| PREFACIO

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Felicia Hardy se consideraba  a si misma muy afortunada.

Con tan solo seis años tenía absolutamente todo lo que deseaba, cada lujo. Todo gracias a su padre.

Su familia solo era conformada por sus padres y ella, y aunque su relación con Lydia, su madre, no era muy amena, con su padre sentía una conexión de lo más especial.

No había día en el que Felicia no contara con el apoyo de su padre, quien sin duda prefería cientos de veces más la compañía de su hija que la de su propia esposa. Eran un dúo imparable, hacían todo juntos. Hasta que los viajes comenzaron.

Felicia nunca supo cual era el oficio de su padre, pero una cosa era segura, le pagaban demasiado bien, por eso mismo no comprendió el por qué había aceptado un trabajo en otra ciudad cuando todo lo que tenía estaba allí. Ella estaba allí.

"Nueva York no está tan lejos" le comentó aquella noche cuando la ayudó a acostarse, "me verás con frecuencia y haremos cosas divertidas" fue su única respuesta a la duda en su cabeza.

Y aunque no le gustó tanto tuvo que aceptar que un año casi había pasado. Su padre cumplió con su palabra, le comentaba cada cosa de la gran manzana que a ella tanto le fascinaban, hasta había a conocido a Iron man. Sus visitas fueron constantes, por lo menos hasta hacía un par de meses atrás.

Un día el simplemente ya no volvió.

Felicia llamó por teléfono varias veces en las que su padre solo le confesaba tristemente que su proyecto necesitaba toda su concentración. No había tiempo para ella.

Hasta que un día su padre llamó para avisarle que podrías verse otra vez.

"No será como las veces anteriores, cariño" fue lo que escuchó desde el otro lado de la linea, "tienes que esperarme con tu maleta preparada, pero no le digas nada a tu madre" Felicia sonrió con emoción luego de la llamada, ahora que su padre ganaba buen dinero gracias a su nuevo trabajo tal vez la llevaría de viaje.

Pero ocultar la emoción no era tan fácil para una niña de siete años, así que a los pocos días sopló toda la información a su madre como si la presionaran a hacerlo, solo que no entendió por que su madre no reflejaba emoción en su rostro.

El día llegó a la semana siguiente. Su valija estaba lista junto a ella en la sala de estar. Había empacado un poco de todo para estar preparada, y su atuendo rosa era lo suficientemente cómodo para estar en el avión.

Cuando el sol comenzó a bajar la puerta sonó fuerte, como si la persona del otro lado obligara a que alguien abriera. Sin escuchar los gritos de su madre para que se detuviera corrió hacia la entrada. Pero al girar el pomo de la puerta su sonrisa cambió por una mueca de confusión.

No era su padre, aquel hombre era mucho mayor y usaba un traje azul marino y unas gafas oscuras. Su rostro no mostraba alegría ni amabilidad y eso asustó un poco a la niña.

Su madre al llegar a su lado la obligó a subir a su habitación. Felicia sin decir nada corrió hasta el segundo piso, pero su curiosidad no le permitió encerrarse en su cuarto.

"No ha llegado aún" fue lo que escuchó de parte de su madre. Se dio cuenta de que un hombre más joven acompañaba ahora al anterior, decidió acercarse a la ventana frontal para ver si su padre aparecía. Sin embargo su sorpresa se hizo presente al notar varios autos de policía frente a su casa y sintió temor al posar su mirada en un hombre cargando un arma apuntando directo a la entrada principal.

Sin hacer demasiado ruido tomó el teléfono fijo y marcó el número de su padre.

Con cada tono su corazón latía más rápido pero al escuchar la voz de su padre todo volvió a la normalidad. Él era todo lo que ella necesitaba en ese momento.

"Lo siento cariño, voy tarde" Felicia cortó la excusa de su padre.

"Papi, hay policías rodeando la casa" esperó una respuesta pero no llegó, sus ojos se empezaron a llenar de lagrimas "están con mamá ahora".

"Cariño, necesito que escuches con atención" la pequeña dejó su nerviosismo de lado para concentrarse lo más que pudo en la voz de su padre "Hay personas malas que quieren culparme por cosas que no hice ¿Entiendes" se asustó al ver como un oficial se posicionaba al principio de la escalera y corrió en dirección al baño, cerrando la puerta con seguro "Felicia, necesito que me digas que entiendes".

"Los hombres tienen armas papi, tienes que venir a ayudarnos".

"No creo poder volver por ahora, pulga" del otro lado del teléfono se escuchó un gran estruendo como si hubieran derrumbado una estructura, de pronto la voz de su padre comenzó a escucharse más agitada "No tengo mucho tiempo pero quiero que me escuches en esto" Felicia asintió inconscientemente "No creas nada de lo que te digan de mi, no es cierto. Una persona en la que confiaba me traicionó y ahora me forzarán a alejarme de ti".

"¿Voy a volver a verte?" Felicia esperó una respuesta pero el único sonido que pudo distinguir fueron quejas de lucha. 

La llamada se cortó.





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ANTI-HERO ━ Peter ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora