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Scorpius.

La parejita junto a mi me hizo sentir miserable, por lo que, usando de excusa el acompañar a la chica, Alba, hasta su casa para asegurarme de que no le ocurriese nada, me marché de allí tan rápido como pude.

Alcanzarla me costó un poco, ella es rápida. Sin embargo, eso no sería un impedimento para mí.

Una sonrisa inevitablemente se dibujó en mis labios en cuanto estuve lo suficientemente cerca de ella y pude pasar un brazo por sus hombros, abrazándola.

Ella dio un brinco del susto y pasó a mirarme rápidamente, asustada. Luciendo como si acabase de ser atrapada por un asesino en serie o algo por el estilo.

Pude sentirla relajarse en cuanto notó que soy yo quien esta con ella.

—Casi me matas de un susto. —bufó, pasando a mirar al frente.

Solté una carcajada, divertido.

—¿Tan feo soy? — bromeo mirándola.

—¿Realmente quieres una respuesta a eso? —Alba me respondió, con un tono borde, soltando un resoplido.

Su cuerpo tembló ligeramente y frotó sus brazos distraídamente. Observe su atuendo por unos segundos y de forma instantánea, y casi por instinto me quite el abrigo, quedando solo con una sudadera puesta y, posteriormente, colocando mi abrigo sobre los hombros de Alba para abrigarla un poco.

La noche esta demasiado fría y no creo que su atuendo le ayude mucho.

Es más, ¿Por qué demonios salió tan desabrigada en pleno invierno? Ella podría enfermar.

Alba me miró, para luego pasar a mirar la chaqueta sobre ella.

—Mañana se lo pasas a la cachorra. —señalo sonriendo. —Ya después iré yo a buscarlo a su casa.

¿Por qué esto me suena más como una excusa para ver a Belle nuevamente?

Alba me mira con el ceño fruncido. Por unos instantes, temo que noté mis sentimientos por su amiga, pero aquel temor se va tan rápido como llegó al recordar que esta chica no me conoce en lo absoluto y que no está lo suficientemente pendiente de mi como para notarlos.

—Mejor, así no tengo que verte. —finalmente me responde, mirándome con una pisca de curiosidad.

—¿A dónde vas? Te acompaño. —digo, sacando un chupetín sabor cereza de mi bolsillo y abrirlo para comerlo. Un remplazo del cigarro.

Atticus y Belle me han obligado a dejarlo. Atticus, principalmente, porque cree que, si él no puede fumar, entonces yo tampoco.

—¿Qué? —Alba espetó, deteniéndose de golpe al escucharme. —Primero, no tendría por qué decirte a donde voy, pero ese lugar es la casa de mi padre y no pienso llegar contigo ni por un millón de dólares, así que no, gracias... Tu sigue tu camino, y yo el mío.

Entonces, ella me mira pareciendo notar algo.

—De hecho, si solo estás haciendo el tonto a mi alrededor y no tienes nada mejor que hacer, ¿por qué no te quedaste con Belle y tu clon? No creo que ellos te hayan echado o algo...

Sus ojos inteligentes parecen estar buscando razones por las que no quise quedarme allí, con Belle y Atticus.

—No conozco a tu hermano, pero Belle sería incapaz de echar hasta a una mosca.

Reí entre dientes, jugueteando con el chupetín en mi boca, tratando de ignorar su mirada inteligente y curiosa.

¿Como le puedo decir que, a menos que quisiera acabar llorando, no podía quedarme allí ni un minuto más?

El momento en que más te amé (#2 GEMELOS EVERETT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora