El se movía con una confianza increíble y atrapante, seguía cada uno de sus movimientos mientras continuaba con su discurso.

Su voz era fuerte y firme, autoritaria.

La camisa que usaba parecía hecha a su medida, su barba de unos pocos días le daba un aspecto más varonil.

Estaba tan embelesada mirándolo que me olvidé por completo de donde estaba y que tenía que prestar atención a lo que decía, después de todo él era mi profesor y su clase era una de las más importantes.

Me fue imposible concentrarme el resto de la clase, sobre todo cuando al cruzar miradas recordaba todo lo que habíamos hecho el día anterior.

Cuando se dio cuenta de que no prestaba atención a lo que decía, me lanzó una mirada la cual dejaba muy en claro el castigo que me esperaba.

Estaba ansiosa por descubrir cuál sería esta vez, definitivamente estar casada con mi profesor de economía era lo mejor que me pudo haber pasado.

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