Capítulo I

107 1 0
                                    

Soy un chico de pocas palabras, de eso no hay duda. Pero es cierto que no se me escapa nada, se me da muy bien canalizar a la gente. De hecho es tan simple como ponerme los cascos y quedarme sentado contemplando el ir y venir de los madrileños una tarde cualquiera. Todo cuenta, siempre lo digo. Cualquier gesto, cualquier palabra o cualquier pequeño detalle en el pelo me dan la información necesaria para saber la historia de esa persona. La guinda de todo paseo que dé por el centro es un buen piti liado durante la actividad. Me da la autogratificación necesaria para irme a casa sin llorar. Llorar no mata, fumar sí, o eso dicen.
Pues bueno, dicho eso tengo derecho a mencionar que soy observador, callado y egocéntrico. A la hora de elegir el tercer adjetivo siempre me pasa lo mismo. «Elijo inteligente y que se me considere egocéntrico o elijo egocéntrico y que se me considere inteligente».
No me dejan mucha opción, a decir verdad. Mi psicóloga me decía que guardaba mucha inteligencia en la mente, pero que me faltaba concentrarla en algo positivo. En una ocasión me llegó a aventurar que si no lo hacía era probable que acabara muerto o en la cárcel. Qué lindas palabras soltaba Sonia por ese hocico. Esa mujer la verdad es que no tenía la culpa de hacerlo tan mal, siendo una psicóloga de la Seguridad Social, no sabría ni quién era el paciente que tenía un trauma por el fallecimiento de su padre o quién era el del TCA que era incapaz de pasar al lado de una farmacia sin pesarse. Tampoco estoy en condiciones de quejarme, es decir, soy como que el peor paciente que un psicólogo podría tener. Tengo ese complejo de psicólogo que hace que no pueda estar ante una persona sin intentar averiguar qué se esconde detrás de ella. Y ya ni hablemos de mis ganas de tener siempre la razón. Debatir es parte de mi riego sanguíneo, estoy convencido.
Con todo ello, antes de contaros qué me ocurió en menos de dos intensas semanas, procederé a presentaros de forma rapidilla a algunas personas que me parecen importantes para comprender todo.

Fumar MataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora