mi vista no podía estar en otro lugar que no fuera el titular que mostraba la televisión.

"Emilie Agreste ha desaparecido".

Me tape la boca con mi temblorosa mano, incapaz de creer aquello.

—N-no... —susurró.

Emilie... Aquel ángel que había salvado mi vida, era imposible que ya no estuviera.

—No se sabe mucho sobre los detalles, pero fuentes dicen que pasó hace al menos un mes. Esta sería la razón del porqué Gabriel Agreste se ha negado a salir de su mansión —habla un periodista mostrándose desde la puerta de la mansión Agreste en la televisión.

Mis ojos se cristalizaron al tiempo que mis piernas no soportaron el peso, dejándome caer sin fuerza.

N-no... No podía ser verdad.

Un sollozo escapó del fondo de mi garganta. Las lágrimas empezaron a empapar mis mejillas mientras que el sonido de mis súplicas pidiendo que fuera falso llenó la habitación.

El pecho me dolía horrores y solo podía pensar en los bellos ojos de aquella mujer que me había criado como una hija. Aquella que había limpiado cada una de mis lágrimas para reemplazarlas por sonrisas. La que me dio fuerzas para valerme por mí misma.

"—Cuando sea grande te llevaré seguido a desayunar —le había dicho en una de nuestras tantas charlas, haciéndola reir.

—¡Yo tamben quero ir! —se quejo el pequeño rubio entre los brazos de su madre.

—También estás invitado, Sol".

Adrien.

Sequé mis lágrimas sin cuidado y reuniendo todas mis fuerzas me puse en pie para ir a las escaleras. No importaba lo mucho que me doliera ahora, sabía que ellos la estarían pasando peor.

Tomé una maleta y comencé a guardar lo indispensable. Mudas de ropa, objetos de aseo inmediato. Lo que faltara sería comprado una vez en París.

"—Cuando sean grandes iremos los tres de vacaciones. Puede ser en barco, avión..."

Trague con fuerza y soporte mis lágrimas, incapaz de dejar de pensar sobre la mujer que se había ganado el papel de madre sin serlo. No podía ser esa Emilie.

"—______, debes ser fuerte. Ella va a necesitarte más que nadie —me dijo en un momento que sentí que el mundo se había acabado para mí".

Emilie había estado conmigo desde que tenía dos años. Me tendió la mano cuando todos me dieron la espalda y me enseñó que hay un mundo fuera de la jaula en que estaba encerrada. Ella me dió fuerza, se convirtió en el pilar que necesitaba para vivir.

Un sollozo escapó de mis labios y lo cubrí con fuerza al escuchar pequeños pasos a mi espalda.

—¡Manita! —Ivy llegó corriendo por el pasillo en dirección a mi cuarto. Sentí sus pequeñas manos rodeando mi cadera en el intento de abrazarme, pero sin llegar a unir sus brazos—. ¿A onde vamo?

Mis labios temblaron y miré dos segundos hacia el techo para que las lágrimas no volvieran a salir. Respire hondo y tomé sus manitas para colocarme de cuclillas y estar a su altura.

—¿Recuerdas que te hable del tío Gabriel, la tía Emilie y el primo Adrien? —dije haciendo lo posible para que mi voz no se cortara.

—Sí —dijo inclinando su cabecita a un lado—. ¿Me llevalas a conocelos?

Asentí con lentitud y acaricie sus manos para darme calma. No podía llorar frente a ella.

—Ve y elige rápido los juguetes que quieres llevar a París —dije con una falsa sonrisa.

—¡Sí! —chillo con alegría, envolviendo sus brazos a mi cuello. La abracé más de lo necesario, negándome por un momento a dejarla ir—. ¡Ya, manita! Llevale al Señol Bigotes, a Don Pato, a... —Se alejó contando con sus deditos a quienes agarraría.

Caí sentada, viendola pegar saltitos por el pasillo mientras mi vista volvió a nublarse.

"—Cuando sea grande te presentaré a Ivy, haré de ella toda una señorita, lo prometo".

Aún no te presenté a Ivy, Emilie. No puedes irte sin conocerla.

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—Muchas gracias, señora Moreau —dije extendiendo la llave de mi casa.

—No hay de qué, niña. Espero que tu familia esté bien. Ahora vete, perderás el metro—dijo guardando la llave con una pequeña sonrisa.

La señora Moreau es mi vecina, aquella que vive a un lado de mi casa y conoce a la perfección la situación que vivímos con Ivy.

—Nos vemos pronto —dije alzando a Ivy con una mano y cargando nuestro bolso con la otra, apresurandome a subir al taxi.

—¡Hata ponto! —dijo la pequeña agitando su manita con fuerza.

Acomode a Ivy en el asiento, abrochando su cinturón con prisa.

—A la central de metro, por favor —dije acariciando la cabeza de la pequeña, mientras esta agitaba su elefante en un juego que solo ella entiende.

"—Cuando seas grande, prometeme que no me olvidarás".

Apreté mis labios y desvié la mirada a la ventana.

No, Emilie. Nunca podría olvidarte. Ni a tí, ni a Gabriel, ni a Adrien.

Ustedes son todo para mí... Y haría lo que fuera para que estemos juntos de nuevo.


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"—Duusu, ella será tu portadora de ahora en adelante".

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PRÓXIMAMENTE

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¡Les presento a la cuarta rayis de esta saga! Aquella que se transforma en Mayura♥

¿Qué les parece esta? Cuentenme su primera impresión y cómo creen que se desarrollará♥

¡Mañana, 06 de enero, sale el prólogo de: "¿Y si portara a Pollen?", no se lo pierdan! Será el último libro a publicar, por el momento♥

No se olviden de comentar y votar, además de seguirme en el caso de querer leer más historias de Adrienxrayita♥

¡Espero que les este gustando esta primera semana de enero conmigo!♥

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⏰ Última actualización: Jan 05, 2023 ⏰

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¿Y si portara a Duusu? | Adrien Agreste/Char Noir y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora