𝘥𝘪𝘢 𝘤𝘶𝘢𝘵𝘳𝘰

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Podría verla dormir todo el tiempo posible. Como su respiración lenta y tranquila lo calma. Tiene una sonrisita en sus labios, hasta dormida es perfecta.
Su cabello cae por sus hombros y su carita está sobre su torso desnudo. Una obra de arte.

Necesitaba verla dormir, no iba a aguantar estar sin verla ni un segundo cuando se vaya, las noches con ella son cálidas, dulces, apasionadas, ¿y dejar de sentirla entre sus brazos? Será una pesadilla completa.

La sintió removerse y la apretó más contra él.

Sarita sonrió tallando sus ojos para abrirlos y mirar a su esposo, que tiene una sonrisa gigantesca en su rostro y sus ojos brillosos.

— ¿hace cuánto estás despierto?

— uf, hace rato, ¿te dije alguna vez que roncas? — Franco dijo bromeando. — y te sigues viendo hermosa haciéndolo.

— ¡oh, cállate! — intentó zafarse de sus brazos pero fue inútil cuando su esposo la sentó sobre sus piernas.

Franco rió acariciando su cintura para dejar un beso sobre la mejilla de ella.

— buenos días, mi amor.

Sara estiró sus dedos hasta la barbilla de él, tocando esa barba de días que lo hace lucir sexy.

— buenos días, guapo, ¿estás listo para uno rápido?

Franco frunció su ceño, pero no era nadie para negarse aquello; metió sus manos con rapidez debajo de la camiseta de su esposa para tantear su piel cálida y caliente.

— ¡mamá! ¡papá!

Primera interrupción del día.

Sara se bajó lo más rápido que pudo del regazo de su esposo para acomodarse a su lado, vió como sus hijos abrieron la puerta y saltaron en la cama de sus padres.

Franco rió sentándose para estar atento de sus hijos, por si saltaban muy cerca del borde para atraparlos y cuidarlos. Gaby se acostó en medio de sus padres junto con Andrés.

— ¿podemos ir a montar hoy? — Andrés cuestionó mirando a su mamá.

Sara lo miró con sorpresa. Habían tenido un par de clases con sus hijos para enseñarles a montar, especialmente con Andrés. Gaby se dedicaba a peinar a los caballos y a ponerles tiritas de colores.

— no lo sé mi amor, tal vez papi hoy estará ocupado.

Franco asintió y miró como sus hijos bajaron la mirada, probablemente sintiéndose tristes, sólo tenía cuatro días más con ellos y se iba.

— no, justo me acabo de acordar que hoy no iba a ir a la oficina — Franco dijo mirando como sus hijos subían sus cabecitas para mirarlo. — ¿aún quieren ir a pasear?

Gaby y Andrés asintieron con felicidad y se abalanzaron sobre su papá, llenándolo de besos y abrazos. Sara reía desde un lado.

Franco correspondió aquellos gestos. Sus hijos son tan bellos, nunca imaginó que iba a estar algún día así, con dos niños que ama con todo su vida. Él pensó que estaría trabajando para poder ayudar a sustentar la economía de su casa, pero la vida le dio un cambio totalmente cuando se casó con la señora Eduvina.

— primero vayan a alistarse y a tomar desayuno, pequeños monstruos — Franco dejó un beso en la frente de cada uno antes de que salgan corriendo a sus habitaciones.

Sara sonrió mirando a su esposo, — ¿hoy no irás a la oficina?

— no, prefiero pasar tiempo con mi familia — Franco se levantó de la cama. Caminó hasta la puerta para cerrarla con el debido seguro. — anda, vamos a darnos una ducha.

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⏰ Última actualización: Jul 24, 2023 ⏰

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𝟕 𝐝í𝐚𝐬 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora