Finalmente soy libre

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En ese instante surge una pantalla, en la que se veía a un grupo de médicos observando una cinta en la que aparece aquel hombre. Él se despide, dejando a los espectadores una muestra de su proyecto. Cuando la cinta termina, el médico se pone de pie y dice:

—Estimados colegas en especial a usted, estimado Ronald, espero que les haya parecido interesante el caso, ¿tienen alguna pregunta?

—¿Aquel muchacho se encuentra aquí, verdad? —pregunta Ronald.

—El ya colaboró en gran parte con la misión que se le fue otorgada, pero sí, él está aquí, ¿Desea hablar con él, señor?

—Claro que sí.

El médico ordenó que trajeran a Tom y lo que vio Ronald lo dejó impresionado: Tom tenía una cara completamente apagada, tres dedos en una mano, pues padece de caso muy raro donde desea comerse sus extremidades. Tenía el pelo sucio y su ropa estaba harapienta,
sus pies estaban descalzos y parte del cuerpo donde se veía su piel mostraba severas lesiones. Es claro que había tratado de de suicidarse en muchas ocasiones, pero al estar en un cuarto de máxima seguridad no lo había logrado.

—Es brillante el trabajo que hicieron con este chico, dime muchacho, ¿tienes algo que decir?

Tom lo mira.

—¿Dónde está Lucía?

—Fue asesinada hoy en la mañana, consideró inhumano tu trato e intentó informar a la prensa, aun cuando ella colaboro en todo. Oponerse a nosotros es alta traición y ellos saben que dicho acto se paga con la muerte. Además nosotros controlamos los medios, por lo que de cualquier modo era inútil oponerse a nuestra política.

Tom, al escuchar la razón, se pone a llorar.

—¿Por qué nos hacen esto?

Uno de los guardaespaldas se acerca y acto seguido, le abre con un cuchillo el cuello. Mientras se desangra, Ronald le responde.

—Porque en tu dolor, recae nuestra felicidad. Detengan la hemorragia y sigan como están, ¿Pueden hacerlo?

—Claro señor, casos como este ha habido muchos, por lo tanto podemos evitar que muera.

—Bien, entonces tienen mi apoyo. Durante la semana recibirán el dinero que necesitan.

Ronald vuelve a su vehículo privado y se retira del sitio. Tom es atendido, logran salvarlo.

Lo envían a un cuarto rodeado de fotos de cada uno de los crímenes de su familiar, y también de los suyos. Los médicos traen a otro paciente.

—Es tu decisión, si lo matas eres libre.

Tom observa que se trata de una persona que tiene una bolsa en la cabeza. Tiene en su poder un arma blanca, la cual utiliza sin pensarlo dos veces.

—Ya está.

—Por órdenes de nuestros superiores serás liberado, pero antes observa tras la bolsa.

Cuando Tom le quita la bolsa, se da cuenta que se trata de Lucía, quien yacía muerta hace más de tres horas. Tom cae al suelo y llora con una rabia interna que lo consume, para luego ponerse de pie, mirar al médico y decirle con una sonrisa:

—Finalmente soy libre.

El recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora