¿UN MONSTRUO?

2 1 0
                                    


Después de haber soportado muchas noches el terror, el pueblo decide organizarse para deshacerse de la bestia que los atormentaba.

—Llego la hora, hoy por la noche iremos a deshacernos del monstruo para que la paz vuelva a nuestras noches y nuestras familias puedan descansar sin temor alguno— exclamo un hombre, acompañado de su esposa y su hijo, quienes eran conocidos por ser la familia más afortunada y rica del pueblo y de muchos otros pueblos. El matrimonio llevaba una buena reputación desde muy jóvenes y su hijo no era diferente, un chico alto y apuesto que aunque no era muy joven tampoco podría ser considerado adulto.

El pueblo liderado por el hombre, se encontraban eufóricos por esperar a que caiga la noche para destruir a la criatura, sin embargo aquella euforia no era por felicidad, sino que estaba llena de odio y enojo; durante toda la tarde se prepararon con armas y cuchillas, espadas y fuego para de cualquier manera acabar con lo que ellos llamaban monstruo.

Mientras tanto el joven monstruo paseaba por el bosque, las criaturas de ahí se habían acostumbrado a su presencia pues al ser un ser inofensivo se dieron cuenta que era parte de su entorno y durante ese día, el joven fue feliz en compartir su tarde con pequeños animales que se le acercaban, después de mucho tiempo por fin pudo tener de nuevo compañía.

Cayendo la noche, se encaminaba dudoso al pueblo, su corazón se encontraba neutro pues la compañía de los animales lo habían ayudado a que la tristeza fuera olvidada pero en el momento en el que visualizo las casas, su corazón se volvió a llenar de tristeza pues el joven que aún conservaba su alma como de un niño añoraba estar dentro de alguno de esos hogares.

El llanto comenzaba a salir sin permiso alguno al igual que las lágrimas del joven, en cuanto los pueblerinos lo escucharon llegar atacaron sin piedad alguna lanzando fuego y flechas al monstruo.

El confundido solo pudo retroceder, intentaba explicar que era inofensivo pero... ¿Quién le había enseñado a hablar? Si fue abandonado desde el momento en que nació, lo único que salía de su boca eran sonidos sin sentido que demostraban miedo por quienes lo atacaban pero aquellos humanos liderados por una voz fuerte no retrocedían.

El joven intento huir y esconderse en su cueva pero las heridas lo hacían lento y la muchedumbre que lo perseguía cada vez se hacía más agresiva. Las fechas y los cuchillos lastimaban cada vez más las capas del monstruo que lo recubrían.

No mucho antes de llegar a la cueva, el monstruo por fin cayo, sus piernas estaban tan heridas que lo único que quedaba era arrastrarse por el suelo, la desesperación del joven se iba consumiendo en una desesperanza por salvarse y el dolor se incrementaba cada vez más, pues lo único que el buscaba era un poco de amor de aquellas personas que ahora se encontraban lastimándolo; pero el líder del pueblo al ver su oportunidad, con una cuchilla larga y afilada se acerca más al monstruo y con una mirada despiadada, la misma que tuvo al momento de dejar a su propio hijo en el bosque, la encajo en su respalda sin miedo alguno la removió hasta que pudo sentir como tocaba y desgarraba el corazón de aquella bestia.

El joven soltando un grito más fuerte que cualquier otro de sus lamentos, se deja de mover y sus manos y pies cubiertos de ese duro musgo dejan de luchar y poco a poco su corazón deja de latir.

El líder, viendo que logro su cometido gira al monstruo ya sin vida y él junto con otros atacantes se acercan a ver al monstruo llenos de curiosidad. Las capas gruesas que lo cubrían comienzan a caer una hasta que solo queda su piel desnuda y pálida al descubierto. El hombre quien aún llevaba la cuchilla llena de sangre se paraliza al observar aquello.

Los ojos, las facciones del rostro eran iguales a las que su hijo quien aguardaba en casa, la confusión lo consumía mientras que los demás pueblerinos también se percataban del parecido de aquel pero más que eso, se horrorizaban al ver el cuerpo de un pequeño joven; no tan joven pero lo suficiente para ser considerado adulto. Los gritos de las personas asustadas dándose cuenta que habían asesinado a un niño llenaban el bosque, pero el hombre quien aún observaba a la criatura no se movía, pues él sabía quién era esa bestia a la que le había quitado la vida, ya dos veces.

La Luna, quien había observado como desgarraban a su pequeña criatura, lloraba y buscaba en la mirada de su pequeño algo de vida; pero no, no había ya nada en aquellos ojos, ni miedo, ni sufrimiento, solo soledad el mismo vacío que había en el corazón de aquel niño que añoro amor se encontraba ahora de la misma manera en sus ojos. La Luna tan solo pudo observar como la persona quien le había otorgado a ese pequeño, quien así mismo le causaba tanto sufrimiento, llego solo para arrebatarle la poca esperanza que llego a tener por recibir amor y con ella la vida.

El hombre se arrodillo antes la "bestia" y tomo el cuerpo ya frio entre sus brazos, recordó el momento cuando había cargado con él esa noche y lamentándose comenzó a llorar, pero ya era tarde pues aquel abrazo que ahora le daba nunca podría ser sentido por el niño que lloraba en la cueva, las lágrimas que ahora derramaba no serían suficientes para comenzar los llantos de tantas noches durante tantos años que el pequeño monstruo derramo por él y por la madre que nunca conoció.

Después de esa noche, la luna dejo de brillar en ese pueblo, la tierra dejo de ser dulce y fértil y el aire ahora era frio e hiriente. La felicidad había desaparecido de aquellas personas que vivirían con el remordimiento de haber asesinado a un niño. En cuanto al líder y su familia huyeron del pueblo pues aquel doctor que calló tanto tiempo, al enterarse del suceso hablo sobre él bebe que había sido abandonado. Pero ese no sería el único castigo para esa familia, pues sin importar que tanto se escondieran, la noche llegaba y con ella la Luna; quien cegada por la ira atormentaría a esa familia por el resto de sus días.

Érase una vez, en algún lugar del mundo, un pequeño pueblo donde la tierra es seca e infértil y el aire es frio e hiriente, en un pequeño bosque, yace el cuerpo de un joven quien vivió anhelando cariño, protección y un hogar, un pequeño monstruo inofensivo que hasta el día de su muerte jamás daño a alguien; ahora enterrado donde la luz de la luna sigue postrando su brillo cada noche.


Fin.

El pequeño MoustroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora