𝘥í𝘢 𝘴𝘦𝘪𝘴

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Estaban sentados. Sara tenía los brazos cruzados. La directora de la escuela de sus hijos los había citado, ¿por qué? Porque Andrés tuvo problemas con uno de sus compañeros.

Resulta que Andrés empujó a Matías, su compañero de clases, y Franco, que ya había escuchado antes de ese niño, intentaba calmar a su esposa.

— yo no diré nada hasta que escuche a mi hijo, señora directora — Franco dijo. — agradezco que nos haya llamado.

Ambos padres salieron, Sara por delante, iban a ir a buscar a Andrés. Fueron al salón donde estudia su hijo y no estaba ahí. Los buscaron por los pasillos hasta que lo encontraron sentado junto a las escaleras que daba al segundo nivel.

— oye, campeón — Franco se acercó hasta su hijo, poniéndose a su altura.

Andrés tenía las mejillas húmedas, sus ojitos llenos de lágrimas y sus bracitos alrededor de su cuerpo  abrazándose así mismo.

— Matías empezó a burlarse de mí, papá, dijo que parezco una niñita tocando la guitarra y que se me caerán todos los dientes por cantar — sollozo el niño agitando sus manos mientras intentaba explicarle a su papá.

Sara respiró hondo, intentando no llorar al ver las lágrimas de su hijo, de una cosa siempre fue débil Sara, ver llorar a sus hijos. Le rompe el corazón y la idea de que otra persona lo haya lastimado empezaba a molestarle.

— ¿y tu le empujaste? — Franco secó las lágrimas de las mejillas de su niño.

— porque él me puso el pie y me caí — señaló su rodilla que estaba rojiza por el golpe.

Franco suspiró. Debía hablar seriamente con los padres de ese niño. Miró a su esposa, que les daba la espalda, ya sabía que pasaba.

— no tiene nada de malo tocar la guitarra o cantar, campeón, ese niño está muy equivocado y no dejes que eso te afecte, porque tú, Andrés Reyes, serás un gran músico si te lo propones, y si vuelve a pasar esto, primero le avisas a la maestra y si no te hace caso, nos llamas a nosotros, ¿de acuerdo?

Andrés asintió aún con su carita roja de tanto llorar. Se levantó para abrazar a su papá, y Franco no tardó de cargarlo para ir hasta donde Sara.

Sarita secó el resto de sus lágrimas y respiró hondo antes de ver a su hijo.

— mi bebé — Sarita paso sus delgados dedos por las mejillas de su hijo, secando el resto que queda de ellas. — eres valiente, mi amor.

Andrés sabe algo. Tiene tanta suerte de tener a unos padres como ellos, sus papás son los mejores y los ama con cada pedacito de su corazón y a su hermanita pequeña también.

— ¿vamos a hacer maratón de La Era del Hielo?

Andrés sonrió asintiendo. Comerá los ricos piqueos que Irene siempre les prepara cuando era hora de películas. La pequeña familia salió, Andrés moviendo sus brazos en el aire.

Subieron al auto. Sara se aseguró de que su hijo lleve el cinturón de seguridad y se montó en la parte del copiloto, Franco iba a conducir.

— primero vamos a recoger a tu hermana de la casa de la tía Jimena y el tío Óscar, ¿sí?

Andrés asintió pidiendo amablemente que prendan la radio, ama escuchar la música que sonaba cuando salían en el auto. Sarita disfruto del canto de su hijo y de su esposo, que cantaban en unísono y ella aplaudía en el pequeño show privado.

— ¡tú eres mi taco, mi tortilla! — Andrés cantaba.

— ¡mi enchilada y quesadilla! — Franco continúa.

𝟕 𝐝í𝐚𝐬 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora