Capítulo 2: El campamento.

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Había llegado un poco antes de lo que esperaba. No pudo disfrutar su viaje como esperaba que lo iba a hacer debido a que un niño se la paso llorando prácticamente todo el viaje, fue odioso, pero no había nada que hacer más que aguantar.

Al salir del tren sintió la oleada de calor, se sentía diferente al de su pueblo, no sabía como describirlo, tampoco sabía si era más o menos caluroso que su pueblo, pero si sabía que era un bonito lugar para ir de vacaciones alguna vez, los grandes arboles rodeaban la estación y solo se escuchaba el sonido de las hojas siendo movidas por el viento y uno que otro pájaro cantando.

Tal vez le diría a su madre "Vayamos al bosque en las próximas vacaciones" y se imaginó que se lo decía cuando llegará a casa del campamento, sonrió muy leve, casi imperceptible.

Saliendo de la estación pudo divisar el campamento en realidad era lo único que estaba saliendo de ahí. Su gran entrada hecha de troncos de árboles, y se notaban las cabañas en todas partes, también había unos chiquillos de todas las edades corriendo de un lugar a otro.

Se quedó mirando el lugar unos minutos antes de pasar por debajo de los troncos, al hacerlo vio a un joven, mayor que ella, con un chaleco verde, pero eso no era lo que llamaba la atención debido a que su cabello rojizo, chino y alborotado acaparaba toda la vista, aún así tenía una sonrisa amable.

-¡Hola! Soy Ronald y seré el cuidador de tú casa. Toma, este es un pin para poner tú nombre, así todos sabrán el tuyo y podrás hacer nuevos amigos pronto.

-Gracias.

-Aquí tienes un plumón para poner tu nombre, ponlo ahora, mientras más rápido lo pongas más pronto harás amigos.

Le sonrío amablemente a Quiana y ella le devolvió la sonrisa por cortesía.

-Gracias.

Se puso el nombre en su pin para luego ponersela en el pecho y le devolvió el pulmón al muchacho, le pidió la dirección de su cabaña y cuando este se la dio Quiana se despidió del chico y se fue hacia donde se le había dicho.

Su casa estaba un poco lejos de las demás casas, estaba más cerca del bosque. Ella pensó que estaría bien, que tal vez no necesitaba amigos ahí, que tal vez pasaría desapercibida ante los demás y que pasaría su estadía ahí en calma.

Al entrar a la casa encontró que no había muchas personas ahí. Desempaco sus cosas y se acosto en la cama de abajo de una litera, su plan era quedarse ahí todo el día pero no salió como pensaba por el chico de hace rato.

-¡Vengan todos! -Decía- Vamos a hacer la rutina de iniciación.

Quiana no se paró, no quería. Todos los demás se dirigieron hacia afuera, Ronald también estuvo apunto de irse hasta que se percato de la presencia de Quiana.

-Ven, no va a ser tan malo.

Quiana pensó que este campanemto de verdad la iba a sacar de órbita.

Ronald rio, fue una risa baja, paciente y la espero en la puerta hasta que ella fue con él.

-¿Es la primera vez que vienes?- preguntó Ronald

-Si, ¿Tienes experiencia siendo cuidador?

-He estado aquí un tiempo, no te preocupes, cuidaré bien de aquellos que esten bajo mi mando.

Ronald dio una risa leve y Quiana le sonrió.

-Está bien.

Ambos caminaron lento hacia el centro del campamento, y cuando llegaron todos los niños de todas las casas ya estaban ahí.

Tomó asiento al lado de una chica en un tronco, estaban hasta atrás, nadie se percataria de que llegaron tarde.

Ronald se quedó parado atrás suyo, completando el circulo de los cuidadores que rodeaba a los niños.

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