Capítulo IV

24 0 0
                                    

Odio a la gente que no fuma. Me podréis llamar lo que sea, pero el vínculo que se crea en el momento de compartir un cigarro es enorme. Además, no es motivo de morir darle una calada a un piti. La de problemas que se solucionarían si el uso moderado de tabaco estuviese normalizado. En una ocasión tuve una conversación sobre el tabaco con mi madre, pero era yo quien le hacía preguntas al respecto.
- ¿Por qué dices que es bueno si en la cajetilla pone «Fumar Mata»?
-Verás, en esta vida hay muchas cosas que te pueden matar. Piénsalo, desde cruzar una calle hasta comer mucho chocolate. Entonces, por qué iba a ser malo hacer algo que te ayuda a hacer amigos. Cielo, todos nos vamos a morir algún día, si vivimos con miedo, no disfrutamos de la vida.
- ¿Puedo probar un poco?

Lo que pasó esa tarde nunca se me va a olvidar, no solo porque después de eso casi me ahogo con el humo, sino porque mi madre me dio la clave para vivir tranquilo.

-Natalia-

-No lo sé, no lo sé, me dijo eso y todavía sigue en el despacho de la directora.
-Cálmate, Nat, verás como está bien.
-Si bien estaba, ya sabes cómo es Álvaro, no muestra casi ninguna emoción pero es muy sensible. Y después de lo de su madre...
-No llores, espera ahí que ahora voy.
En qué momento se me ocurrió ser amiga de Álvaro. No, qué cojones estoy diciendo, en qué momento se me ocurrió ser tan mala amiga. Joder, cómo lo estará pasando. Quiero tanto a mi padre que no soportaría que le ocurriese algo. No quiero hacerlo, pero necesito calmar la ansiedad o me va a dar algo. No quiero hacerlo, no quiero, lo juro.
-Natalia, ¿va todo bien? Te veo muy nerviosa, ¿quieres que llame al orientador?
-Estoy esperando a Álvaro, entró en el despacho de Luisa y todavía no ha salido. No te preocupes, Fran, me voy a ir a casa para tranquilizarme.
-En caso de que prefieras hablar con el orientador o con cualquiera de aquí, que sepas que no hay problema. Pide en jefatura que te autoricen la salida si quieres irte ahora mismo.
-Muchas gracias, ahora voy.
Soy una puta cobarde, si voy a casa voy a volver a hacerlo. Qué asco doy.
-¡Nat! Ya estoy aquí.
Dios, no quiero decepcionar a Aleja. Ni a Álvaro. Buah, son tan buenos amigos y yo una mierda de persona...
-Nat, ¿ya salió Álvaro?
-No lo he visto salir, supongo que seguirá ahí. Yo me voy a casa, no voy a aguantar otras cuatro horas de clase después de esto. Dile a Álvaro que lo siento.
-Te acompaño a casa. ¿Ahora no hay nadie, no?
-No hace falta, Aleja. Bueno, está sola, pero voy a estar bien.
-No te preocupes, voy a ir contigo sin agobiarte, vamos a salir los tres de esta.
Aleja sabe qué palabras escoger y cuándo hacerlo, a veces creo que sigo enamorada de él.
-Gracias.

Fumar MataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora